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Huyéndole a La Muerte
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Libro electrónico178 páginas2 horas

Huyéndole a La Muerte

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Información de este libro electrónico

Johan qued hurfano antes de la adolescencia pero tuvo la fortuna de ser criado por doa Sagrada, su nana, quien estaba al servicio de la familia Salazar. Sin saber por qu empieza una persecucin en su contra, decidido a cerciorarse personalmente de la veracidad de las acusaciones que se le imputaba incluido el ametrallamiento de su coche, tom la decisin de salir del pas. En medio del desastre logran secuestrarlo.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento27 abr 2015
ISBN9781506500850
Huyéndole a La Muerte
Autor

Domingo José Estévez

Nació en Santo Domingo, República Dominicana el 10 de febrero del 1957. Al principio de su carrera como autodidacta del diseño del mueble, pero luego se especializo en ese campo y ahora imparte clínicas en ferias y eventos relativos a estos temas; quizás por esta vía le llega la inspiración de escribir poemas. Como artista del diseño del mueble, Domingo José Estévez obtuvo seis premios en un mismo año y numerosos reconocimientos en ferias nacionales. También ha participado en ferias en Europa, y por mucho tiempo se ha dedicado a la fabricación y comercialización de inmobiliario para el hogar. De igual modo, ha incursionado en proyectos habitaciones de gran envergadura. “Rostros de Mi Vida,” fue su primer poemario, y luego introdujo su segundo poemario “Mis Tres Amores.” Con la puesta en circulación de sus dos poemarios, salió a la luz su primera novela: “Perseguido por la tragedia, Cortejado por la fama.” Ya con cierta madurez, introduce su segunda novela, “Tres Mujeres por el Mundo” Domingo José Estévez pertenece al taller literario Antonio Fernández Spencer.

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    Huyéndole a La Muerte - Domingo José Estévez

    Copyright © 2015 por Domingo José Estévez.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:      2015903039

    ISBN:        Tapa Dura                     978-1-5065-0087-4

                      Tapa Blanda                  978-1-5065-0086-7

                      Libro Electrónico          978-1-5065-0085-0

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 21/04/2015

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    703634

    ÍNDICE

    DEDICATORIA

    AGRADECIMIENTO

    PRÓLOGO

    DEDICATORIA

    A Dios las gracia, por darme entendimiento para seguir escribiendo, en esta ocasión mi tercera novela.

    A mi padre Amable José, ya fallecido por lo que no alcanzó a ver los logros de sus hijos como entes de la sociedad.

    A mi madre Patria M. Estévez, por ser el soporte de mi vida dándome su apoyo incondicional y que por la formación que me inculco es que disfruto hoy de poder escribir y valorar su amor y dedicación.

    A mi hermano Isaac Estévez, por su colaboración en esta novela.

    A mis hermanos que en determinado momento me han servido de apoyo y soporte.

    A mi esposa, Margarita Rosario por su apoyo y compresión.

    A mis hijos, Yankoski, Aleudys, Suleydis, Ecarlys, Crithian, y Bryan.

    AGRADECIMIENTO

    Agradezco de corazón a las empresas que nombro a continuación por darme apoyo en esta obra, al señor Jose Agustín Galvan, presidente de G&G TAXES, telefono: (347) 346-7332 e-mail: galvantaxes@yahoo.com y al señor Bruno Genao, gerente de Broad Dyckman Car Service, telefono: (121) 304-8080

    PRÓLOGO

    Quedó huérfano antes de la adolescencia pero tuvo la fortuna de ser criado por doña Sagrada, su nana, quien estaba al servicio de la familia Salazar.

    Estando en la universidad se enamora de Vanessa, una joven hermosa de familia adinerada, aunque él era uno de los jóvenes más ricos de la ciudad.

    Comprometido para casarse se entera por vía de un anónimo que Vanessa le era infiel. No obstante, su mayor tormento fue enterarse de que su tío Víctor medio hermano de su padre estaba bajo sospecha de la muerte de sus padres.

    Decidido a cerciorarse personalmente de la veracidad de las acusaciones que se le imputaba a su prometida, fue al lugar donde lo citaron y allí pudo comprobar que efectivamente Vanessa tenía sexo con un desconocido. Estuvo observándolo por varios minutos sin ser descubierto, salió luego de su escondite desconcertado, con lágrimas en los ojos y cuando salió a la calle y caminó bajo un torrencial aguacero fue atropellado por una joven que conducía el coche de nombre Odett.

    Todo sucedió cuando cruzó una calle sin percatarse que venía un vehículo.

    Tiempo después vio al amante de Vanessa en la Universidad y al pasar varias semanas lo encontraron asesinado y lo culparon de su muerte.

    Sin saber por qué empieza una persecución en su contra, incluido el ametrallamiento de su coche, tomó la decisión de salir del país pero no se le permitió pues tenía un impedimento de salida por estar bajo investigación del crimen. En esa circunstancia decide ir a esconderse a una hacienda que tenían sus padres donde se encontraba con su amiga Alejandra.

