Lo laico no quita lo decente
La semana pasada me acordé de un intercambio, allá por 2008, cuando apareció el libro El Estado laico y sus malquerientes de Carlos Monsiváis: –¿Para qué un libro sobre el pasado cristero? –le dije para incomodar, mientras lo hojeaba.
–Es sobre el futuro panista –respondió levantando las cejas hirsutas.
Los debates que la semana pasada suscitó la iniciativa de una diputada por Zacatecas para borrar de la Constitución mexicana la frase “separación de Iglesia y Estado” me dejaron un poco perplejo sobre las nociones de laicismo que habitan en las entrañas de nuestros representantes. Más allá de que en esta legislatura han existido iniciativas para dotar de buzones a los hospitales para que por ahí se deslicen bebés no deseados; penas de cárcel para árbitros de futbol vendidos; y, en la CDMX, la propuesta de vender cerveza caliente para desalentar su consumo, no importa tanto el hecho aislado, sino lo que sacó a flote: una
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