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70 Años En México
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70 Años En México

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En junio del 2007 se cumplieron 70 Aos de la llegada a Mxico
de 450 nios y nias espaoles, quienes tuvieron que
abandonar su pas debido a la Guerra Civil.
El presidente del Gobierno Espaol, Jos Luis Rodrguez
Zapatero, viaj a Mxico para la celebracin de este
septuagsimo aniversario. Sus palabras ayudaron a mi padre
Carmelo Cervantes Muela a replantear lo sucedido. "Tengo la
conviccin de que del ejercicio de la memoria, del recuerdo de
la historia, hay que extraer mensajes positivos y elaborar
proyectos de futuro". Otra parte de su mensaje son estas lneas:
Gracias por su esfuerzo de aos; gracias por su actitud de
generosidad y comprensin, incluso para la situacin que les
provoc tanto sufrimiento; gracias por su patriotismo; gracias
por su amor a la libertad; gracias por su amor a Espaa; gracias
por llevar la bandera de la dignidad cada da; gracias por su
ejemplo de superacin y gracias porque actitudes como las de
ustedes nos permiten soar que nunca ms habr Nios de
Morelia.
El presidente mexicano, Felipe Caldern, nacido en Morelia,
record cmo creci escuchando hablar de los nios
espaoles que llegaron perseguidos por la insensatez de la
guerra, y lament las penurias que tuvieron que pasar.
Mi padre muri en 2011, pero la memoria de lo que le sucedi,
ahora con su nuevo enfoque es transmitida a sus
descendientes, y a toda aquella persona que desee aprender
de la historia.
Mara del Carmen Cervantes Ramiro no es escritora de
profesin, ni tiene ttulos, solamente: soy una hija que busc
entender lo sucedido a su padre, conocer su historia y
transmitirla a sus generaciones.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento20 dic 2013
ISBN9781463373948
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    Gracias Maria del Carmen por tu relato sobre la experiencia de tu padre como Niño de Morelia. Estoy comenzando a escribir una novela que pretende rendir homenaje a los Niños de Morelia, en particular, y a mis padres, hijos de la posguerra civil, y la generación de ellos en general. Me ha ayudado mucho leer lo que explicas, me encantaría conversar contigo. Si lo deseas mi email es marcosgonzalez@corresponsables.com. Puedes leer mi primera novela también en esta página, se llama Hijo de Malinche, que rinde homenaje a México y a sus gentes, abrazos y felicidades!! Marcos

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70 Años En México - María del Carmen Cervantes Ramiro

Copyright © 2013 por María del Carmen Cervantes Ramiro.

Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2013921306

ISBN:            Tapa Dura                        978-1-4633-7397-9

Tapa Blanda                     978-1-4633-7396-2

    Libro Electrónico             978-1-4633-7394-8

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

Los textos Bíblicos han sido tomados de la versión Reina -Valera © 1960.

Fecha de revisión: 04/12/2013

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ÍNDICE

LA ESPERA

DIA UNO

LA EXCURSIÓN

LOS QUE QUEDARON ATRÁS

EL BARCO VITA

DIA DOS

DIA TRES

JUNTO A SU CAMA

GRACIAS DIOS

ENDNOTES

LA ESPERA

I

¿Qué son dos horas de espera para setenta años? Setenta años en México. ¡Toda una vida! ¡Toda mi vida!, diría yo.

¡Por fin! ¡Ese debe ser el avión presidencial! Esperar dos horas en el aeropuerto internacional de la ciudad de México realmente no es nada comparado con lo que he tenido que esperar: durante mi infancia esperando que mis padres vinieran a buscarme, durante mi juventud esperando volver a España para buscarlos yo a ellos. Luego me casé y vinieron los hijos; pero la búsqueda nunca terminó. Aún en este momento sigo buscando, buscando aquello que me quitaron: una vida junto a mis padres, a mis hermanos y demás familia, mi identidad, mi entorno, mi patria.

Desarraigado, esa es la palabra que me describe. Ahora— setenta años después— debo dar marcha atrás para asimilar y reconciliar lo que me ha sucedido.

