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Jaime Garzón: mi hermano del alma
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Jaime Garzón: mi hermano del alma
Libro electrónico264 páginas1 hora

Jaime Garzón: mi hermano del alma

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Este libro, a través de sus páginas, se adentra en el corazón, en lo más profundo de la historia de los Garzón Forero, familia donde nació Jaime Garzón Forero, uno de los críticos políticos más importantes en la historia de Colombia, asesinado el 13 de agosto de 1999.

Por medio de entrevistas, documentos, archivos y álbumes con fotografías inéditas, Marisol Garzón rinde un homenaje a su hermano: 'A Jaime, mi hermano del alma, que me llevó de su mano por la vida, que me enseñó a mirarnos desde lo más profundo, que me hizo sentirme privilegiada de ser su hermana, que me dejó ver la inocencia de su corazón'.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 ago 2020
ISBN9789584454324
Jaime Garzón: mi hermano del alma

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    Jaime Garzón - Marisol Garzón Forero

    Agradecimientos

    La Alegría de vivir

    Héctor Osuna

    Jaime estaba en medio de un grupo de muchachos que reía con él y zumbaba. No era todavía Jaime Garzón, era el hermano de Alfredo. Así se me presentó: Yo soy el hermano de Alfredo Garzón, usted es Héctor Osuna, ¿verdad? ¿Y qué hace aquí tan solo?, Espero el bus o un taxi, porque tengo mi carro varado en la 61. ¡Vamos!

    Me fui con él, que tan espontáneamente se ofrecía a desvararme. Yo miraba con sorpresa su rostro juvenil, su cabello despeinado, sus cejas pobladas, su tez tolimense (pero era bogotano) y su alegría alocada. Confiaba plenamente en que era el hermano de Alfredo, aquel ser apacible, de inteligencia recóndita, meditador, frailuno y de risa impredecible.

    Llegamos a Chapinero (veníamos en taxi desde la avenida Chile) hasta donde estaba aparcada mi belleza, color habano, Dodge 1.500. A ver, abra el capó, obedecí, acostumbrado a mi total ignorancia mecánica, pese a contar con un cierto sentido automotor. Se retiró uno de los zapatos, me dije: este tipo es loco y cual Nikita Kruschev le dio tremendo alpargatazo a mi batería. No me importó. Yo sólo cuidaba la carrocería impecable de mi hermoso cacharro.

    Encienda. Y listo, emprendimos la marcha. Le ofrecí llevarlo hasta su casa, donde además quería mostrarme los dibujos de Alfredo. Me impresionaron. Vivía en aquella noble casa de San Diego con su inefable mamá, doña Daisy, educadora amorosa, remedada más tarde por él en la voz de Dioselina Tibaná.

    Era indómito, charlatán, cansón y noble de corazón. No podía ser menos, hijo de tan amorosa madre, en cuya ancianidad y muerte me hallé. Ví a Jaime, meses o algún año más tarde, de overol azul, cual obrero francés, pintando de acuerdo con un código riguroso de colores los frescos de la iglesia parroquial de Tocaima. Alfredo era el artista de los hermosísimos cuadros murales, que quedaron en un solo lado de la nave. Jaime era el principal artífice, que obedecía a la yuxtaposición cromática, ya que se trataba de una moderna interpretación evangélica en tonos planos. Reía, alborotaba y aplicaba brocha. ¡Cómo debieron quererlo los de su combo y, por supuesto, sus hermanos, Marisol, valga el ejemplo, quien titula esta obra: Jaime, mi hermano del alma!

    Era temiblemente espontáneo. Siempre le he tenido algún espanto a los que responden rápido y esto desde el colegio, a los que daban la inmediata solución matemática. Una noche fui a saludarlo, andaba yo con Alfredo, en el teatro de la Castellana, luego de su interpretación en Mamá, Colombia. Venía Jaime con no sé qué bártulos, libros y folletos en sus brazos ocupados y arrojó todo al pavimento para regalarme un abrazo. Reímos a carcajadas.

    No estuve en todo lo de Jaime, pero no puedo olvidar que la primera edición de su Quac, el noticero la vió en mi televisor, echado literalmente en el piso de mi apartamento. Comenzaba el gobierno de Samper y había sido invitado a continuar alborozando a la tropa del Guardia Presidencial en las fiestas navideñas. El presidente Gaviria lo había privilegiado bastante y Jaime fue fiel divulgador de su Constitución, la muy violada del 91.

