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Estallido: Camina por la Senda Correcta, #5
Estallido: Camina por la Senda Correcta, #5
Estallido: Camina por la Senda Correcta, #5
Libro electrónico200 páginas2 horas

Estallido: Camina por la Senda Correcta, #5

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De la autora de best-sellers de las listas del New York Times y el USA Today, Lorhainne Eckhart, llega el último libro de la serie "Camina Por la Senda Correcta"

- "Esta es la PARTE FINAL de una gran serie. No quiero revelar mucho sobre la historia, pero esta tiene un ritmo extremadamente ágil, con una narrativa brillante que mantiene a los lectores al borde de sus asientos. Los personajes se construyen a lo largo de la historia y son extremadamente fieles a la historia. Este libro cae dentro de la categoría de thriller policiaco y todos deberían leerlo."

Reseña de lector –Luke

-"Lorhainne Eckhart es una de mis autoras favoritas. Sus obras no son simplonas ni fáciles de dejar de leer."

Reseña –Bookzilla

- "Esta novela es cautivadora desde la primera página, y la historia se desarrolla con un festín de romance, suspenso y misterio."

Reseña de lector –Katy

En "ESTALLIDO", el último capítulo, imagina que el hombre que ha sido la fuente de toda tu miseria se aparece en tu puerta. Imagina que este hombre quiere que lo perdones por cada canallada que te ha hecho a ti y a tus amigos. ¿Le creerías?

Marcie, Maggie y Diane tienen una cosa en común: Dan McKenzie, un hombre sin escrúpulos que utiliza a las mujeres. Su lema en la vida es "Mentir, engañar y robar". Fingió su muerte e intentó incriminar al marido de Maggie con su supuesto asesinato. Chantajeó a Marcie para que traficara con drogas para él. Y Diane, una policía, tuvo que mantenerse al margen, sabiendo que él era el responsable de plantar drogas en el casillero de su compañero. Él siempre ha logrado evadir la acción de la justicia. Hasta ahora.

Mientras las amigas siguen adelante con sus vidas, Maggie y su marido planean tener otro hijo después de sobrevivir a la pérdida de su hija. Zac le pide a Diane que se case con él, aunque él esconde un secreto de su pasado que podría destruir el futuro que han planeado. Y aunque Marcie y Sam esperan su segundo hijo, su relación se tambalea al borde del desastre.

Lo que estas tres amigas no esperan es que a veces, la vida tiene una forma de igualar el resultado.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 ago 2020
ISBN9781071557945
Estallido: Camina por la Senda Correcta, #5

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    Estallido - Lorhainne Eckhart

    Capítulo 1

    Sus ojos se fijaron en ella desde el primer día que la conoció. El engreído hijo de puta siempre había sabido como cautivarla. Transmitía la mezcla perfecta de humildad y arrogancia con la cual podía abrirse paso hasta tenerla bajo su total disposición, para utilizarla, para destruirla. Era un maestro, un demonio, y se suponía que estaba muerto, pero había planeado todo para inculpar a su compañero de su asesinato sólo porque podía.

    La mano de Marcie temblaba mientras mantenía la puerta abierta. Colocó su otra mano sobre su vientre, como si estuviese protegiendo a su hijo no nacido. ¿Que es lo que quieres? Preguntó mientras miraba el rostro del único hombre que había puesto su mundo patas arriba, haciéndole dudar de todo aquello en lo que creía, desdibujando la fina línea entre el bien y el mal. En un momento dado, el sólo hecho de verlo le había hecho llevar a cabo todo tipo de locuras y estupideces por su necesidad de estar con él. Su amor por Dan era confuso, y ninguna pizca de sentido común podía ahogar todas sus preocupaciones por mantenerlo feliz.

    Dan McKenzie la miró con aquellos ojos familiares de color ámbar teñido con un toque de verde. Su rostro cuadrado parecía mucho más delgado de lo que ella recordaba, e incluso su hermosa nariz, que todavía tenía el bulto donde se la había roto de niño, parecía distinta. Por un momento, se preguntó qué había cambiado. En algún momento, Dan había sido el hombre más sexy que había conocido, pero esa ilusión había sido reemplazada por una buena dosis de sentido común cuando le golpearon la cabeza en Nueva Orleans, literalmente. Había sido asaltada y herida, para después aterrizar en el camino de Sam Carre.

    Dan inclinó la cabeza y pasó la mano por su cabello rojizo, el cual ya estaba un poco largo. Llevaba una chaqueta de gamuza marrón claro y pantalones caqui, con zapatillas deportivas blancas, y cuando echó un vistazo a lo lejos, ella notó lo inusualmente nervioso que parecía. Pero eso no podía ser. Era un truco. Tenía que serlo.