Ya se detuvo el avión y no debe tardar en descender, voy a preparar la cámara para tomar la foto del presidente Zapatero en el momento en que pise suelo mexicano. Será una gran foto. Ahora mismo imagino la cara de mis amigos cuando se las muestre. La llevaré al evento conmemorativo de los setenta años de nuestra llegada a México. Espero que la gran mayoría acuda al Centro Asturiano, ya hemos conversado sobre este gran momento; en fin, aquí estoy: siendo testigo de la historia una vez más.

II

—Mira Maricarmen, esta es la foto que me tomaron con el presidente Zapatero — le mostré a mi hija.

—Saliste muy bien—me aseguró mientras examinaba las imágenes de los dos hombres.

—De haberlo sabido, me hubiera puesto más elegante – musité.

—A mí me parece que así estás bien, es más, tu chamarra es del mismo color que la corbata del presidente Zapatero, y hacen juego los dos.

—¿Juego? ¡Qué tontería! — dije un tanto molesto por lo absurdo de sus palabras.

—Bueno, no sólo pensaba en el color de su corbata y en el de tu chamarra, sino también en que los ideales de ustedes dos son los mismos, quiero decir que ambos han luchado por la libertad.

—Bueno, si a esconderse debajo de la cama le llamas luchar…

— ¿Qué quieres decir?

—Que cuando estaban bombardeando Madrid, mi madre nos decía que nos metiéramos debajo de la cama – repuse.

—Qué chistoso, ahora entiendo el por qué la abuela hacía que me escondiera debajo de la cama durante una tormenta eléctrica. Siempre le aseguré que no pasaría nada, pero ella insistía en que me pusiera a salvo.

—Sí, imagino el terror de mis padres—dije con tristeza.

— ¿Y tú? ¿Tenías miedo? — preguntó curiosa.

—No, yo no. Sólo tenía seis años, y esconderme debajo de la cama era un juego.

— ¿Cuando te diste cuenta de que no era un juego?

— No lo sé. Hay cosas que no recuerdo— dije enojado ante su insistencia y guardé silencio. No quería hablar sobre eso; no en ese momento. Los recuerdos habían permanecido cautivos y prefería no pensar en ello. Ahí guardados, encadenados en mis entrañas, nadie los podía ver, ni siquiera yo. ¿Por qué iba yo ahora a dejarlos salir?

— Cuéntame más de la Ceremonia en el Palacio de Gobierno — me pidió interrumpiendo mis pensamientos.

— Nos recibieron en el Salón Panamericano del Palacio Nacional en dónde nos dirigió unas palabras el presidente Calderón. Él es michoacano y vivió en Morelia. En su discurso mencionó que creció viéndonos y escuchándonos. Sus palabras fueron muy emotivas, y a muchos de nosotros se nos rodaron algunas lágrimas. El presidente Zapatero también nos dirigió un discurso, luego habló Cuauhtémoc Cárdenas Batel, y después le tocó su turno a nuestra compañera Amparo Batanero.

Fue un evento conmovedor. Zapatero nos dio las gracias. Aún recuerdo sus palabras:

Gracias por su esfuerzo de años; gracias por su actitud de generosidad y comprensión, incluso para la situación que les provocó tanto sufrimiento; gracias por su patriotismo; gracias por su amor a la libertad; gracias por su amor a España; gracias por llevar la bandera de la dignidad cada día; gracias por su ejemplo de superación y gracias porque actitudes como las de ustedes nos permiten soñar que nunca más habrá niños de Morelia".

Nos miramos a los ojos mi hija y yo. Me di cuenta de que ambos teníamos ganas de llorar, pero nos contuvimos. No quisimos aunar lágrimas a la intensidad de esa emoción porque nosotros también queríamos soñar, soñar que nunca jamás habrá otros Niños de Morelia.

La espera ha sido larga, setenta años han tenido que transcurrir para que comience a desenterrar los dolorosos recuerdos. Casi todos los Niños de Morelia tuvimos un pacto silencioso en el que solo hablábamos de lo agradable: de las travesuras en la infancia, de los logros en la juventud, y de las visitas conmemorativas a Morelia en las que cantábamos, bromeábamos y comíamos.

