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Pintura y ciencias penales: Tomo 2
Pintura y ciencias penales: Tomo 2
Pintura y ciencias penales: Tomo 2
Libro electrónico379 páginas2 horas

Pintura y ciencias penales: Tomo 2

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Información de este libro electrónico

Pi
IdiomaEspañol
EditorialINACIPE
Fecha de lanzamiento6 oct 2021
ISBN9786075601076
Pintura y ciencias penales: Tomo 2

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    Pintura y ciencias penales - Manuel Jorge Carreón Perea

    Pintura2.png

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    Pintura y ciencias penales

    DIRECTORIO

    Alejandro Gertz Manero

    Fiscal General de la República

    y Presidente de la H. Junta de Gobierno del

    inacipe

    Gabriela Alejandra Rosales Hernández

    Encargada del Despacho de la Dirección General

    Alejandra Silva Carreras

    Directora de Publicaciones y Biblioteca

    Portadilla

    Pintura y ciencias penales

    © Instituto Nacional de Ciencias Penales (

    inacipe

    )

    Instituto Nacional de Ciencias Penales

    Magisterio Nacional núm. 113, Col. Tlalpan,

    Alcaldía Tlalpan, C.P. 14000, Ciudad de México

    Primera edición, 2020

    ISBN libro electrónico: 978-607-560-107-6

    Aviso legal inacipe

    Se prohíbe la reproducción parcial o total, sin importar el medio, de cualquier capítulo o información de esta obra, sin previa y expresa autorización del Instituto Nacional de Ciencias Penales, titular de todos los derechos.

    Esta obra es producto del esfuerzo de investigadores, profesores y especialistas en la materia, cuyos textos están dirigidos a estudiantes, expertos y público en general. Considere que fotocopiarla es una falta de respeto a los participantes en la misma y una violación a sus derechos.

    Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la postura del Instituto Nacional de Ciencias Penales.

    Este libro tiene la intención de llevar a cabo una investigación académica sobre la relación entre la pintura y las ciencias penales. Las obras pictóricas aquí reproducidas se encuentran sujetas a derechos de autor, por lo que cada una tiene su referencia.

    Prólogo

    pintura

    a llegado a mis manos el libro Pintura y ciencias penales, gracias a la atención de Gerardo Laveaga, quien conjuntamente con Manuel Jorge Carreón, Alejandra Silva y Julio Téllez, coordinaron este excelente trabajo que logra incorporar cuarenta y seis reflexiones de pinturas emblemáticas que retratan un motivo relacionado con el derecho penal, la criminología, la criminalística o la victimología, entre otras materias.

    Abordar estos temas, con sensibilidad lúdica no es sencillo, ni común. La variedad de enfoques nace de diversos trabajos de distinguidas personalidades de la academia y la investigación, así como del sector público y privado, para reflexionar, con base en el análisis profundo, desde el arte de la pintura. La primer obra presentada parte del año 700 y la última de 2019.

    Este libro, además, ofrece la posibilidad de llegar a una comunicación en donde los mensajes no son fríos e impersonales, sino que parten de aspectos que dejan sentirnos conmovidos cuando presenciamos la representación de algo o alguien. Ese es un valor adicional del arte de la pintura. Ésta se reconoce como la manifestación externa de emociones internas, producidas por medio de líneas, texturas, colores y movimientos impresos. Esta actividad humana permite al espectador, además de comunicar, trasmitir pensamientos, sentimientos y emociones.

    Cuando las obras de arte son capaces de transmitir emociones, se vuelven especiales para la vida humana. Si no se tuviera la capacidad de conmoverse con los sentimientos ajenos por medio del arte, en este caso de la pintura, aumentarían las actitudes hostiles, crueles e insensibles.

    Con este texto se visualiza, además de la expresión artística, la posibilidad de analizar problemáticas sociales que hacen posible la discusión y el encuentro con diferentes realidades que se presentan en torno, ya sea a la privación de la libertad, al proceso penal, a la victimología o a otros tópicos relacionados.

    En esta publicación se integran múltiples obras artísticas, así como los análisis y las aportaciones de especialistas que se involucraron en la elaboración de este libro que promueve la difusión, la enseñanza y promoción de la cultura, como una invitación para expandir el conocimiento de la ciencia penal y su interacción con otros campos de conocimiento. Todo ello, como un aspecto fundamental en el ámbito de la educación, reconocida ésta, en su más amplio concepto como un proceso permanente de mejora de la persona.

