s una de las personalidades más fascinantes del Mundo Antiguo, un renglón torcido en la Historia de Roma y el hombre que soñó el retorno a las viejas tradiciones, desafiando frontalmente los nuevos fundamentos ideológico-religiosos del Imperio. Desde la conversión de Constantino el Grande al cristianismo, Roma había inaugurado otro ciclo, modelando nuevas estructuras de poder y un nuevo marco ideológico. Cuestionar ese modelo era cuestionar la propia arquitectura política del Imperio. Constancio II, hijo y sucesor más longevo de Constantino, no cejó en el empeño de asentar y consolidar dicho modelo profundizando en las políticas destinadas a erradicar el politeísmo: promulgó leyes que sancionaban la celebración de sacrificios, la práctica de la magia y la adivinación y
