Un formador de penalistas en México Ricardo Franco Guzmán
Emociona verlo tan lleno de vida, a sus 94 años, siempre generoso para compartir su tiempo con quien tenga deseos de aprender no sólo del derecho sino sobre la vida misma. ¿Cuál es su secreto para conservar esa energía y vitalidad? Lo importante en la vida es hacer lo que a uno le gusta. A mí me agrada y me fascina ser profesor de Derecho Penal en la UNAM. Por otro lado, seguramente tienen que ver los genes. En mi caso, los que me transmitieron mis padres deben haber sido muy buenos.
También me enseñaron excelentes hábitos de salud. En casa comíamos muy sano y la alimentación fue y sigue siendo muy importante en mi vida: consumo poca sal y azúcar, como muchas verduras y poca carne —sin ser vegetariano—. Y además me gusta comer con tranquilidad.
También cuido mucho la higiene, en todo sentido. Las dos únicas intervenciones quirúrgicas que he tenido fueron porque en una ocasión me caí, me golpeé en la cabeza del lado izquierdo y se me formó un coágulo; pasados unos años, recibí un golpe en el lado derecho de la cabeza y volvieron a operarme.
Otro aspecto importante es tener un trabajo que a uno le guste; además, ver siempre el lado positivo de la vida y de las personas, sin acumular rencores.
Finalmente, tuve la fortuna de casarme con una esposa inteligente, lindísima y simpática. Nuestro matrimonio duró más de 60 años; tuvimos tres hijos varones a los que procuramos darles una educación que les enseñara a ser justos y buenos, a ver lo positivo de la vida y de las personas, y a no acumular rencores.
Todo eso me ha dado la oportunidad de llegar a mis 94 años contento, sin que aparentemente se noten los años, feliz de haber disfrutado a mis padres, a mis hermanos, a mi esposa, a mis hijos y a mis amigos.
Pensando en que llegará un momento en que ya no esté por aquí, trato de deshacerme de las cosas que no me voy a llevar —que son prácticamente todas— y siempre recordar lo bueno de todo lo que tengo.
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