    Así, se exponen diversas pinturas con diferentes interpretaciones personales que permiten una oportunidad para compartir inquietudes sobre estos temas, dando continuidad a los trabajos realizados por el inacipe, entrelazando al arte y a las ciencias penales, como una suma de aportaciones para continuar la motivación y el interés en estos temas tan sensibles e importantes.

    ¡Enhorabuena por esta importante publicación!

    Esteban Moctezuma Barragán

    Secretario de Educación Pública

    Integrante de la H. Junta de Gobierno del inacipe

    Cristo ante Caifás

    Lesly Fernanda Valencia González

    Universidad Panamericana

    pintura

    Cristo ante Caifás

    Giotto di Bondone, 1305

    Fresco de la Capilla de los Scrovegni, Padua, Italia

    pinturapintura

    iotto di Bondone fue escultor, pintor, muralista y arquitecto en la Baja Edad Media (1267-1337). Sabemos que fue uno de los precursores del Renacimiento y uno de los personajes que influyeron en las creaciones de artistas como Masaccio y Miguel Ángel.

    Su maestro fue Cimabue, considerado iniciador de la escuela florentina del Trecento. Como se refiere en el portal web ArteHistoria, el alumno superó las enseñanzas del maestro y dio inicio al espacio tridimensional en la pintura europea. Dotó de volumen y peso cada una de sus obras, representando el caos y la confusión en la que se encuentra el ser humano al tomar decisiones de carácter espiritual. Con esto, consigue dejar atrás el estilo plano y la rigidez en las figuras propias del arte bizantino.

    Esto, como se expone en la página web especializada ArteHistoria, lo podemos ver plasmado en una de sus obras titulada Cristo ante Caifás. Giotto se dirige directamente al núcleo de la historia, otorgando profundidad a la imagen aquí retratada. Principalmente, por los casetones del techo y las ventanas en el muro de fondo, donde se tiene que hacer énfasis en la que permanece entreabierta en la pared izquierda. A esto contribuyen los colores vivos y el trono de Caifás, en el que se encuentra encolerizado el sumo sacerdote judío, rasgando sus vestiduras y descubriéndose el pecho, a pesar de la inmutabilidad y serenidad en el rostro de Jesucristo que apenas muestra señal de haber recibido bofetada del guardia del templo, haciendo caso omiso al estado de furor expresado por el tumulto. De igual modo, Giotto resalta la sencillez en el ropaje del redentor a comparación del de Caifás, su acompañante y los soldados.

    Para entender el desarrollo narrativo, debemos situarnos en el contexto histórico de la escena que nos quiso transmitir Giotto di Bondone. Nos encontramos en el que muchos autores llaman el juicio o proceso de Jesucristo. Al analizar la legislación judía y romana de esa época, se puede concluir que como bien decía Aldo Schiavone en su libro Pontius Pilate (2017), no fue un juicio en ningún aspecto ni para los judíos ni para los romanos y menos si entendemos juicio en el sentido moderno de la palabra, fue simplemente un mero acto político en donde, principalmente, predominaron los intereses del pueblo judío.

    Desde mi perspectiva, no fue verdaderamente un juicio porque no se llevó conforme a derecho, ya que no se respetaron las leyes judías, ni las romanas. Por consiguiente, procederé a demostrarlo señalando las irregularidades más importantes en el supuesto juicio. En este sentido, me basé primordialmente en el libro La asamblea que condenó a Jesucristo de Augustin y Joseph Lémann, aprobado por el Papa Pío IX.

    El primer interrogatorio tuvo lugar el 14 de marzo por la noche. Los gendarmes arrestan a Jesucristo para llevarlo ante el sanedrín, representado por Caifás. Con esto, se inician las irregularidades, ya que se prohibía tratar un asunto de pena capital durante la noche, según la Mishná. Posteriormente, Caifás comienza el interrogatorio, en el que el acusador se convierte en juez, totalmente contrario a la ley hebraica.

    Al no encontrar testigos en su contra, el Sanedrín tuvo que incitar a algunos mediante el soborno. Dando lugar a los falsos testigos que debían padecer la pena del calumniado, según el Talmud. Mateo relata lo siguiente: y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se llegaban; más á la postre vinieron dos testigos falsos. Que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo (Mateo 26, 60-64).

    En el último interrogatorio, Caifás pregunta a Jesús si él es el mesías, el hijo del Bendito. Pregunta engañosa, porque si Jesucristo lo negaba sería condenado por impostor y si lo afirmaba, sería condenado por blasfemo. Jesús le contesta: Yo soy; y veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo con las nubes del cielo (Marcos 14, 61-62).