    ¿Qué quieres? repitió, dándose cuenta de que el tono de su voz era bastante áspero. No podía evitarlo; estaba enloqueciendo porque Dan McKenzie estaba de vuelta y de pie en la puerta de la cabaña de su abuela en la aislada isla de Las Seta. Nadie la escucharía gritar.

    Quería hablar contigo, dijo antes de apartar la vista otra vez.

    ¿Había alguien más esperando cerca o escondido por ahí? Sería tan típico de Dan hacer algo así, tener a un matón de poca monta al acecho en la esquina para vigilar su espalda. Le gustaba tener protección. Drones era la palabra que siempre venía a la mente de Marcie. Eran personas que no sabían lo que hacían, a quienes manipulaba y drogaba con su encanto. ¡Bastardo!

    La mente de Marcie daba vueltas, parpadeó, moviendo su mano sobre su vientre redondo cuando el bebé pateó. Por un momento, sintió que un terror helado tensaba su pecho, haciendo que en el siguiente respiro tuviera que batallar. Él podría lastimarla o matarla y nadie lo sabría, porque nadie la encontraría durante días.

    No te haré daño. Quería... disculparme.

    Sabía que sus ojos se habían abierto, y podía sentir la tensión en su rostro. Lo había hecho de nuevo, la tomó desprevenida. Ella empezó a negar con la cabeza y le cerró la puerta, pero él puso la palma de su mano en la gruesa madera y dijo: Por favor, Marcie.

    Por la forma en que lo dijo, sonaba casi sincero. Cambió su postura en el porche de madera, el cual crujió.

    No te creo, dijo Marcie. ¿Por qué te disculparías conmigo por algo? Jamás te disculpas, a menos que tengas un propósito oculto. Esto no es una disculpa, es sólo otra forma de que te metas en mi cabeza y me jodas de nuevo. No, Dan, sólo estás fuera por ti mismo. ¡Mira lo que has hecho! Me usaste e intentaste arrastrarme a tu mundo de drogas, haciéndome creer que te preocupabas por mí, cuando eres incapaz de amar. Mira lo que le hiciste a Richard y Maggie, fingiendo tu muerte y tendiéndole una trampa a Richard... No pudo terminar, preguntándose cómo podía vivir consigo mismo. Incluso para él, había ido demasiado lejos. Todo el mundo tenía una conciencia que le carcomía, pero ella sabía que él sólo estaba fingiendo. No tenía ningún remordimiento, excepto quizás por sus planes fallidos, que siempre habían sido oscuros y codiciosos.

    Me comporté cómo una mierda, dijo Dan. Lo sé, y también sé que nunca podrías perdonarme, pero quería decirte que en verdad siento lo que hice. Apretó su mandíbula y sus labios hasta que tomaron la forma de una fina línea blanca. Nunca había visto ese tipo de tensión en su rostro antes. ¿Qué diablos estaba tramando?

    No puedes entrar, dijo. No te quiero aquí, cerca de mí y de mi hija.

    Dan asintió con la cabeza y miró hacia otro lado como si estuviera considerando algo. Lo sé, pero aún así tenía que venir a verte. No sé cómo hacer las cosas bien contigo. Conocí a alguien. Casi sonrió cuando la miró, con los ojos llenos de tristeza.

    Por su vida, Marcie no supo qué decir. Encontraste una nueva presa, una nueva mujer con quien jugar, dijo. Nunca cambiarás. Espero que sea más inteligente que yo.

    Dan soltó una risa sarcástica, y ella pudo ver el deslizamiento mientras parecía bajar la guardia. Marcie sabía muy bien que estaba viendo el lado oscuro que él creía haber escondido.

    Te estás resbalando, dijo. Tal vez estás fuera de práctica. Todavía no puedo entender lo que estás haciendo en mi puerta.

    Nunca debí haber mencionado a Alecia, dijo. No he hecho nada más que protegerla, pero ella me abandonó, y ha vuelto a Boston. Planeo ir a verla de nuevo. Sólo quería arreglar las cosas contigo, pero tal vez no pueda.