    Tiempo después fue localizado por las personas que lo querían matar y le pegaron fuego a la cabaña dándole muerte a doña Sagrada. En medio del desastre logran secuestrarlo. Al pasar varios días logra escapar de sus captores y por recomendación de su mejor amigo Fabián, de nacionalidad haitiana, cruza la frontera hacia Haití donde familiares le darían la ayuda necesaria.

    Al llegar a Dajabón, pequeña ciudad fronteriza con Haití, conoce a Juan que le da trabajo y lo alberga en su casa y luego de contarle de su problema le aconseja que cruce a Haití a buscar ayuda con un clarividente. Cuando localiza al brujo le propusieron que hicieran pactos pero él no tuvo el valor, sale y se hospeda en la casa del guía que lo llevó a ver al brujo pero en la noche cae un torrencial aguacero y se desbordan los ríos arruinando con todo el pueblo donde él estaba. Ahí muere el haitiano, la esposa y uno de sus hijos.

    Al siguiente día se podían ver los cuerpos sumergidos en el lodo. Él fue rescatado por los familiares de su amigo Fabián y lo embarcaron hacia Francia donde permaneció alrededor de dos años cuando regresa al país se entera que de la relación que mantuvo con Alejandra tenía un hijo.

    Mirando hacia el horizonte estaba Johan Alfonso Salazar mientras observaba como se acercaba la embarcación al puerto del país que lo vio nacer y de donde tuvo que salir huyendo. El trasatlántico avanzaba hacia el muelle y aunque se alcanzaban a ver los palmares y los otros árboles que adornan las oficinas de aduanas, todavía no se podían ver las personas que se aglomeran a esperar a sus familiares. Al pasar algunos minutos empezaron a reunirse muchas de las personas que allí venían en la embarcación y que estaban deseosas de ver a sus parientes.

    Según avanzaban los minutos seguían subiendo a la cubierta del barco los extranjeros que venían a visitar el país. El Sol estaba resplandeciente y las aves revoloteaban alrededor del trasatlántico como queriendo darles la bienvenida a los pasajeros que allí venían.

    La avenida George Washington se alcanzaba a ver majestuosa con su obelisco imponente, mientras comenzaban a llegar los familiares de los pasajeros.

    Quizás Johan era la única persona que estaba cabizbaja y triste pensando que no tendría a nadie esperando por él. También pensaba que tendría que buscar la manera de subsanar los daños que ocasionó con su partida. Pero sus amistades más cercanas estaban conscientes de que si no se marchaba del país corría un grave peligro, quizás los amigos más cercanos lo habrían perdonado al enterarse de los problemas que provocaron su partida.

    Mantenía la certeza de que ni uno de sus amigos fuera a su encuentro pues hasta su amigo más cercano, Fabián, desconocía la fecha de su llegada. Según se acercaba la embarcación a la isla se sentía en los pasajeros la alegría de poder llegar a salvo a sus respectivas casas donde estarían los hijos, esposos y todo tipo de familiares.

    Los turistas que visitaban el país por primera vez observaban con admiración el alto obelisco de la avenida George Washington y los palmares que los adornan y los diferentes monumentos históricos que se pueden ver desde alta mar.

    Las personas esperaban con júbilo a sus familiares que llegaban en la embarcación y la plazoleta que está frente a la terminal estaba llena de autobuses para desplazar a los turistas a los diferentes monumentos históricos de la ciudad.

    Después de un largo trayecto navegando, todos estaban deseosos de tocar tierra firme.

    Para Johan Alfonso Salazar la travesía que realizó no fue de gran ayuda para olvidar los problemas que lo indujeron a realizar ese viaje y quizás con la premura que lo hizo él estuvo confiado en que algún día resolvería los inconvenientes que provocaron su partida; y tuvieron que transcurrir varios años para poder lograrlo aunque en principio tuviera que dejar todos los negocios que tenía en manos de otras personas.

    Cuando Johan decidió empezar su travesía se marchó sin pensar que podría en tan solo dos años resolver las dificultades que en ese entonces eran tan angustiosas para él. Ahora que regresa a su patria vuelven a su memoria los sufrimientos que ocasionaron su partida.

    Según se acercaba la embarcación al muelle donde atracaría llegaban a su memoria algunos de los hechos que hicieron que él realizara ese viaje que lo marcó para siempre.

    Con cada minuto que transcurría Johan miraba con entusiasmo cómo seguían aglomerándose en el puente de la embarcación muchos de los turistas que visitaban por primera vez el país. Johan se acercaba hasta donde se encontraban las personas y escuchaba conversar a algunos los compañeros de viajes.

    Gracias a Dios que hemos llegado sanos y salvos a tierra firme.

    Otros sonrían con mucho júbilo por haber llegado a sus hogares contentos de poder ver a sus hijos y esposas después de estar varios meses navegando por el océano. Según se acercaba la embarcación al puerto, los turistas estaban eufóricos tomando fotos para guardar un bonito recuerdo de su llegada.

    Johan se sentía alegre pero estaba algo cabizbajo pues tenía el deseo de que alguien fuera a su encuentro y pensó que quizás nadie vendría a recogerlo pues debe haber mucho resentimiento por la forma de cómo abandono el país, pero todo tiene una explicación.

