Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Diabla
Diabla
Diabla
Libro electrónico328 páginas4 horas

Diabla

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Annabelle Smith es una médium, atraída por los muertos que necesitan su ayuda para pasar al otro lado.

El doctor Gavin Morris está buscando sobrevivientes después de un incendio mortal, sabiendo que los que encuentra tienen muy pocas posibilidades de vivir.

Para ambos, está claro que esto no es un incendio ordinario en la pradera. A medida que el extraño incendio comienza a amenazar a otras ciudades cercanas, el dúo improbable intenta descubrir qué está causando el extraño fenómeno. ¿Pero están condenados a arder con algo más que pasión?

Este romance / western paranormal contiene fuertes temas religiosos y escenas de sexo gráficas.

IdiomaEspañol
EditorialNext Chapter
Fecha de lanzamiento14 jun 2020
ISBN9781071546154
Diabla
Autor

Simone Beaudelaire

In the world of the written word, Simone Beaudelaire strives for technical excellence while advancing a worldview in which the sacred and the sensual blend into stories of people whose relationships are founded in faith but are no less passionate for it. Unapologetically explicit, yet undeniably classy, Beaudelaire’s 20+ novels aim to make readers think, cry, pray... and get a little hot and bothered. In real life, the author’s alter-ego teaches composition at a community college in a small western Kansas town, where she lives with her four children, three cats, and husband – fellow author Edwin Stark. As both romance writer and academic, Beaudelaire devotes herself to promoting the rhetorical value of the romance in hopes of overcoming the stigma associated with literature’s biggest female-centered genre.

Lee más de Simone Beaudelaire

Relacionado con Diabla

Libros electrónicos relacionados

Fantasía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Diabla

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Diabla - Simone Beaudelaire

    Dedicación

    Este libro está dedicado a los miembros del Foro de Autores de Romance Occidental.

    Puede que nuestro grupo ya no exista, pero espero que nuestras conversaciones nunca mueran.

    Agradecimientos

    Me gustaría agradecer a mis amigos autores y mi familia por su ayuda en el perfeccionamiento de este trabajo, especialmente a mi hermanastra de palabras y extraordinaria editora, Julie Northup.

    También me gustaría agradecer también a mi esposo, Edwin Stark, por recordarme que mi parte más sombría es también parte de mí, y sin nada que temer; que, sin oscuridad, es difícil apreciar la luz.

    Capítulo Uno

    Floreston, Texas

    Siete millas al noreste de Wichita Falls

    Julio 1885

    Gavin escaneó las ruinas de la una vez creciente comunidad, ojos esforzándose contra el humo y una punzada de lágrimas que hubiera negado si alguien las hubiera visto. ¿Qué rayos pasó aquí? Nunca en mi vida he visto tal destrucción total, tan pocos sobrevivientes. Seguramente alguien debe de estar vivo en algún lugar de aquí.

    Giró a la izquierda, buscando señales de movimiento, no vio nada. Solo una caliente y rancia brisa envió filamentos de humo hacia el horizonte. Antes de él, lo mismo. Nada más que muerte y matanza, madera carbonizada y yeso aplastado. Se desplazó a la derecha y parpadeó en sorpresa.

    En las latentes ruinas de un edificio quemado, una mujer arrodillada. El hollín manchó la parte de atrás de su vestido suelto de cuadros. Un débil rayo de sol se filtró a través del humo para brillar en su cabello dorado- desordenadamente amarrado en una cola de caballo- así como también un objeto agarrado con sus manos sucias.

    Una estufa de barriga yacía enfrente de ella. Parecía que había sido parcialmente quebrada cuando el techo cayó- un techo que ahora yace en pedazos, como peldaños mórbidos- debajo de las rodillas de la mujer. Si ella estaba conciente del hombre parado a corta distancia, ella no dio indicación alguna.

    Parece que las casas prefabricadas se queman tan fácil como una choza hecha de ramas. Alguien debería escribir a la compañía. El pensamiento irreverente le provocó culpa. Corta eso. ¿Qué pasa contigo?