    ¿Una mujer que puede ver quién eres? Marcie dijo. Eres increíble. ¿Por qué, Dan? ¿Por qué quieres arreglar las cosas conmigo? ¿Qué hay de Richard y Maggie, lo que les hiciste? Él habría ido a la cárcel por matarte. Buen trabajo, por cierto. Deberías estar muy orgulloso de ti mismo. Y tuve que... Dejó de hablar y se puso los dientes en la lengua para no decir que había ido a ver a Lance Silver, el rey de la droga que dirigía Las Seta y todo el corredor de la costa oeste. Silver tenia conexiones, era despiadado, peligroso, pero había ayudado a Marcie haciendo algunas llamadas, localizando al testigo oculto que podía hacer que todo desapareciera para Richard y Maggie.

    ¿Qué, Marcie, hiciste un trato para ayudar a Richard? ¿Crees que no sé que fuiste con Lance Silver? Negó con la cabeza como si ella hubiera hecho algo que sabía que lamentaría.

    ¿Estás bromeando?, dijo ella. Lo haría de nuevo por Richard y Maggie. ¿Sabías que los Servicios Sociales iban a quitarle a Ryley? ¿También estabas detrás de eso?

    Él estaba negando con la cabeza antes de que ella terminara. Ahora, no tuve nada que ver con eso. No soy tan cruel. Sé lo mucho que Ryley significa para ellos, especialmente después de perder a Lily como les ocurrió.

    Hmm, murmuró Marcie, cruzando sus brazos sobre sus pechos. Todos habían pensado que Dan había estado detrás de la repentina investigación sobre la aptitud de Maggie como madre. Tenía una forma de influir en la gente, especialmente en las mujeres, para que hicieran algo haciéndoles creer que había sido su idea.

    No deberías haber acudido con Lance Silver, dijo Dan. Es un hombre peligroso, Marcie, y te poseerá ahora. ¿Cómo se siente Sam al respecto?

    Ella no podía creer que él lo supiera. Por un momento, se sintió tambaleante porque él le había preguntado por Sam, su hombre, que la había dejado en lugar de quedarse y luchar por ella y decirle cuánto la amaba. Se había subido a un avión y regresado a Nueva Orleans después de su última pelea, cuando ella había confesado que había ido a pedir ayuda a Lance.

    No preguntes por Sam. No tienes derecho, dijo ella. No quería que supiera que Sam se había ido y que estaba sola con su hija. Ahora mismo, no se sentía tan segura. Tal vez eso fue lo que él captó cuando se movió para tocar su hombro. No, no me toques, dijo ella, retrocediendo, y él dejó caer su mano, apretándola en un puño.

    Mira, lo siento, dijo él. Lo último que quiero hacer es asustarte. Sólo estoy preocupado porque sé que estás sola aquí, todos lo saben. Siento que Sam te haya abandonado.

    No pudo articular palabra alguna mientras se esforzaba por averiguar quién se lo había dicho. ¿Cómo sabía tanto? No se lo había dicho a nadie en la isla, ni siquiera a Lance. No dijo nada durante unos segundos, dando a su cerebro la oportunidad de ponerse al día con lo asustada que estaba realmente.

    Si me disculpas, me gustaría que te marches, dijo ella. Comenzó a cerrar la puerta de nuevo cuando escuchó a Kyla, su pequeña niña de dos años, lloriqueando desde su dormitorio, la pequeña habitación que había sido la de su abuela.

    Dan puso su mano en la puerta y Marcie retrocedió, golpeando la mesa detrás de ella. Entró y cerró la puerta tras él. Ve, atiende a tu pequeña, dijo. No voy a hacerte daño. Esperaré.

    Ella lo miró por un minuto mientras él miraba la pequeña cocina, con su estufa de leña, su viejo refrigerador y su pequeña estufa eléctrica en la esquina. La estufa de leña crujía y chisporroteaba, y Kyla comenzó a llorar más fuerte. Marcie puso su mano en su vientre redondeado de cinco meses y atravesó el arco hacia la pequeña y cómoda sala de estar. Cuando miró hacia atrás, Dan la miraba, con los brazos cruzados mientras se apoyaba en la mesa de madera, el que Sam le había hecho el año anterior.

    ¡Mamá! Kyla llamó.

    Kyla, ya voy, cariño, dijo Marcie, girando por el estrecho pasillo. Miró a su habitación, a su cama doble sin hacer, el edredón floral estaba en un montón. La chaqueta vaquera de Sam todavía colgaba del respaldo de una silla donde la había dejado.

    Kyla se frotó los ojos mientras se sentaba en su pequeña cama. Marcie abrió la cortina para permitir que entrara algo de luz mientras su pequeña la alcanzaba. Cuando Marcie la levantó, descubrió que los pantalones azules de Kyla estaban mojados.