    Como todos los colombianos, no me perdía sus programas televisados. Su parafernalia, sus máscaras políticas, sus tramoyas. Me preocupaban sus dientes volados para quien tanto se reía y gesticulaba. Un día me llamó y me contó que sería sometido a tremenda cirugía bucal. No volví a saber de él hasta cuando apareció, para sorpresa de todos, un extraño personaje en la televisión: Heriberto de la Calle, desmuecado, tiznado, con voz de gremio lustrador. He creído que nadie lo reconoció y que yo fui el primero, entre otras razones, porque no se me escapan fácilmente las fisonomías y porque además contaba con el aviso de su dentadura, que le había sido extraída, casi en su totalidad. Una hermosa prótesis lució después.

    Una fría mañana de agosto de 1999, no me había incorporado de la cama, cuando alguien de mi casa se acercó y me dijo: mataron a Jaime. Jaimes hay muchos, pero Jaime era sólo él. Estremecimiento, desconsuelo, desesperanza por la recuperación de esta patria herida. Asesinaban el humor, moría la juventud, moría el hijo para una madre dolorosa. Que ella era como una casita vieja, solía decirme doña Daisy, a la que cada día le aparecía un daño: ella misma se asimilaba a su propia casa de San Diego, donde todavía hace cuna el recuerdo. No sigo.

    NB. Este libro intimista, de remembranzas familiares, que bien pueden llamarse históricas, toda vez que Jaime alcanzó la nombradía nacional, estaba faltando para cerrar el ciclo vital de quien mereció estatua. Cuando miro su bronce de cuerpo entero, en las inmediaciones de la Feria Internacional, el cual es de gran acierto representativo, obra de un sobrino del maestro Pinto Maldonado, me pregunto: ¿cuántas estatuas habré conocido y tratado personalmente? Esta fue una de ellas, con la cual dialogué en franca camaradería. H.O.

    El álbum de fotos

    A mi Tía Cookie (Rafaela Forero, q. e. p. d.)

    este álbum de fotos

    porque de ella aprendí:

    la templanza en la fe,

    la alegría del compartir,

    la sencillez en la entrega.

    Marisol Garzón Forero

    Mi nombre es Marisol, Marisol Garzón Forero, realmente mi nombre completo es María Soledad pero desde niña me han dicho Marisol y, honestamente, a mí me gusta que la gente me llame simplemente, Marisol.

    Mis hermanos son Jorge, Alfredo y Jaime Garzón Forero y hoy quiero invitarles a ustedes a que sigan a mi casa, a que entren y se sienten cómodos en la sala porque voy a abrir para ustedes mi corazón, mis recuerdos y algo que la fotografía digital característica de este siglo XXI está acabando: mi álbum de fotos, el de mi familia, el de nuestra niñez con toda la carga de remembranzas, anécdotas y sobre todo, de vida.

    ¿Por qué mi álbum de fotos? Bueno, para mi familia y para mí es muy significativo porque es recordar la historia, es la huella, la lectura que uno puede hacer a través de las fotos de todas las personas con quienes tuvimos y tenemos vínculos. Hoy por ejemplo, veo fotos, lo uno a todo esto que mi Mamacita me contaba, hago interpretaciones y entiendo muchas cosas que a la luz del transcurrir de los años, se ven de otra forma.

    Yo quiero contarle a la gente que conoció a Jaime, a ustedes mismos, quiénes éramos nosotros, quiero que sepan que somos hijos de una familia sencilla, humilde pero muy trabajadora, muy honesta, con valores muy profundos que quería una casa, un hogar, una ciudad, un país, un mundo para todos, compartido, al servicio de todos, donde todos cupiéramos, tuviéramos los mismos derechos, los mismos compromisos, el mismo amor por lo que hacemos.

    Mi papá, Félix; Marisol; mi Mamá, Daisy; y mis hermanos, Alfredo, Jaime y Jorge.

    Hablé con algunas editoriales para escribir este libro y ellas necesitan gente famosa, cosas extravagantes para contar, necesitan que yo revele cosas que no tengo por qué revelar. Mi pretensión solamente es un compromiso conmigo misma, con mi historia, con la historia de Jaime, con la de mi familia, con nuestros valores de crianza.

