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La Habana Sí
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Libro electrónico200 páginas3 horas

La Habana Sí

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Despus de veinte aos, Nilo regresa a la Isla en busca de un pasado que lo ha atormentado durante todo el tiempo en el exilio, tambin, de cierta manera regresa para encontrarse con Toms, su mejor amigo que qued atrs y del que ms nunca ha sabido nada. Tiene una cuenta pendiente con l pues existen dudas en torno a su amistad.

En el ao 80, ao del xodo del Mariel, Nilo fue obligado a salir del pas rumbo a Miami junto con cientos de miles ms, aunque l no simpatizaba con el gobierno, no estaba en sus planes partir hacia EE.UU., sin embargo, es forzado a irse de todas maneras. Poco antes de partir, alguien le dice que es Toms quin est detrs de toda la patraa porque est enamorado de la novia de Nilo, ste no lo puede creer pero la semilla de la duda ya est sembrada. As llega a la capital del exilio con la frustracin que le produce haber perdido a su patria y a su mejor amigo sin tener una respuesta a todas sus preguntas. Aun cuando no tiene un buen comienzo en su nueva ciudad, finalmente logra cierta estabilidad, perturbada solamente por sus encuentros con su jefe a causa de sus diferentes puntos de vista sobre Cuba.

Su visita a La Habana lo sacude en todos los niveles, hay un contraste muy grande con lo que haba dejado y el encuentro con su barrio y sus amigos le hace sentir de nuevo un calor humano que se haba perdido en su memoria, como colofn, su encuentro con Toms y las noticias sobre su novia, le dan un giro imprevisto a la visita que lo deja con un sabor agridulce en los labios.

Cuando regresa a la ciudad que lo acogi hace veinte aos, no solo deja atrs la Patria que nunca olvid, deja tambin, lo que de ahora en adelante va a ser el sentido de su vida .

IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento9 nov 2011
ISBN9781463311971
La Habana Sí
Autor

Nelson Diaz

Nelson Daz naci en La Habana, un 19 de mayo de 1948, estudi en la Escuela de Comercio, la cual no termina pues es llamado al Servicio Militar Obligatorio con slo 16 aos. Se grada de Ingls en el ao 1976 de la Escuela de Idiomas Mrtires de Kent y pasa a trabajar ese mismo ao de profesor en una Escuela Secundaria Bsica. Sale de Cuba definitivamente hacia Costa Rica en enero de 1981, en marzo de ese mismo ao llega a Miami, Florida, donde finalmente puede terminar los estudios de Contabilidad. Se hace ciudadano americano en 1986. Es divorciado y tiene cuatro hijos que se llaman: Rashel, David, Rachelita y Alex. Actualmente est retirado y dedica su tiempo libre a escribir, vive solo en Miami o en Barranquilla, le fascina el deporte, en especial, el futbol, siendo sus equipos preferidos el Barcelona y el Boca Junior. Tambin disfruta cocinar y el buen vino, sus cantantes preferidos: Sabina, Serrat, Pablo Milans y Silvio Rodriguez, para bailar, salsa con el grupo cubano Los Van Van. En estos momentos, trabaja en su segunda novela que se titula: Mujeriego, la Historia de Alex Mantilla.

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    Vista previa del libro

    La Habana Sí - Nelson Diaz

    Contents

    La Habana, Sí

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capitulo 6

    Capítulo 7

    Capitulo 8

    Capitulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

     .  .  . Tú eres realmente el más cierto de horas inciertas

    Roberto Carlos

    Este libro está escrito en honor a la amistad, palabra sagrada que fue concebida para representar los sentimientos de afecto y lealtad entre los hombres, que sirve de apoyo y complemento, a la falta de amor que muchas veces se experimenta entre los seres humanos. El hombre que tiene un amigo, tiene un tesoro para toda la vida que lo hará el más rico entre todos los mortales. Dedico esta humilde obra a ustedes, mis amigos de hoy y los de siempre, a los que están y a los que ya partieron. Gracias por caminar junto a mí este sendero de altas y bajas que ha sido mi existencia, gracias por las lágrimas y las sonrisas, gracias por el privilegio de haber sido parte de ustedes.

    Nelson Diaz

    La Habana, Sí

    El timbre del teléfono sonaba estrepitósamente como si se encontrara dentro de una caverna, en realidad, Nilo no tenía idea que tiempo llevaba sonando, sin embargo logró descolgarlo y pudo oír del otro lado una voz bien familiar.

    -Cariño, llevo rato tratando de despertarte y no puedo, es que te acostaste muy tarde-preguntó Susan medio asustada.

    -No baby, lo que pasa es que estaba desvelado y tuve que tomarme una pastilla para poder conciliar el sueño, ya mismo me levanto y me doy una ducha, recógeme en media hora y gracias por la llamada-le contestó Nilo un poco apenado por haberse quedado dormido.