    Tratando de calmar su humor inapropiado, escaneó la siniestra escena. Veinte casas, una tienda, una iglesia y un establo habían sido reducidos a astillas humeantes y sótanos abiertos.

    Aquí y ahora, Una pared destrozada parada inestablemente, su peso cortado como si fuera una hacha desafilada- un hacha de fuego desafilada, juzgándola por las orillas quemadas. Más allá, la abierta pradera se extendía hasta donde alcanzaba la vista, pero más cerca, cualquier lugar que la pequeña ciudad había destacado, solo devastación quedaba.

    Qué fuego tan extraño podría incendiar una ciudad en cenizas y no encender el verano- pasto seco, él pensó.

    Sí, puedo verte. Una suavemente aguda voz cortó su remolino de pensamientos, volviendo a ver a la mujer.

    Curioso, Gavin se acercó, forzándose a ignorar el gemido proveniente de su carreta. El caballo de tiro prestado relinchó. Enfrente de la agazapada mujer, el aire vibró, tan pesado como con calor.

    Tú moriste, la mujer explicó. Había fuego.

    El viento azotó a través de los restos de la una vez vibrante ciudad fronteriza, trayendo consigo el hedor de la madera y carne quemada. Al pasar sobre las ruinas de las estructuras, parecía quejarse.

    Oh, ahora no sigas así, la mujer instó. No es tan malo como todo eso. Morir es parte de vivir, tu sabes, En cualquier momento a partir de ahora, tú verás la puerta. Ve hacía ella.

    Otro triste quejido del viento hizo temblar a Gavin. Él detuvo su marcha hacia adelante.

    Créeme, no hay aquí por lo que valga la pena merodear, la mujer explicó. La nueva gente vendrá y reconstruirá. Tu casa y tienda se fueron. Se convertirán en algo más. Tu tiempo se terminó. Sé que fue un shock, pero vas a estar bien. Deja ir esta vida.

    Gavin acortó su distancia. Sus botas crujieron en los restos desmoronados de un objeto no identificado. De inmediato se convirtió en polvo.

    La mujer lo ignoró. Ves, te dije, ella dijo. Es momento para que sigas adelante. Luego ella se detuvo, inclinando su cabeza hacia la luz. Si gustas, por supuesto puedo hacer eso. Padre nuestro, que estas en los cielos...

    Conforme ella oraba, Gavin cruzó los últimos pasos entre el vagón y la mujer. El extendió una mano para agarrar su hombro, observando distraídamente que su propia piel presentaba muchas manchas y más que unas pocas quemaduras.

    Ahora, sigue, ella le dijo a...la nada. tu lugar es en la luz. Cuídate, y descansa en paz.

    Él la tocó. Debajo de sus dedos, él pudo sentir los lugares huecos entre los huesos. Ella reaccionó al tacto, y luego volteó bruscamente, mirándolo fijamente con un jadeo. Su cara ovalada tenía aberturas entre los huesos, la piel pálida y la apariencia de cadáver. Sus brillantes ojos verdes destellaban como lágrimas que no podían competir con su propia luminiscencia interna. Ella parpadeo lentamente, dibujando pestañas doradas hacia los pómulos sobresalientes antes de levantarlos nuevamente.

    Ruego tu perdón, Dijo Gavin amablemente, preguntándose que lo hizo no solo acercarse a ésta extraña mujer, sino también tocarla. No pretendía asustarte.

    Ella sacudió su cabeza, no en negación de sus palabras, pero como si tratara de reconectar con la realidad. Lo lograste, tratando o no, ella señaló con acidez.

    Soy el doctor Gavin Morris, él dijo, extrañamente cambiando su peso de un pie al otro. Yo, uh...um... él se tapó la cara con la mano, molesto consigo mismo por su visible inconformidad, y preguntándose cuántas manchas de hollín ha regado por toda su piel.

    Herma... Ella interrumpió, aclaró su garganta, e intentó de nuevo. Annabelle Smith. Lo siento. El humo, tu entiendes. Un color oscuro apareció a lo largo de sus mejillas.