    Le conté a mi Médica la Doctora Catalina Mosquera que estaba escribiendo este libro y le decía que era muy duro porque es recordar cosas, situaciones, momentos tal vez olvidados o que no había elaborado; ella me decía pero le va a servir mucho Marisol porque es como sacar del alma muchas cosas que están metidas allá. Por eso quiero contarles todo a ustedes a través de este pasar las fotos de mi álbum.

    Yo tengo muy presente que cuando llegaba alguien a mi casa (uno no lleva a cualquier persona a su casa, cuando alguien llega es porque se le abren las puertas, el corazón, la historia y esa persona se hace digna de la confianza de uno y uno también es digno de la confianza de esa persona), lo primero que uno hacía, antes de prepararle las onces que eran con chocolate caliente, era decirle venga nos sentamos o siga y se sienta y uno sacaba el álbum de fotos y le comenzaba a contar este es fulano, este es zutano, y este es… no sé quien es, entonces mi Mamá le contaba a uno quién era y comenzaba una conversación alrededor de las imágenes y los momentos. Para mí misma repasar el álbum de fotos es volver a ver muchas cosas de las que uno no sabía pero en las cuales participó, que después del paso del tiempo se ven con otros ojos y también se disfrutan.

    Jorge de 1 año y medio

    Yo siento que el álbum deja ver mucho, las fotos dicen muchas cosas de lo que uno es, con quién anda, qué gestos tiene, qué actitud toma, quién es. Por ejemplo, yo encontré algo muy lindo: mi Mamá tuvo que adorar a mi hermano mayor Jorge, eso lo fui descubriendo porque le tomó fotos al mes y al otro mes y al año, ¡cada mes!, mostrando cómo para ella fue tan significativo él, tan importante. Por eso cuando Jorge se va a Estados Unidos para mi Mamá es muy duro, pero con las fotos es como tener a los seres queridos ahí. Yo, por ejemplo, veo todas las mañanas la foto de mi Mamá y la saludo porque para mí es recordarla en su gesto de cariño, de picardía, de ternura, de todo lo que encierra una Mamá.

    Hace algún tiempo tuve la oportunidad de leer un hermoso libro de Celia Cruz que me dejó mi tía Cookie (Rafaela Forero) y que me inspiró. Son pistas de Dios acerca de lo que tenía que hacer este año, cuando Jaime cumple diez de ser asesinado. Vi fotos muy lindas de Celia niña, cuenta cómo eran de pobres, cómo desde su cantar, desde ganar concursos allá en La Habana en emisoras sencillas, comenzó a darle posibilidades a su familia siendo premiada con mercados, con algún dinero y después de verla triunfar con tanta elegancia y sencillez, me conmoví.

    Jaime y Marisol

    Quiero, a través de las fotos, contarles a ustedes cómo fue ese Jaime que me dio la mano toda la vida y con quien estuvimos juntos desde niños. Mi Mamá nos enseño a tomarnos de la mano, a ir juntos, a responder el uno por el otro, a obedecerle al grande y a cuidar al pequeño. Yo quiero que este acercarse, embarcarse y meterse dentro del mundo de los Garzón Forero sea una experiencia maravillosa para quien lea este libro, pero también significativa para quienes no conocieron a Jaime o para los niños y jóvenes que hoy están creciendo.

    Muy bien. Bienvenidos. Creo que así estamos más cómodos. ¿Quieren tomar algo?, ¿una aguadepanela con queso?, ¿un chocolatico?, ¿un jugo? Voy a seguir hablando un poco más fuerte mientras voy a la cocina a prepararles algo…

    Este libro también tiene una pretensión didáctica. Enseñar y aprender a través de la palabra, de los recuerdos y de la interacción, lo importantes, lo únicos que somos todos y la capacidad que tenemos de construir valores y una sociedad que se mire a sí misma con ojos de niño, con toda la capacidad de cambio, justicia y solidaridad posibles.

    Está salpicado de recuerdos no solo míos sino de mis familiares, de personas que compartieron con Jaime, de su mejor amigo del colegio, de sus profesoras. Algunos escritos suyos de puño y letra se incluyen en las hojas de este libro y al final la transcripción de una conferencia suya en la Corporación Universitaria de Occidente que circula en un video y que me pareció interesante y lúdico dejar que ustedes conozcan.

    Escribir ha sido recordar, ver

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