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La hija de Satanás: Trilogía de NihilVille
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La hija de Satanás: Trilogía de NihilVille
Libro electrónico102 páginas1 hora

La hija de Satanás: Trilogía de NihilVille

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Satanás es sólo el apodo de un criminal despiadado. Su vida está guiada por la lealtad a su jefe y el amor a su hija. Pero uno de estos dos sentimientos no fue correspondido.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento3 feb 2022
ISBN9781667425542
La hija de Satanás: Trilogía de NihilVille

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    La hija de Satanás - Anna Nihil

    LA HIJA DE SATANÁS

    Este libro es una obra de ficción. Los personajes y lugares citados son invenciones de la autora y tienen por objeto conferir veracidad a la narración. Cualquier similitud con hechos, lugares y personas, vivas o no, es absolutamente casual.

    © 2010 Anna Nihil

    Diseño de cubierta: Anna Nihil

    ç

    Dedicado

    A los padres

    A las hijas

    A los chicos valientes

    1

    Borracho al volante atropella y mata a toda una familia. Cuatro meses antes había atropellado a una pareja de novios: la mujer murió, el hombre aún está en coma.

    El culpable fue encontrado muerto.

    Niña violada y asesinada por cinco compañeros. La convencieron para que los siguiera hasta una casa abandonada, diciéndole que había gatitos en peligro.

    Todos los niños fueron encontrados muertos.

    Niña de tres años secuestrada y asesinada. Haciéndose pasar por un técnico de gas, aturdió e inmovilizó a su madre para secuestrar a la niña. Pocas horas después, la pequeña fue encontrada muerta en la casa del hombre del que se ha perdido el rastro.

    El pedófilo y secuestrador fue encontrado muerto.

    Hombre golpea salvajemente a una mujer embarazada, elegida al azar para desahogar la ira que sentía hacia su ex novia. La mujer ha perdido a su bebé por complicaciones y nunca podrá volver a concebir.

    El agresor loco fue encontrado muerto.

    Tira debajo de un tren a su rival en el amor. Al no ser correspondido por una colega, quien estaba ya ligada sentimentalmente a otro, estudió cómo acabar con su rival. La joven, desesperada, intentó suicidarse, siendo salvada milagrosamente por su madre.

    El amante rechazado fue encontrado muerto.

    Un grupo de matones cometieron crímenes feroces contra coetáneos y ancianos. La policía está tratando de rastrear sus identidades a través de las cámaras de vigilancia.

    Los chicos de la manada han sido encontrados muertos.

    Dos jóvenes amantes prendieron fuego a un vagabundo. Al ser atrapados por la policía explicaron: Estábamos aburridos. En espera de juicio, están bajo arresto domiciliario.

    Los dos amantes pirómanos fueron encontrados muertos.

    Vecino mata a su vecina. No podía soportar el llanto del bebé. El recién nacido solo tenía a su madre en el mundo, y terminará en un orfanato.

    El vecino asesino fue encontrado muerto.

    2

    —¡¿Qué estás haciendo?! ¿Sigues con esos artículos periodísticos?

    —¡Es asunto mío! ¡No puedo tener un poco de privacidad en esta casa!

    —Tienes demasiada

    —¿Crees que es está mal?

    —Es consecuencia de la educación que te di.

    Era un día caluroso. La calle polvorienta parecía más blanca que nunca. El sol quemaba los ojos y hacía brillar el blanco yeso de las casas.

    Todos estaban encerrados en lugares frescos de su casa, o lejos en la playa, empapados por el agua del mar. Sólo un hombre, alto y huesudo, caminaba con paso firme por el medio de la calle. Rostro anguloso, mejillas hundidas, ásperas como papel de lija. Los ojos oscuros y firmes escrutaban el horizonte. Llevaba un traje oscuro, a pesar del calor del verano, tan denso que se sentía como una cortina invisible que había que esquivar para poder avanzar.

    Dos manchas de color aparecieron en el resplandor, dos ancianos con pantalones largos y camisas de manga corta. La helada bebida que consumieron sentados a la única mesa de un pequeño bar no representó un gran consuelo frente a ese calor atroz, capaz de hacerte sudar incluso estando parado. Observaron al hombre, lo saludaron con un leve y temeroso movimiento de cabeza. El hombre, con la piel ligeramente perlada de sudor, devolvió el saludo con frialdad. Luego se volvió a la derecha y giró la llave en la puerta principal de su casa.

    Hizo todo despacio, tratando de no hacer ruido, subió las escaleras como un fantasma y abrió la puerta del apartamento. Inmediatamente vio su rostro reflejado en el espejo que colgaba en la entrada. A su mujer le gustaba mirarse, prepararse hasta el último minuto antes de salir. No vaciló frente a su imagen, dio media vuelta y caminó por el pasillo, blanco, angosto, que contaba con unos cuadros en las paredes como única decoración. Al final, abrió de una patada la puerta de su dormitorio.

    Su esposa estaba con otro. No estaba sorprendido, lo sabía, había esperado ese momento para encontrarlos in fraganti y castigarlos como se merecían. Los amantes, aterrorizados, intentaron escapar y murmurar excusas, pero ya era demasiado tarde.

    Su esposa era la maravilla del Norte, y él la había elegido a pesar de que le habían dicho que no confiara, que no aceptara a una extranjera. Pero ella era hermosa, parecía un ángel, todo lo opuesto a él, y tenía que ser mejor también por dentro. Tal vez realmente lo era, pero con el tiempo, forzada a vivir en un pequeño pueblo sin nada, pasó de la depresión a los caprichos. Su esposo la ignoró y ella sufrió hasta que conoció a un joven, un matón local.

    Giuseppe Satano, mano derecha del jefe de los jefes, tan frío y despiadado que fue apodado Satanás aprovechando la similitud que aquel nombre tenía con su apellido, no podía permitir que un ladrón de bajo nivel le quitara a su esposa.

    Sabía que sucedería, la esposa había expresado su descontento, pero Satanás no tenía ningún deseo de escucharla. Era viejo y lamentaba haberse entusiasmado tanto con una rubia que tenía una personalidad demasiado frágil, y necesitaba constantes atenciones y muestras de ternura que él no podía brindarle.

    Quitarlos del camino y empezar de nuevo como un hombre libre se había convertido en su obsesión. Lo había planeado todo, cómo matar a los amantes y cómo borrar para siempre cualquier rastro que lo conectara con ese traidor.

    Le disparó primero al ladronzuelo. Su mujer, al ver sucumbir a su amado, le rogó: —¡No, por favor! ¡Ya no lo haré! ¡Discúlpame! ¡Déjame vivir! ¡Hazlo por nuestra hija! ¡No puedes hacer que crezca sin una madre!

    Satanás exhibió una sonrisa burlona, bajó la pistola y le rozó la mejilla con los dedos. Ella se calmó, esperando haber tocado su conciencia. Satanás la miró a los ojos. —No te preocupes, tu hija no sufrirá tu ausencia, se unirá a ti en breve.

    —¡Nooo! — gritó la mujer, desesperada ante la idea de haber condenado a su hija.

    Satanás apretó el gatillo.

    Salió de ese matadero y avanzó a la

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