    Susan era en realidad una chica maravillosa, lo mejor que le había sucedido en largo tiempo, era una de esas mujeres que dominan el arte del silencio y nunca hablaba de más. A Nilo le molestaban las mujeres muy habladoras y esa era una de las tantas razones por las que no duraba mucho tiempo con ninguna. Ella también le gustaba mucho en la cama y eso era un punto muy importante para él, era de los que pensaba que los grandes amores empezaban y terminaban en la cama.

    Se tiró de un salto y salió disparado para el baño, eran las tres de la madrugada y debía estar en el aeropuerto a la cuatro. Por una de las tantas cosas incomprensibles de los viajes a Cuba, las agencias de viaje te hacen estar allí cinco horas antes de la partida del avión pues hay que llenar una serie de papeles y además registrar todo el equipaje que uno lleva. A Nilo eso lo ponía furioso pero era algo que estaba fuera de su control, hacía mucho tiempo que había aprendido a dominar su genio con lo que no estaba a su alcance y éste era uno de esos casos. Tal vez en un futuro no muy lejano, los cubanos pudieran viajar a su país como ciudadanos normales que solo quieren regresar al lugar donde nacieron, sin tantas trabas ni restricciones, sin embargo, por el momento había que aceptar las reglas de juego existentes, en definitiva, lo más importante para él, era el hecho de que al fin iba a lograr lo que llevaba años planeando, visitar Cuba después de tanto tiempo esperando. Le parecía mentira que en unas horas estaría pisando esa tierra de la que había salido veinte años atrás. Cuántos recuerdos, cuántos sueños llenos de vivencias inolvidables que no pudieron borrar ni el tiempo ni la distancia, cuánto dolor ante la impotencia de saber que no hay regreso y la cruda realidad que se ha perdido la Patria, pues para Nilo eso era de vital importancia y no le gustaba que la gente se confundiera con su cubanía. Él estaba profundamente agradecido de los Estados Unidos, no solo por haberlo aceptado en el país, sino por las oportunidades que le habían brindado, él era un fiel cumplidor de las leyes de este país y había pagado con creces por el error en que se había visto envuelto, hasta ahí todo estaba bien, pero eso sí, ésta nunca sería su Patria, algo bien dentro le decía que siempre sería un visitante, alguien a quién se le agradece la estancia pero que no es parte de la casa, una piedra que las olas trajeron a esta orilla pero que en verdad pertenece a otra playa.

    No había terminado de vestirse cuando Susan tocaba a su puerta. La recibió así sin camisa y el pelo todo mojado.

    -Oye, te ves bien sexy, sabes-le dijo ella con picardía-tu crees que haya tiempo para un cortico

    -No jodas Susan, tu piensas que a mi se me va a parar como tengo los nervios, si no te metes en la ducha y te refrescas un poco, te veo muy jodida-

    -Okey cariño no te me pongas tenso que hoy es un día muy importante para ti y yo solo estaba jugando-le contestó ella en un tono que parecía ser conciliador y acto seguido le regaló una de sus mejores sonrisas.

    Él terminó de vestirse en silencio y ella se dirigió a la cocina a prepararle un café, ella sabía que eso era lo que más le gustaba al levantarse. Poco a poco había ido penetrando en ese mundo íntimo de Nilo, algo que ninguna mujer había logrado, claro que ella no se hacía muchas ilusiones, además él siempre era muy sincero al respecto y constantemente le recordaba: yo soy como Pito Pérez, no quiero soportar a nadie ni que nadie me soporte a mi. Susan no tenía idea quién pudiera ser el tal Pito Pérez, pero sin lugar a dudas Nilo era un fiel seguidor de sus principios.

    Eran la tres y media cuando dejaron el apartamento y bajaron sigilosamente hacia el parqueo. Lo que más le molestaba a Nilo era el gran bolso de viaje que llevaba pues pesaba más de sesenta libras. Era uno de esos gusanos (así le llamaban por su forma) que se habían hecho muy populares entre los cubanos que viajaban a Cuba. Lo más curioso era que la mayoría de las cosas que iban en el gusano, eran encargos que le habían dado sus amistades, pues en realidad él solo llevaba la ropa que iba a usar. Al contrario de las demás personas que viajan a Cuba, Nilo no iba cargado de regalos, más bien iba en busca de uno, aunque él lo desconocía, no podía tener ni la menor idea de las sorpresas que le esperaban en esa Isla que amaba tanto y que era su mayor obsesión desde hacía tantos años. La vida le iba a demostrar, que las cosas bellas que había dejado atrás, seguían intactas a pesar del tiempo y la distancia.