    Gavin unió sus labios hacia un lado. Su respuesta fue tan rara como la mía. Por supuesto, estando de pie en los restos humeantes de esta ciudad, hundido hasta las rodillas entre los muertos, no es probable crear una conversación agradable entre extraños. ¿Qué estás haciendo? él exigió.

    Ella se impulsó sobre sus pies, como si el propio peso de sus huesos fuera casi demasiado para su flaco cuerpo de levantar. Estoy segura que bien viste suficiente. ¿Por qué está preguntando, Dr. Morris? ¿Tratando de determinar si estoy loca? No lo estoy, pero aprendí hace mucho tiempo que personas como usted etiquetan como loco cualquier cosa en la que personalmente no creen.

    El veneno en su tono lo sorprendió. Suplico su perdón, señora, él dijo de nuevo. yo solo...te vi, y... él se interrumpió, tragó saliva, e intentó de nuevo. Estoy buscando sobrevivientes. Estabas hablando con alguien.

    La señorita Smith mordió su labio. Lo siento, eso fue grosero de mi parte. Por supuesto, lo estaba. No hay sobrevivientes aquí, pero hay un hombre muerto. Él está bajo la viga del techo, y no puedo llegar a él. Su espíritu no hará daño ahora, pero sería prudente que alguien retire el cuerpo pronto para incinerarlo.

    Naturalmente, Gavin acordó. necesitamos encontrar y quemar tantos como sea posible, por motivos de sanitación. ¿Puedes poner una bandera de algún tipo para facilitar la recuperación?

    Las cejas de la señorita Smith se bajaron, y su labio inferior se cayó ligeramente. ¿Tú me crees? ella preguntó.

    Gavin se encogió de hombros. He estado despierto toda la noche e inhalé suficiente humo rancio para cocinar jamones. Tal vez tampoco estoy pensando claramente.

    El labio caído se elevó en una postura apretada.

    ¿Qué espera, Señorita Smith? el añadió.

    Sus hombros se hundieron. Nada, supongo. No es la respuesta más grosera que haya recibido. Olvídalo. Ella arrancó una esquina de su vestido hecho harapos, Sacó un palo parcialmente carbonizado de los escombros y lo erigió como una bandera. Luego, ella se quejó y se frotó la espalda baja.

    ¿Está todo bien? Gavin preguntó, su entrenamiento médico saliendo.

    Estoy bien, La señorita Smith contestó. Solo un poco cansada y adolorida. Su estómago se interpuso en el espacio con un fuerte gruñido. Y hambrienta, ella añadió, sus mejillas ardiendo de nuevo. Los desastres toman mucha energía, pero no puedo evitarlo. Cuando algo como esto ocurre, soy incapaz de resistir la llamada de los muertos confundidos. Tengo que ayudarlos a seguir.

    Gavin torció sus labios a un lado. Esa urgencia de ayudar, al menos, puedo entenderla, pensando en mi caso, no se ven muchos sobrevivientes que rescatar o tratar. Incluso si encontré a alguien vivo, la infección que a menudo siguen las malas quemaduras harán que probablemente mi ayuda sea inútil.

    Nunca sabes, la Srta. Smith contestó. Conocí a una chica en el Este que fue terriblemente quemada con agua hirviendo cuando era un bebé. Ella tuvo cicatrices por todo su pecho y estómago, pero vivió. Ella fue una mujer tan feliz, siempre cantando. Haces lo mejor que puedes. Dios se encarga del resto.

    Ella habló con una convicción tan simple, que tocó una fibra delgada en el corazón de Gavin. Su boca formó una respuesta sarcástica, pero el nudo en su garganta no permitiría que la pasara. Luego, los ojos de la Srta. Smith se agrandaron.

    Ooooh, venga aquí, doctor! Se tambaleó hacia delante, pateando a un lado los escombros carbonizados con la punta de sus botas sucias.