    A continuación, Mateo narrará el momento específico que Giotto di Bondone intentó representar con mucha claridad. Entonces el pontífice rasgó sus vestidos, diciendo: Blasfemado ha: ¿qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: Culpado es de muerte. Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de bofetadas; y otros le herían con mojicones (Mateo 26, 65-67).

    La escena en la que se suscitan diversas irregularidades. Hay violación de la Ley de Moisés porque ésta prohíbe que un sacerdote rasgue sus vestiduras ordenadas por Dios. Además, según el Talmud, el acusado no podía ser condenado con base en su propia declaración y el sanedrín debía de tener expresiones de humanidad hacia éste. Puntos que se incumplieron en su totalidad.

    Posteriormente, se reunieron por la mañana para llevarlo ante el gobernador romano Poncio Pilatos, para que este ratificara y ejecutara la sentencia. Esto, antes de realizar el sacrificio matutino que era justo al amanecer. Según el Talmud, el Sanedrín se podía reunir una hora después de esto. Al igual, según la Mishná están prohibidas las sesiones en día de fiesta y ya se ubicaban en la Pascua.

    En su libro, Aldo Schiavone relata que el que Jesucristo haya contravenido las leyes judías en cuestiones religiosas, no bastaría para convencer a los romanos para que le aplicaran la pena de muerte.

    Hay que recordar que en cuestiones de pena de muerte, solo podía resolver Poncio Pilatos conforme a la legislación romana, ya que constituían una provincia de Roma. Los judíos solo podían resolver asuntos relacionados con temas religiosos. Por lo que el hecho de que Jesucristo haya contravenido las leyes judías en materia religiosa, no sería suficiente para convencer a los romanos de aplicar la pena de muerte.

    Por eso mismo, el Sanedrín argumentó que Jesucristo intentaba convencer al pueblo para que no pagaran impuestos al emperador y que se hacía llamar Rey de los Judíos en una provincia romana. Con lo cual, manifiestan que subvierte seria y descaradamente el orden público y se comete un delito que en Roma sería castigado de conformidad con la lex lulia maiestatis.

    Igualmente, los judíos lo acusaron de actuar contra la Ley de Israel, contra el templo de Jerusalén y contra la fe en el Dios único porque se proclamaba hijo de Dios. Cuando realmente Jesucristo no abolió la ley dada por Dios a Moisés, sino que la perfeccionó, dándole su interpretación definitiva. Tampoco fue hostil hacia el templo, hasta lo veneró como la casa de su padre como se advierte en Juan 2, 16. Predijo su destrucción, refiriéndose al templo en analogía con su propia muerte. Todo lo anterior, fue incomprendido por el Sanedrín que buscaba que nadie le quitara su poder como se establece en el Catecismo de la iglesia católica.

    Aldo Schiavone refiere que Poncio Pilatos no encontraba culpable a Jesucristo, pero que, por otro lado, el gobernador era el encargado de brindar la paz a las provincias, mantener el orden para que estas no se revelaran y de verificar que se pagaran los tributos al emperador. Si tenía más problemas con el Sanedrín, estos posiblemente podrían informar al Imperio Romano y, en consecuencia, Pilatos sería destituido de su cargo por no ejecutar al supuesto rebelde que estaba faltando al orden público, posiblemente acusándolo de conspirar contra Roma o simplemente por no llevar a cabo sus funciones correctamente.

    Podemos concluir que las acusaciones que se le hicieron a Jesucristo fueron infundadas y que el procedimiento tampoco se llevó conforme a derecho, habiendo ya señalado sus principales irregularidades. Fue un mero acto político donde la decisión de sentenciar a Jesucristo a morir en la cruz tuvo que ver con intereses de carácter político, más que jurídico.

    En este contexto, se situó la obra de arte Cristo ante Caifás de Giotto di Bondone, siempre recordado como uno de los grandes.

    La justicia de Cambises

    y El despellejamiento de Sisamnes

    Iván Salazar Hernández

    Asesor parlamentario en el Congreso de la Unión

    pintura

    La justicia de Cambises y El despellejamiento de Sisamnes

    Gerard David, 1498

    Museo Groeninge, en Brujas, Bélgica

    pinturapintura

    a obra La justicia de Cambises y El despellejamiento de Sisamnes (1498), es un díptico elaborado en óleo por el pintor flamenco Gerard David (1460-1523).

