Durante algunos de los momentos más oscuros de la historia española su sola mención, siempre en voz baja, infundía el pánico entre las gentes. La Hermandad de la Garduña fue una sociedad secreta de criminales cuyo poder desafiaba por igual a la Iglesia y a la Corona en el Antiguo Régimen. Eran rufianes, tahúres, prostitutas y espadachines a sueldo que en dos siglos reinaron como los monarcas indiscutibles de los bajos fondos de la geografía española. Su legado y modo de actuar permanecen vivos a día de hoy en organizaciones delictivas como la Camorra napolitana.
Existe un hecho que ha llamado la atención de los historiadores. A pesar de ser una sociedad criminal, la Garduña sirvió al mismo tiempo como brazo irregular para la Santa Inquisición en la Corona de Castilla. Todas aquellas acciones alegales —e incluso ilegales—que no podían llevarse a cabo siguiendo los cauces establecidos se encargaban a los miembros de la Garduña, que daban cuenta, de forma discreta, de posibles judaizantes o propagandistas luteranos aprovechándose de las banderías, la intolerancia y el desorden social imperantes en la época.
COMPLEJO ORGANIGRAMA
La Garduña tiene su origen en el Toledo del siglo xv como una sociedad que no tenía más objeto que sacar partido a la comisión de todo tipo de crímenes, en la época de los Reyes Católicos, quienes en el siglo xv emprendieron su cruzada contra los últimos reductos de influencia musulmana en la península ibérica. Además de actuar por su cuenta, en ocasiones realizaba trabajos para nobles e incluso operaba bajo las órdenes del Santo Oficio, lo cual explicaría la impunidad de que gozó durante