    Confundido, Gavin siguió, casi olvidando que tenía una carreta llena de personas lastimadas que necesitarían un hospital, el cual la ciudad nunca había suministrado. Incluso la pequeña clínica del doctor, una vez alojado en el primer piso de una casa alargada, había sido reducida a ruinas humeantes. No podría proveer más ayuda a los lesionados de la ciudad del doctor, quien yace jadeando entre una chica de salón que ya no tenía ningún dedo o dedos del pie, y el pastor, quienes al toser alarmaron a Gavin más que las feas manchas rojas en sus brazos.

    Y como ella dijo, haré todo lo que pueda por ellos, pero incluso si tuviera los complementos de doctores completos y suplementos de la clínica de mi Padre, es poco probable que alguno de ellos dure la noche. El ungüento calmante, vendajes, y agua fría eran todo lo que Gavin pudo ofrecer, y ellos representaban más un paso amable que un tratamiento. La mitad de la ciudad está muerta, y la mitad de los sobrevivientes no durará la semana. Maldición, este fue un incendio terrible.

    Los escombros se desmoronaron bajo sus zapatos. Trozos de carbón amenazaron con girar su tobillo. A través de toda la devastación, la Srta. Smith hizo su camino, casi sin pensar, hacia algún destino sin nombre. En los ojos de Gavin, pareciera que no prestó atención donde pisó, y, aun así, una viga caída no la hizo tropezar, ni siquiera una pared en ruinas impediría su camino. Ella navegaba todo, su atención se centró en un guía invisible. Al final, ella se detuvo, cayendo en sus rodillas.

    Gavin se aproximó tentativamente.

    Aléjese, ella advirtió, sacudiendo descuidadamente una mano en su dirección.

    Él se congeló. ¿Por qué? ¿Qué pasa?

    Hay un sótano aquí, ella explicó.

    ¿Cómo podría posiblemente conocer eso? él exigió.

    Ella miró por encima de su hombro en su dirección, aunque no parecía que sus ojos se enfocaran en él en absoluto. Ella me dijo. La Srta. Smith apuntó al aire vacío enfrente de ella.

    ¿En realidad está vacío? Veo una luz, como calor. Pero con el fuego extinto, solo quedan unos pocos puntos cálidos. Gavin talló sus ojos, lo cual de hecho se sintió bien dado la cantidad de humo punzante persistente en el aire y miró de nuevo. La luz permanencia. Él le frunció el ceño. Debe de ser un punto caliente.

    La Srta. Smith claramente no estuvo de acuerdo con su prosaica evaluación. Ella apuntó a la luz con una voz y expresión seria. Si, puedo verte.

    Gavin se arrastró hacia delante y se congeló. Directamente enfrente de la Srta. Smith zapatos rayados y sucios, una vista extraña apretó sus dientes contra su labio. Por encima del hedor de la madera quemada, el hedor rancio de carne quemada asaltó sus fosas nasales, diciéndole en términos inequívocos que el objeto ante él solo podía ser lo que su imaginación febril insistía en que tenía que ser: una pierna humana muy quemada.

    La enfermedad se elevó en su vientre cuando sus ojos trazaron la pierna hacia arriba hasta una espalda carbonizada, inmovilizado por una viga caída. De la cabeza y los brazos, él no veía nada.

    ¿Estás segura? La Srta. Smith preguntó, su mirada se centró, no en el horrible cadáver, pero en la extraña mancha de aire directamente delante de ellos. Muy bien, miraré. Luego, ¿te irás?

    La luz asintió. Un punto cálido moviéndose en la brisa, él se dijo así mismo, pensando que en serio no podía creerlo. ¿Espectros y cuentos de hadas, no es así, Doctor? El viento maloliente viajó por su espalda y le dio escalofríos.

    Doctor, necesitamos mover esta viga, La Srta. Smith le informó.

    Él le frunció el ceño. ¿Por qué? Es claro que ella está más allá de la ayuda. ¿Y exactamente cómo sé que el cadáver es una ella? Él se exigió a su mismo. No hay características para identificar. Ninguna respuesta emergió, aunque estudió el horrible desastre de la carne con desapasionamiento clínico por un momento prolongado.