Habíamos callado, porque creímos que el silencio y el tiempo se encargarían de sanar las heridas, pero no fue así. Y tal vez si por mí fuera, no volvería a tocar este tema; pero tengo un problema: mi hija quiere saber; quiere saber más de España, de la guerra, de mi infancia, de cómo crecí y de cómo me educaron. Me vino a visitar por tres días. La inocente piensa que en ese tiempo yo podré transmitirle todo lo que me sucedió. No quiero desanimarla y lo intentaré; pero algo tengo claro: no puedo ya negarle el derecho de saber la verdad. Tal vez no sea completamente la verdad; pero sí mi verdad, aquella verdad que yo percibí con mis ojos de niño de Morelia. Y para lograr esto ahora me doy cuenta de que tengo que desandar lo andado; de volver atrás para reconsiderar y perdonar. La espera ha terminado, es momento de comenzar a identificar, a confrontar y conquistar. Es el camino para salir victoriosos de esta experiencia: la de ser un Niño de Morelia.

Carmelo Cervantes Muela

LA FOTO CON EL PRESIDENTE ZAPATERO

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DIA UNO

Amanece en Veracruz. El sol se oculta por un momento tras una gran nube y una gaviota cruza el cielo que por un instante se pinta de amarillo. En el horizonte; un buque. Es el mismo mar y cielo que hace setenta años fue testigo de la llegada de un barco— "El Mexique— con cuatrocientos cincuenta y cuatro niños españoles, que posteriormente serían apodados como los Niños de Morelia".

Observo el mar desde el muelle: una tras otra las olas cumplen con su función divina.

Toda la creación sabe exactamente cuál es su función, excepto nosotros, que hemos perdido de vista el propósito para el que fuimos creados. Por eso las guerras y los pleitos. Queremos que ya no haya más Niños de Morelia; pero esto no se logrará hasta que no nos reconciliemos con Dios. Por ahora mi tarea es reconciliarme con mi padre, con mi infancia…con España. Ignoro tanto de esta patria, y me pregunto que hubiera pasado… ¡Alto! No sirven los hubiera. Debo concentrarme en lo que sí sucedió y cómo construir.

He viajado a Veracruz para ver a mi padre que ahora vive en una residencia para la tercera edad. Y a diferencia de mis anteriores visitas y encuentros, en ésta tengo el propósito de escuchar su historia y encontrar así mis raíces. Soy mexicana porque Dios así lo determinó, pero tengo otra tierra a la que aún no logro asimilar. Cuando uno es hija de un Niño de Morelia hay cosas que no logras entender, porque no te han sido transmitidas de una manera clara y te sientes desubicada, como si tú también fueras exiliada, desterrada.

Mi espera igualmente ha sido larga: cincuenta y dos años. Pero no estoy en condiciones de esperar un minuto más y es por eso que estoy aquí, visitando a mi padre, ansiosa de escucharlo.

*************

RECORDEMOS A LOS NIÑOS DE MORELIA

Es el nombre con el que se conoce al grupo de niñas y niños españoles que a bordo del buque el Mexique desembarcó en el puerto de Veracruz, pero cuyo destino final fue la ciudad de Morelia. Era el año de 1937, los bombardeos del ejército fascista comandado por Francisco Franco azolaban las principales ciudades españolas. Para 1938 habían muerto más de diez mil niños y más de quince mil habían sido heridos por las bombas.

En las ciudades más asoladas el gobierno lanzó una llamada urgente para salvar a los pequeños. Se formaron dos grupos: los que provenían del sur y del centro del país, concentrándose en Madrid, y los que provenían de Asturias y del país vasco, reuniéndose en Barcelona. Ambos grupos partieron en ferrocarril hacia Burdeos, puerto francés en el que se embarcaron.

Las madres, con el alma herida y tratando de contener el llanto, entregaron a sus pequeños a un grupo de maestros que los cuidaría durante el viaje y su

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