    Estos lienzos están basados en una historia narrada en el Libro V: Terpsícore, de la obra Los nueve libros de la historia, del historiador y geógrafo griego Heródoto de Halicarnaso (480-430), conocido como el primer historiador de occidente.

    En esta obra se encuentra plasmada la ejecución de Sisamnes, un juez de la corte real persa que fue sentenciado a muerte por el rey del imperio persa de Cambises II, quien tomó el trono en el año 530 a.d.e. tras la muerte de su padre, Ciro El Grande, fundador del imperio persa.

    Según la historia, el rey Cambises II ordenó cortar el cuello al juez Sisamnes tras haberse dejado sobornar y dar una sentencia inmoral e injusta. No satisfecho con la ejecución del juez, Cambises dio la orden de desollar aún vivo su cuerpo y mandó tapizar con su piel el mismo trono que había ocupado para dar aquella sentencia. Posteriormente, nombró como nuevo juez a Otanes, hijo de Sisamnes, quien fue obligado a sentarse sobre el trono forrado con la piel de su propio padre.

    De esta forma, el rey Cambises II obligaba al nuevo juez a tener siempre presente que debía alejarse de la corrupción y ejecutar siempre sentencias justas.

    Los lienzos pintados por Gerard David fueron colocados en la sala de audiencias del Ayuntamiento de Brujas, Bélgica, como un recordatorio para los jueces de que tenían que ejercer su oficio con integridad y alejados de la corrupción. Actualmente, la obra se expone en el museo Groeninge de Brujas, Bélgica.

    En el primer cuadro, aparece Sisamnes aún en su trono siendo arrestado, mientras Cambises II le dicta los cargos en su contra. Al fondo, es posible apreciar al mismo Sisamnes a las puertas de su casa recibiendo de otra persona el supuesto soborno en lo que se asemeja a una bolsa con monedas.

    En el segundo cuadro, se aprecia el desollamiento de Sisamnes, quien se encuentra atado de pies y manos sobre una mesa mientras sus verdugos cortan su piel a lo largo de sus extremidades y pecho. Es posible apreciar en el cuadro el sufrimiento de un Sisamnes aún vivo, con la mirada perdida hacia el cielo y los dientes apretados por el dolor causado por el desprendimiento de su piel. En la parte superior derecha de este cuadro, se encuentra plasmada la escena en la que Otanes, hijo de Sisamnes, toma el cargo de juez sentado en el trono cubierto con la piel de su padre.

    El díptico de Gerard David es una muestra de que la corrupción es un problema que ha estado presente en el ámbito de la impartición de justicia a lo largo de la historia y hoy sigue siendo un tema recurrente en todo el mundo. En México, durante años hemos sufrido las consecuencias económicas, políticas y sociales generadas por la corrupción.

    De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2020, elaborado por la organización Transparency International, nuestro país se posicionó en el lugar 124 de 180 países analizados, lo que muestra que se registran altos niveles de corrupción. Además, según este estudio, en 2019 el 44% de los mexicanos consideraron que la corrupción había aumentado durante los últimos doce meses y el 34% de los usuarios de servicios públicos se vio en la necesidad de pagar un soborno.

    Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde), estima que el costo de la corrupción para la economía mexicana oscila entre el 5% y el 10% del Producto Interno Bruto.

    En nuestro país existe una vasta literatura sobre la corrupción, desafortunadamente, más allá de generar un discurso de interés público enfocado a la construcción de estrategias para combatirla y erradicarla, el discurso que ha permeado entre los intelectuales refiere que la corrupción es un mal cultural, determinante, endémico e inherente a los mexicanos.

    El siglo pasado, Octavio Paz, premio Nobel de literatura, señalaba que la corrupción era una característica de la sociedad mexicana que se había venido construyendo desde el inicio de nuestra historia como nación y que los mexicanos la practicábamos y compartíamos como algo normal e inherente a nuestra vida diaria, como una condición insuperable a la que debíamos acostumbrarnos irremediablemente por ser parte de nuestra identidad.

    En 2014, el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, revivió esa línea discursiva al asegurar durante un evento ante los 300 líderes más influyentes de México que la corrupción era un asunto cultural que se había incrustado en tanto en el ámbito público como privado. No fue la única vez que hizo esa aseveración, la volvió a repetir en 2015 durante el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. El comentario es muy ilustrativo si tomamos en cuenta que su sexenio ha sido considerado por los mexicanos como uno de los más corruptos en la historia reciente de nuestro país.

    El académico, político y periodista mexicano, Agustín Basave, también considera que para el mexicano la corrupción es lo racional e, inclusive, parte de su

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