    Es ella, La Srta. Smith acordó, pero ese no es el por qué. Ella dijo que arrojó a su bebé al sótano antes de que el incendio los atrapara, y no está segura si sobrevivió o no. Una vez que lo encontremos, ella estará dispuesta a irse. Esto es lo más afortunado para nosotros, ella, y la ciudad, porque los fantasmas que buscan a sus bebes son algunos de los fantasmas más difíciles de deshacerse. Ese instinto materno trasciende la muerte mejor que casi cualquier otra emoción.

    Gavin sacudió su cabeza. Incluso si el infante sobrevivió la caída en el sótano, él probablemente murió por el humo. Idiota, ¿qué estás haciendo? Su mente racional demandó. Estas siendo succionado en su fantasía. ¡Detente! No tienes idea si hay sótano, ni mucho menos un infante. Y, aun así, la insistente seguridad de la Srta. Smith pareció infectarlo.

    Pisando cuidadosamente alrededor del cuerpo, sujetó la viga y levantó. El incendio lo había aligerado considerablemente, desmoronando una parte considerable de su volumen e infiltrando lo que quedaba con fisuras y cenizas. Se desintegró en sus manos, pero no sin antes haberlo recorrido de lugar.

    La porción de la mujer muerta que yacía debajo de la viga había sobrevivido al fuego, más o menos intacta. Una amplia franja de una espalda, vestida con un camisón blanco, mostraba solo como rápidamente el incendio había tomado el hogar. Ella tuvo tan poca advertencia. Aun, él no podía ver nada de la parte superior de su cuerpo. Bilis rosaba en su garganta como él consideraba tocar a la mujer, pero él sabía que la Srta. Smith no aceptaría excusas. ¿Y cómo sabes eso? Has conocido a la mujer desde hace diez minutos.

    Cuidadosamente tendiendo sus manos en la porción intacta del cuerpo, él tiró hacia arriba, y como lo predijo, una espalda superior, cabeza y brazos emergieron de una abertura en el piso. Como la carne bajo la viga, esta parte de ella se mantuvo sin quemarse, una larga franja de cabello oscuro se extendió sobre los restos de su hogar mientras él la acostaba suavemente de lado. Que muerte tan horrible debió haber soportado. Pobre criatura.

    Sin pensarlo, él le apartó el pelo de la cara y se estremeció ante la expresión agonizante grabada para siempre en sus blandas y suaves facciones.

    Un reservado quejido cortó a través de la noche, y Gavin giró la cabeza hacia el lado tan rápidamente, que la vértebra en su cuello tronó, Gimió. Todos los dolores que había acumulado en su recorrido nocturno por la ciudad quemada se convirtió en un dolor ardiente. Después, se dio cuenta de lo que había escuchado.

    ¿Eso fue...? él comenzó.

    Un bebé, la Srta. Smith respiró. Antes de que él pudiera detenerla, o siquiera ofrecerle una palabra de advertencia, la mujer saltó hacia adelante y desapareció por la abertura de la cual la mujer muerta acaba de ser retirada. Un momento después, ella reapareció, un paquete envuelto en una manta en la curva de su brazo. El humo no fue tan malo allá abajo, ella alardeó. ¡Solo mira!

    Ella apartó la sábana para revelar una forma rosada y rechoncha. Se retorció y se quejó, un puño agitándose en el aire, el otro colgando extrañamente al lado.

    Fácil, Gavin instó. ¿Fue un largo camino hacia el piso? Podría estar lastimado.

    Es más como una caída, ella admitió. ¿Lo revisarías?

    Ella le pasó al bebé, y Gavin notó de pasada que el niño parecía de unos 6 meses de edad. Lo suficientemente grande para ser un poco robusto. Él amablemente volteó al niño, así su cuerpo descansaría sobre el brazo de Gavin, y acunaría la barbilla del bebé en su palma. Moretones desfiguraban la pequeña espalda. Al cambio de posición, el bebé chilló, y Gavin notó que su brazo izquierdo aun colgaba en un ángulo antinatural.