    Oh, Kyla, levántate, cariño, dijo, dejando a su hija en la cama. Sacó los chándales y los Pull-Ups desechables, complacida por haberlos comprado, luego ayudó a Kyla a ponerse un par seco, unos calcetines y unos pantalones limpios. Cuando la levantó en sus brazos, se giró y su corazón se aceleró. Jadeó cuando vio a Dan inclinado en la puerta, observándola. Puso su mano en la parte de atrás de la cabeza de Kyla, apoyándola contra su pecho.

    Es hermosa, Marcie. Se parece a ti. La maternidad te sienta bien. Miró a su alrededor como si se sintiera cómodo estando allí, pero entonces, ¿cuántas noches había pasado allí con ella cuando estaban juntos?

    Tienes que disculparte con Richard, para arreglar las cosas con él. No quiero oír tus disculpas. Sólo quiero que salgas de mi vida, dijo ella.

    Dan asintió con la cabeza y metió las manos en los bolsillos. Necesito hacer mucho más que eso con Richard. Probablemente me matará esta vez, pero me lo merezco.

    ¿Qué tenia en mente? Ella sabía que él quería algo de ella, pero ¿qué? ¿Podría salir y preguntar? No, no podía pedirle nada a esta serpiente, porque él mentiría como siempre lo hacía. Ella nunca había sido capaz de leerle.

    No deberías estar sola aquí, Marcie. Siento todo lo que te hice. Siento haberte usado y arrastrado a mi mundo. Me creas o no, me arrepiento, y me preocupé por ti, pero quería todo: dinero, poder, más. Te habría destruido, y no te merecías eso.

    Kyla estaba tranquila en sus brazos, mirando a Dan, y Marcie no podía entender lo que él decía. Bueno, gracias por disculparte, pero no entiendo qué es lo que quieres de mí.

    Dan se metió en la puerta. Marcie, no quiero que te lastimen.

    Marcie sintió que su mandíbula se aflojaba a causa de la incredulidad, y puso a Kyla en su cadera. Tienes mucho valor para venir aquí y decirme eso. ¡Me has hecho mucho daño! Casi me destruyes y me pones de rodillas, como lo hiciste con mi cabeza. Sam me ama. Él nunca me haría daño.

    No hablo de Sam, dijo él, apoyando su brazo en el marco de la puerta, aunque no debería haberlos abandonado a ti y a tu hija. Le hizo un gesto, como si tuviera todo el derecho a decirlo.

    ¿Oh? Estoy confundida. ¿De quién estás hablando, entonces? Ella lo miró fijamente y cómo llenaba la puerta. Era alto, esbelto y siempre había estado en buena forma, pero parecía más pequeño.

    El Señor Lance Silver, dijo. Todo el mundo sabe que lo has estado viendo. Que hiciste un trato con él, Marcie. Él nunca hace nada sin una retribución.

    Bien, eso era todo. Ella no soportaría más de esto. Bueno, esta vez te equivocas, dijo. Lo hizo sin condiciones, y no me ha mostrado nada más que amabilidad. Se preocupa por mí.

    Dan le echó una mirada de extrañeza, como si estuviera preocupado, pero eso era imposible. Marcie, en serio, ¡sacude la cabeza! Ese hombre es un maestro en hacer que la gente crea lo que él quiere. Hubo una época en la cual yo quería ser como él. Lo dejaste entrar en tu vida. ¿Es por eso que Sam te dejó?

    Ella miró hacia otro lado. No iba a hablar de Sam con Dan.

    Marcie, hay una cosa para la que nunca has sido buena: mentir. Siempre he podido leerte. Nunca has sido capaz de ocultar las cosas. Puede que no me guste que estés con un ex agente de la DEA, pero sé lo suficiente sobre Sam como para saber que no le gustaría que le hicieras compañía al único hombre responsable de tenderle una trampa y acabar con su carrera. Para él, esto sería una traición.

    No podía creer que Dan McKenzie estuviera delante de ella, predicando acerca del bien y el mal, y estaba aún más sorprendida por cómo parecía estar del lado de Sam, que ni siquiera estaba allí. Por un momento, se preguntó si estaba alucinando, y casi le dio un empujón a Dan para ver si era real.

    Te equivocas, y Sam también. No soy una tonta. Sé quien es Lance, pero no estoy en su mundo. Nunca me arrastraría a ese...

    El teléfono empezó a sonar, interrumpiéndola. Dan miró hacia la sala de estar, moviéndose desde la puerta para dejarla pasar. Marcie pudo sentirlo detrás de ella mientras se apresuraba descalza, con su larga falda

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