Me gustaría abrir esta conversación con una pregunta que podría parecer trivial, pero que creo que tiene una carga bastante significativa para los estudiantes que todavía se encuentran en la búsqueda de su vocación. ¿Siempre supo que quería estudiar Derecho?
No. Siempre tuve inclinación por las reglas, los instructivos; lo que es justo, eso sí, pero quería estudiar todo: relaciones internacionales, actuación, literatura, economía, geografía, astronomía, incluso restauración de arte. Era —y sigo siendo—una persona con muchas curiosidades e intereses. En su momento, la curiosidad me llevó a un par de universidades a tomar folletos de todas sus carreras para conocer a fondo de qué trataban, ¿qué tal si la oceanografía era lo mío y yo sin saberlo? El mundo se me hacía poco para conocerlo todo.
En el fondo siempre estuvo el Derecho porque mi papá me dio un acompañamiento muy sabio. Cuando yo era adolescente — que no era fácil porque como ya dije quería estudiar todo y jamás fui proclive a que se me impusiera nada—me acercó inteligentemente a lecturas, a reflexiones, y me habló sobre el gran honor de ser juez, de servir a México desde la justicia, así casualmente, mientras paseábamos por alguna plaza, por ejemplo.
Con cuánta claridad siempre supo que así es como se va orientando a los hijos: hablando de cosas superiores y del honor que entraña dedicarnos a ellas. La altura espiritual es la verdaderamente importante y estoy en deuda con él por ponerme en ese sendero, donde los avatares y las cuitas son sólo pruebas en un horizonte superior que sabe a destino. No me interesa salirme de ese enfoque.
Ya a la hora de entrar a la facultad, bueno, pues sea por Dios, a estudiar Derecho. Así lo sentí, quizá por eso no me concedí el espacio para darme cuenta de que verdaderamente ahí estaba mi vocación. Me inscribí, pero los primeros años sentía que me estaba perdiendo de otras cosas, que secretamente me había dejado “vencer” y me “rebelaba”: ahí estaban las calificaciones de excelencia, de 10 cerrado, pero en las tardes me iba a conferencias de periodismo y economía, a talleres de poesía y a encuentros de política, y me sumaba casi a cuanto grupo de gente estuviera “haciendo cosas”. Incluso tras obtener el primer lugar de aprovechamiento de mi generación reflexionaba: ¿Lo habría obtenido de no ser mi vocación? Ésa era, pero yo había sido demasiado rebelde intelectualmente para darme cuenta.
Veo ahora que el largo camino de mi vocación fue positivo porque me proporcionó una formación más integral como profesionista y también ensanchó mi visión del Derecho como ruta para el bien común y como herramienta de transformación y de impacto en todas las áreas de la vida.
■ Y ya cuando entró a la carrera de Derecho, ¿se orientó hacia alguna rama en particular? ¿Sentía inclinación por alguna?
Cuando ingresé a Derecho no tenía claro qué rama quería ejercer. En un principio,