    Y con tristeza empezó a recordar algunos de esos motivos para dejar su país, a sus amigos y a la mujer que amaba.

    —Hola María Alejandra, hace mucho tiempo que no venía a visitarme. ¿Cómo estás? Ven pasa y ponte cómoda.

    —Gracias Johan, yo estoy muy bien. ¿Y tú que has hecho?

    —Nada. ¿Qué puedo hacer? Solamente esperar que llegue la hora de partir pues no quiero desesperarme sabiendo que no cambiaría nada pues tú sabes que si me desespero tendría que abandonar la idea de montarme en ese avión ya que son nueve horas de vuelo.

    Johan había planeado ir con su prometida a comprar los ajuares de su boda a Francia aunque ya la mayoría de los que se usaría los habían pedido por Internet, pero su novia Vanessa le había solicitado que la acompañara a recogerlos y de esa manera hacerle los arreglos pertinentes al vestido de novia.

    En ese momento se escucha el sonido del timbre de la puerta con insistencia.

    —Señora Sagrada… señora Sagrada —llamaba con insistencia el dueño de la casa.

    —Ya voy joven Johan —contestó el ama de llaves y nana del joven.

    Doña Sagrada era una señora entrada en edad que se ocupó de Johan desde los siete años después de que sus padres murieran en un accidente los cuales la habían contratado para cuidarlo y después de ellos haber fallecido la nombraron a ella como su albacea aunque los negocios los atendía una compañía de abogados muy prestigiosa de la ciudad. La señora lo atendía desde que él tuvo raciocinio, lo cual dio motivo para que Johan la quisiera como a una madre. Él la observaba según se acercaba a la puerta principal mientras a su vez ella miraba con el temor de recibir una amonestación de aquel joven guapo que muchas veces le había comunicado sus deseos de que ella buscara alguien que hiciera el trabajo de abrir la puerta pero era en vano su empeño por hacerle la vida más fácil pues aunque ella era una anciana no quería dejar de trabajar. Johan la miraba dirigirse a la puerta y de nuevo suena el timbre y es la señora Sagrada quien contesta.

    —Ya estoy aquí; un momento por favor.

    Abre la puerta y quien está frente a ella es el amigo más cercano de la familia y el mejor amigo del dueño de la casa: Fabián Neftalí Contreras, un joven de piel blanca, ojos verde grisáceo, pelo lacio, delgado, alto, nariz fina con la punta encorvada y un cuerpo atlético. Ciudadano haitiano pero si él no lo manifestaba nadie se enteraba pues habla el español correctamente por haber estudiado en una universidad del país. Además se especializó en varios idiomas incluyendo el español y también se graduó de abogado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y aunque tenía treinta años aparentaba solo veinticinco. Era un soltero empedernido que trabajaba para la compañía que cuidaba de los bienes de la familia Salazar. Después que murieron los padres de Johan fue nombrado junto a la señora Sagrada, la albacea de la vasta fortuna dejada por sus padres fallecidos. Al conocerlo desde antes de graduarse, se hicieron buenos amigos.

    —Buenos días doña Sagrada. ¿Cómo está?

    —Buenos días señor Fabián. Estoy muy bien.

    Parado en la puerta, Fabián dirigió su mirada hasta el interior de la casa y pudo ver a su amigo que conversaba muy animado con su mutua amiga María Alejandra, y le grita

    —Oye Johan, a la señora Sagrada hay que comprarle unos patines para que pueda llegar con rapidez a la puerta pues tenía varios minutos esperando a que me abriera. Sagrada frunció el ceño y lo miró con gestos despectivos.

    —Fabián, amigo mío no seas injusto con mi viejita. Ella abre la puerta porque le gusta estar haciendo algo y le gusta trabajar, y ya le he dicho que busque a alguien que la ayude pues ella no está aquí para abrir puertas, pero siempre se niega a obedecer pues ella se justifica diciendo que no puede dejar de trabajar por temor a tullirse. Doña Sagrada lo miraba como si estuviera hipnotizada, ya que nunca se casó y desde que murieron los padres de Johan se dedicó a cuidarlo y era tanto el amor de madre que sentía por el joven de la casa que no tenía otra opción que mirarlo y sonreír pues el joven siempre le demostraba quererla como a una madre. Él siempre le comunicaba sus deseos de que ella buscara a alguien para que le ayudara.

    —Pero mi niño, tú quieres que me tulla estando sentada —replicó la señora algo enojada. —Ya tenemos a alguien que ayuda con la cocina y si me quedó sin hacer nada me puedo quedar tullida —se defendió mientras se dirigía hacia la cocina muy enfadada mientras Johan le seguía replicando.

    —Claro, y si hubiera sido por ti la joven que está en la cocina no estuviera aquí, pues nunca quieres entender que tú no estás en esta casa para trabajar, pues mucho ya has trabajado cuidándome desde que era yo un niño.

    —Sabes que lo hago con mucho gusto mi niño. Además tú debes comprender que tengo por costumbre abrir la puerta en esta casa desde que tus

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