    Susan se montó al timón, no sin antes dirigirle una mirada a Nilo buscando su aprobación, pues sabía que a él siempre le gustaba conducir. Él se limitó a guiñarle un ojo y se sentó junto a ella, se recostó hacia atrás y cerró los ojos. Ahora comienza mi viaje hacia el reencuentro pensó sosegadamente tratando de lucir lo más compuesto posible, aún sabiendo que era evidente su estado de ansiedad. La ciudad, a esas horas de la madrugada estaba en calma y tristemente desierta. Nilo no habló en todo el viaje, mientras, su mente lo transportaba velozmente en ese salto al pasado que tantas veces había realizado y que siempre terminaba en el mismo lugar, su Isla querida.

    Capítulo 1

    Corría la primavera del año 80 y los sucesos de los últimos días tenían a toda la población en estado de alerta. Todo había comenzado cuando el Gobierno había retirado las postas a la embajada del Perú producto de un altercado en la misma entre un grupo de gente que quería entrar para pedir asilo y los guardias que allí cuidaban y donde resultó muerto uno de los militares. Al correrse por toda La Habana, la noticia de que la embajada no tenía custodia, la gente empezó a entrar por la puerta en una alocada estampida. Finalmente, cuando ya eran varios miles las personas que allí se encontraban, el propio Gobierno decidió cerrar la entrada a la embajada, comenzando así la agonía de los que allí se encontraban atrapados y desinformados, una aventura en la que nadie sabía con certeza cual sería su destino, ni cuanto podía durar la misma. Fueron días de mucha tensión hasta que empezaron a llegar botes desde Miami a buscar familiares y llevárselos con ellos, a lo que el Gobierno respondió habilitando el Puerto del Mariel como punto de recogida, pero no solo a los que habían entrado en la embajada, sino tambien a todo aquel que se quisiera marchar. Eso creó aún más confusión dentro de la población, pero el tiempo demostraría lo magistral de este golpe por parte del Gobierno.

    A Nilo, como al resto de la población, estos sucesos lo cogieron por sorpresa, sin embargo, no le prestó mucha atención ya que él no estaba interesado en irse del país ni mucho menos. Sus padres, quienes habían salido rumbo a España hacia dos años, lamentablemente habían perdido sus vidas en un trágico accidente. Como es lógico pensar, eso había arruinado todos los planes que la familia tenia para el futuro, con ellos también se fueron los sueños con una vida diferente pero lejos de su Patria. En realidad él no se sentía identificado con el Gobierno y le molestaba mucho un sistema como ése donde las ideas se imponen y no te dejan opción, además, odiaba la política y eso era muy difícil de evadir en un sistema comunista. Claro que Nilo no se hacía ilusiones, estaba consciente de que con su actitud apática y rebelde, nunca llegaría a ser nadie en Cuba, no obstante, era feliz a su manera, no le faltaban amigos y su suerte con las mujeres era envidiable y aunque reconocía que era una forma muy simple de ver la vida, en su mundo solo mandaba él pues en definitiva, era tan libre como el que más ya que nadie podría entrar nunca en su mente Paradójicamente, Tomas, su mejor amigo, sí era un fiel servidor del sistema que orgullosamente portaba su carnet de la Unión de Jóvenes Comunistas. Había venido a La Habana desde Matanzas cuando solo era un niño y tenía muchas cosas que agradecerle a la Revolución, desde la casa en que vivía junto a sus padres, hasta los estudios de Ingeniería que recién había terminado, sin embargo, Tomas era una gente impecable, alguien con quien se podía discutir y nunca caía en los extremos como otros partidarios del régimen. Aparte de eso, ellos rara vez hablaban de política pues su verdadera pasión era el deporte, era en realidad una amistad única que nada ni nadie podría nunca empañar, al menos eso pensaba Nilo en aquel momento, no podía imaginar como cambiaría su vida en unos pocos días.

    Eran los primeros días de Mayo y Nilo regresaba de la playa, estaba sin trabajo porque el taxi que manejaba estaba en el taller y no había otro disponible, al entrar en el edificio donde vivía notó que todos en el pasillo lo observaban con una mirada que a él le pareció de lástima. Frente a la puerta de su apartamento estaba la jefa de vigilancia del Comité de Defensa, una vieja que era una arpía y que todo el mundo le pedía la cabeza por chivata y entrometida, sin embargo, se llevaba bien con Nilo porque éste, para tenerla contenta, la llenaba de piropos a todas horas.

    -Nilo mi hijito, te tengo malas noticias-le dijo cuando éste ya estaba casi junto a ella

    -Mira Laura no me jodas que vengo de la playa y he pasado un hambre del carajo. Para colmo de los males, el mango que llevé algún hijo de puta me lo robó-

    -Lo siento Nilo pero esto es en serio. Debes de presentarte antes de las 10 de la noche en el Cuatro Ruedas, allí te van a llenar los papeles para que te vayas para Miami-le contestó Laura sin mirarle directo a la cara.