    Brazo roto, él dijo, y necesitaré verlo de cerca para contusiones u otras heridas internas, pero creo que hemos encontramos a nuestro primer sobreviviente verdadero.

    Que hay sobre... La Srta. Smith comenzó, mirando de vuelta hacia el vagón.

    Ahora ¿cómo sabía ella que estaba ahí? Nunca noté una pista de que ella supiera de mí hasta que la toqué. "Dudo que alguno de ellos pase de la noche," él murmuró sólo para sus oídos, esperando que el sonido no volviera a su carreta.

    Ella bajó su cabeza, parpados revoloteando de pena. Los ayudaré si lo necesitan, ella ofreció. A veces es difícil seguir cuando el fallecimiento es repentino y violento.

    Quitando la extrañeza del comentario, Gavin asintió. Loca o no, ella tiene buenas intenciones, y a veces, eso es todo lo que una persona puede ofrecer...o aceptar.

    Un cambio en la postura de la Srta. Smith le mostró que su atención había sido desviada. Cuando ella habló de nuevo, claramente no fue hacia él. Si, lo encontramos. Ella se detuvo. Benjamín es un nombre tan lindo. Parece que lo va a lograr y estará bien. Otra pausa. ¿Deberíamos tratar de encontrarle una familia? ¿Qué?

    Ella volteó su cara hacia Gavin, pero su expresión parecía lejana. Ella dice que deberíamos contactar a su hermana, Judith Hart, quien vive en Abilene. Ella está segura de que tomará al bebé y lo educará. La Srta. Smith volteó de nuevo, y Gavin pudo ver, de nuevo, uno de esas malditas luces cálidas; Esta vez flotando directamente sobre la cara de la mujer muerta. El parpadeó fuerte, pero no desapareció.

    La Srta. Smith continuó hablando con su compañía invisible. ¿Te irás entonces? Es tiempo. Otra pausa larga. Esa no es la mejor manera, ya sabes. Te prometo que lo entregaré a tu hermana tan pronto como pueda...oh, muy bien, pero ten cuidado de no demorarte demasiado. No quieres quedarte atrapada aquí.

    Sacudiéndose a sí misma, la Srta. Smith suspiró y volteó de nuevo hacia Gavin. Terminamos aquí, y ya no siento a ningún otro muerto rondando en este lugar.

    No es tan fácil como buscar heridos, él contestó, Pero hay muchos amigos buscando. Él indicó la devastadora escena, donde al menos una docena de otras personas, mayormente de quienes él ha reconocido de Wichita Falls, encorvado o arrodillado, picando las cenizas. Vamos a llevar a este pequeño colega al campamento del hospital y fijar su brazo.

    De acuerdo.

    Haciendo una mueca mientras que el bebé lloraba, Gavin cuidadosamente puso su brazo roto en su pecho y envolvió la manta a su alrededor de nuevo. La Srta. Smith salió con precaución de los escombros, después de marcar el lugar con otra bandera, así la pobre madre podría eventualmente ser puesta a descansar. Ella se acercó a Gavin, y el notó una mancha de hollín en su frente. Él alcanzó con su mano libre, intentando quitarla, pero la Srta. Smith se apartó.

    Lo siento. Gavin retiró su toque. Tienes una mancha en tu frente. Ella se detuvo en el lugar, permitiendo el toque, y él limpió la mugre para revelar una piel sana y bronceada debajo. El color del cadáver no es más que ceniza. Gracias a Dios.

    Un estremecimiento sacudió su cuerpo de pies a cabeza. Y ella salió de la casa en ruinas y hacia la carretera. ¿Podemos salir de aquí?

    Gavin se dirigió de regreso a su vagón, tomando un momento para checar sus tres cargas. La chica de salón tornó los ojos salvajes hacia él.

    Sácalo, ella se quejó, indicando al doctor con su resto de mano.

