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Café con Amor
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Libro electrónico93 páginas1 hora

Café con Amor

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Café con Amor cuenta la historia de un adulto joven con problemas para encontrar el amor. Un día se entera de que su amigo tiene una cafetería con una dinámica interesante: las personas acudían para conocer a otras personas y encontrar a su media naranja. En la primera visita al café, cada persona recibe una tarjeta, que se va llenando con cada visita, al final, tendrán que “escoger” a alguien de entre las personas que conocieron para formar una vida con él/ella.

La historia nos enseña dos cosas, una es que no se debe juzgar a un libro por su portada y la otra, es que no podemos negar un sentimiento tan fuerte y profundo como el amor.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento13 oct 2021
ISBN9781667415048
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    Café con Amor - Bruno Santos

    Presentación del personaje principal y del espacio

    Me llamo Duarte y soy un adulto joven a mis veintitantos años. No soy ni alto, ni bajo, ni gordo ni flaco, ni muy guapo ni muy feo, soy lo que puede decir un 7.

    Mi cabello es castaño oscuro, y mis ojos verdes, pensaría que una persona como yo no tendría problema en encontrar el amor, pero a veces la vida nos da la espalda, o será cosa del destino. No lo sé, pero lo que sí sé es que nada sucede por casualidad, y que todo pasa cuando tiene que pasar, no cuando queremos que pase.

    A pesar de tener estas calidades, nunca me fue fácil encontrar el amor, tuve algunas desilusiones, unas peores que otras, pero siempre mantuve la esperanza de encontrar a mi otra mitad.

    Mis amigos lo intentaron hasta el cansancio, pero era imposible encontrar a alguien para mí. Siempre había un pero, ya fuera la estatura o el color de cabello. Parecía que estuviera bajo alguna maldición, comenzaba a ser desesperante. Todos mis amigos, toda la gente a mi alrededor, habían encontrado a su media naranja, mientras yo seguía soltero, siendo el mal tercio en muchas ocasiones.

    Hasta que, un día, escuché a unas personas hablar sobre la apertura de un nuevo café en la ciudad, también decían que el dueño era una especie de cupido, que podía encontrar la pareja perfecta para cualquiera. Hacía que los extraños se conocieran, hicieran match y comenzaran a hablar.

    Al principio no me interesó. Sin embargo, estaba perdiendo la confianza en mí mismo para encontrar pareja. Además, pronto me enteré de que el dueño del café era mi mejor amigo João, así que decidí confiar en sus habilidades de cupido y arriesgarme. Como dicen, el que no arriesga, no gana ¿no?

    El café tenía una buena ubicación, cerca de la playa, frente al río, lo que les daba oportunidad a las parejas de dar largos paseos por la playa para conocerse mejor.

    El local estaba compuesto por una explanada, un sótano donde estaba el baño, planta baja, primer piso y una terraza con hermosa vista a la ciudad.

    Sin embargo, como todo en la vida, tenía una trampa, cada persona, fuese hombre o mujer, al comprar un café, recibía una tarjeta con 10 tazas pequeñas dibujadas en ella. A medida que consumían café, les presentaban personas para conocerse, ya fuera dentro o fuera del café, todo sin compromiso. Al llegar a la taza número treinta (señalada en la tarjeta), se le elegiría una persona para formar pareja.

    Que comience la aventura...

    Primeros encuentros

    Ya pasaron algunos meses desde que abrió el café, lo visité varias veces con amigos, también solo, conocí personas interesantes, no lo voy a negar, pero nada más. Hubo algunas miradas y sonrisas, pero no me hicieron sentir nada.

    Ahora estoy acostado en la cama, recién desperté, mi teléfono suena, lo tomó rápidamente y me doy cuenta de que es el dueño del café, João.

    —Hola, Duarte ¿cómo estás?

    —Hola. Bien ¿y tú?

    —No podría estar mejor. Acaba de llegar una chica que creo que sería perfecta para ti.

    —¿En serio? Pregunté lleno de curiosidad.

    —¿Recuerdas la lista que me diste, la que tenía las características de la mujer ideal para ti?

    — Sí.

    —Bueno, pues cumple con casi todas, menos una o dos, pero creo que podrías ser flexible— dijo, entre risas.

    —Quiero ver eso ... voy para allá ahora."

    —Ok, date prisa.

    Y me dirigí hacia allá, la curiosidad me carcomía. Llevaba un pantalón negro, zapatos negros, una camisa blanca y un blazer azul oscuro, tenía que estar presentable, la primera impresión es la más importante.

    Al entrar al café, vi a una mujer hermosa, vestida casual, jeans, suéter rosa claro y tenis Vans negros. Una mujer sencilla, como me gustan pensé, más emocionado. También noté que tenía el cabello negro oscuro, brillaba bajo las luces del techo, ya que era un día muy nublado, con amenaza de lluvia. Sus ojos eran azules, lindísimos, como el cielo azul. Me acerco al mostrador, pensando que una mujer así estaba fuera de mi alcance, a lo que el dueño del café, João, me hizo una señal con el dedo:

    —Ahí está tu posible Julieta ¿qué esperas, Romeo? acércate a ella.

    —¡Shh! baja la voz, podría oírte, eres un tonto.

    Pedí un café y un pastel, y me acerqué, intentando parecer lo más seguro posible por fuera, pero temblado por dentro. Después de todo, no todos los días tenemos la oportunidad de hablar con quién podría ser el amor de nuestra vida ¿o sí?

    Me acerqué lentamente, con una sonrisa en la cara, mirándola a los ojos, ella miraba los míos, y sin tartamudear demasiado, le pregunté con la mayor calma que pude:

    — Hola ¿me puedo sentar?

    —Hola. Sí, claro.

    —¿Cómo te llamas?

    — Me llamo Mariana, ¿y tú?

    —Yo soy Duarte. ¿Cuántos años tienes?

    —25 ¿y tú? ¿Eres de aquí o estás de vacaciones?

    —Tengo 27. Sí, soy de aquí ¿y tú?

    —Estoy de vacaciones, soy de la zona de Braga.

    —¿Ya conociste la ciudad? Es una ciudad muy bonita, tenemos buenas playas, algunas actividades deportivas y también diversión nocturna.

    —Vaya ¿qué actividades me recomiendas?

    —Te recomiendo hacer kayak, dar un paseo por las grutas, ir a ver a los delfines, jugar golf, y también conozco algunos sitios para caminar.

    —Me encantaría ir a ver los delfines, hacer lo del kayak y caminar.

    —Hagámoslo entonces.

    Intercambiamos números y acordamos arreglar una salida. Ella tenía que irse y yo me quedé ahí solo. Poco después de que se fuera, vino João, con una enorme sonrisa en la cara, y me preguntó.

    —Entonces, campeón ¿cómo te

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