    -Y quien coño te dijo a ti ni a nadie que yo me quiero ir de aquí, todo el mundo sabe que yo no vacilo este sistema, pero tambien saben que yo no ando en nada raro, además, a mi no se me ha perdido ni carajo en los Estados Unidos-le ripostó Nilo con la cara bien encendida por la furia.

    -Mira Nilo, esa descarga a mí no me va, yo ya cumplí con darte la citación-le dijo la vieja y se marchó sin darle tiempo para más.

    Nilo se quedo parado donde estaba sin saber que hacer, miró a su alrededor y todos seguían ahí mirándolo con la misma cara de lástima que cuando entró. Estaba iracundo, no podía concebir lo que le estaba sucediendo. El sabía de mucha gente que se habían apuntado en la estación de policia como homosexuales y prostitutas sin en realidad serlos, sólo con la intención de que los mandaran para Miami, la gente hacía y decía cosas increíbles con tal de que los montaran en un bote para los EE. UU. pero el caso de él era distinto, él no quería irse ni tenía motivos para hacerlo, aun así, sabía que estaba en un callejón sin salida.

    De ahora en adelante los acontecimientos se producirían en forma vertiginosa y todo sucedía como en una pesadilla. En el famoso Cuatro Ruedas, centro de procesamiento, no lo habían dejado ni hablar, ni siquiera había podido averiguar por orden de quién el había sido mandado a procesar. Aquello era un enjambre de gente y todos iban de una mesa a la otra con caras de asustado. Después de más de tres horas en aquel manicomio, ya estaba procesado y sólo le restaba esperar en la casa a que lo vinieran a buscar para conducirlo al Circulo Social Gerardo Abreu Fontan, punto de concentración antes de partir hacia el Mariel.

    Cuando llegó a su casa eran las 2 de la madrugada y allí lo estaba esperando su amigo inseparable, estaba lívido, como si hubiera salido de una tumba y una gran pesadumbre se le notaba en el rostro.

    -Tomas, que haces aquí a estas horas de la madrugada?-le preguntó Nilo con ansiedad

    -Ya me enteré la mariconá que te hicieron, Luly fue a mi casa con la noticia, a los viejos casi les da un paro cardiaco-respondió Tomas en un tono bien serio A Nilo se le encendieron los ojos al oír el nombre de Luly, era su última conquista y no le había hecho mucho caso recientemente, aun cuando sabía que esa era una chica diferente, la había tratado con el mismo desprecio que a las demás. A ninguna la tomaba en serio y ese era uno de los defectos que Tomas le criticaba con más fervor, a éste no le gustaba que jugaran con los sentimientos de las mujeres. En el caso específico de Luly, los dos se habían interesado por ella al mismo tiempo, claro que una vez más, la suerte con las mujeres había favorecido a Nilo y en este caso, Tomas había llegado a convertirse en el mejor amigo de ella y en su más fiel confidente.

    -Es asombroso como corren las noticias en este barrio-comentó Nilo en voz baja. -Yo creía que ella estaba brava conmigo despues de tantos embarques que le he dado-

    -Por supuesto que está cabrona contigo, pero eso no quita para que se preocupe por ti, siempre te dije que esa muchacha era diferente pero tú con tus huevos frescos, siempre haces la misma mierda, lo tuyo es solo meterla sin importarte el daño que puedas hacer y eso no está correcto. Nilo tu sabes que eres mi hermano, pero me gustaría ver que un día empezaras a madurar

    -La verdad que a ti si te roncan los cojones, están a punto de mandarme en un bote pa´ casa del carajo y no se te ocurre nada mejor que meterme un sermón. Ya te lo he dicho anteriormente, esa chiquita está muy rica y es muy sexy, pero es muy seria para mí, lo que ella quiere yo no se lo puedo dar, no es cuestión de madurar como tú dices, es simplemente que yo no estoy listo para eso que llaman amor-le ripostó Nilo sombríamente.

    -Bueno vamos a dejarlo ahí y hablar de tu problema que es lo más importante. Cuéntame que has podido averiguar-replicó Tomás con ansiedad.

    -Para serte honesto, sigo en las mismas, ya tengo una pata dentro del bote y todavía no se quien fue el H. P. que me echó pa´ lante, mañana voy a moverme para ver si puedo salirme de ésta, deséame suerte y nos vemos por tu casa hemano-le contestó Nilo con una voz que a su amigo le pareció vacía.

    Al día siguiente Nilo movilizó cielo y tierra tratando de encontrar a alguien que lo quisiera ayudar pero nadie se atrevía a mover ni un dedo en ese sentido y de todos recibía la misma respuesta

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