    Un vistazo reveló lo que había molestado a la mujer. Las exhalaciones laboriosas del hombre herido habían cesado, y sus pálidos ojos azules ya no parpadearon en agonía muda, pero miraban al cielo brumoso.

    Lo siento, él le dijo a ella. No puedo tomarme el tiempo de removerlo ahora. Vamos a regresar al campamento del hospital a tratarte, y no quiero desperdiciar un minuto.

    Ella se quejó y laboriosamente volteó su cabeza lejos del cadáver, mientras Gavin daba vueltas al frente del vagón. Él encontró a la Srta. Smith parada insegura junto al cansado caballo. 

    Todos a bordo, él indicó. Ella se revolvió en su asiento, y él amablemente le extendió al bebé. Cuidado con su brazo.

    Ella asintió, aceptando la frágil carga, y Gavin saltó al asiento a su lado. Agarrando las riendas, él indicó al animal seguir adelante. Las llantas comenzaron una rotación lenta, y un gemido torturado se alzó por la espalda.

    Perdimos a uno, él murmuró, esperando que solo sea para sus oídos.

    Ella asintió. Vi cuando pasó mientras caminábamos. Aunque él no me necesitaba. Él sabía, y se fue sin mi ayuda.

    Por alguna razón, cada vez que la Srta. Smith hacia uno de sus pronunciamientos extraño, se sentía menos loco para Gavin. Bajó su barbilla como reconocimiento y sacudió las riendas de nuevo. Desde la parte trasera, la prostituta comenzaba a quejarse, ya sea de miedo por el cadáver a un lado de ella, el choque, o dolor físico, él no tenía ni idea. Espero que al viejo le quede algo de morfina en la campaña.

    Conforme pasaban a través de los restos de lo que alguna vez había sido una pequeña pero prometedora comunidad rural, Gavin reflexionaba del daño a su alrededor. Me sorprende lo terrible que fue el incendio, le comentó vanamente a la Srta. Smith. Quiero decir, si, es verano, y es tan caliente y seco como una persona podría esperar, y si, solo había veinte edificios a lo largo de la calle, pero podría haber esperado...no lo sé...menos daño de alguna forma.

    Veo a lo que te refieres, Ella contestó, su voz silenciosa. Incluso los ranchos más cercanos se quemaron, como si un incendio forestal los hubiera quemado, pero no lo hizo. Casi como cualquiera de los espíritus podría decirme, el fuego empezó en medio de la ciudad y quemó hacia afuera, tomando todo a su paso tan lejos como el arroyo, pero ninguna chispa saltó al agua. Y, Aun así, no quedan restos de la ciudad, y... ella se detuvo y bajó su voz aún más, casi sin sobrevivientes.

    ¿Eres de aquí? él pregunto, alejando la conversación de preguntas sin respuesta.

    No, La Srta. Smith contestó. Estoy viviendo en Fort Woth estos días.

    Eso es bastante lejos, él comentó. Vivo en Wichita Falls, y a nosotros nos tomó la mayor parte del día para llegar hasta aquí, pensando que viajamos con un vagón cargado.

    Nosotros ¿quiénes? ella preguntó.

    Mi pareja y yo, él explicó. El Doctor Cameron. Él estableció un hábitat en Wichita Falls después de la guerra, pero la ciudad creció, y necesitaba ayuda. Llegué desde el Este hace tres años y decidió quedarme. ¿Cómo rayos llegaste de Fort Worth a Floreston tan rápido?

    No lo hice, ella explicó. Sabía que ellos me necesitarían, así que vine. Dejé Fort Worth la semana pasada y llegué alrededor de tres horas antes de que se usted apareciera. Ella se detuvo, y luego agregó, en una voz juguetona, Obtuve un aventón parte del camino, de un granjero con una mula muy lenta.

    Suena como mi caballo de tiro, Gavin comentó. Él definitivamente ha visto días mejores, y a él tampoco le importa el calor. Espera, ¿por qué estamos haciendo una plática banal en medio del desastre?

    Para mantenernos en control, ella dijo. "Ambos

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1