Regreso a casa

Por Chima Ugokwe

Un niño rechazado antes de nacer ha de luchar ante un futuro incierto. Nadie puede darle la libertad y la identidad que tanto desea. A lo largo de los años se ve expuesto a una serie de nuevas experiencias a manos de su pobre madre. Cuanto más se preocupa sobre su identidad, más desea hacer el viaje de vuelta al hogar en su tierra nativa. Pero, ¿cómo podría simplemente ir en busca de un padre que lo abandonó antes de nacer? No lo sabía. De todos modos, esperaba que algún día llegara ese momento. Ndudi sabía que sus experiencias le darían tiempo para ir en busca de su padre.

Género: Ficción / Cuento / Cuento tradicional

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 6 feb 2019
• ISBN: 9781547568673

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Regreso a casa

Sinopsis

Un niño rechazado antes de nacer ha de luchar ante un futuro incierto. Nadie puede darle la libertad y la identidad que tanto desea. A lo largo de los años se ve expuesto a una serie de nuevas experiencias a manos de su pobre madre. Cuanto más se preocupa sobre su identidad, más desea hacer el viaje de vuelta al hogar en su tierra nativa. Pero, ¿cómo podría simplemente ir en busca de un padre que lo abandonó antes de nacer? No lo sabía. De todos modos, esperaba que algún día llegara ese momento. Ndudi sabía que sus experiencias le darían tiempo para ir en busca de su padre.

Sobre el autor

Chima Ugokwe es un escritor de origen nigeriano. Es el autor de la novela igbo Iwe Nwanne Anaghi Eru n’Ọkpụkpụ, ganadora del premio ANA/ZIK de literatura indígena. Su novela El silencio que queda dentro (The Silence Within) ganó en Inglaterra el premio internacional Wordinaction. Además de ser premiado en 2014 por la Commonwealth, el autor ha conseguido más de 36 galardones por sus obras. Además de novelas, escribe poesía y ensayos. Es traductor, actor, lingüista y promotor de la cultura y la lengua igbo. Ha publicado en numerosas revistas y periódicos. Actualmente vive y trabaja en Nigeria.

CAPÍTULO 1

––––––––

Mis padres tenían tres preciosas hijas y no querían ningún hijo más. Después, madre se quedó embarazada y padre se decidió a favor de un aborto mientras que madre se decidió en contra.

—Tara, tendremos que poner fin al embarazo. Yo estoy bien con tres niñas —le dijo padre una mañana.

Madre no dijo nada. Creía que padre cambiaría de idea a la larga.

Al pasar el tiempo, el embarazo se desarrolló hasta ya no poder ser escondido y padre no hacía más que repetirle que debería de abortar al bebé. A madre no se le daba bien hablar, pero era capaz de seguir sus planes sin involucrar a nadie en particular en su vida privada. Intentó seguir adelante eliminando sus emociones con facilidad y se negó en redondo a comprometerse, aunque no podía enfrentarse a padre abiertamente. Tenía muy claro lo desagradable que sería la vida para ella si ignoraba la advertencia de padre.

—Marido, permite que continúe con este embarazo. No llevamos en la sangre matar a niños que aún no han nacido. Aprenderé a amoldarme cuando llegue el bebé. Nuestras hijas crecerán pronto y se casarán siguiendo las normas de la mujeres. Nadie sabe lo que será este bebé —rogó madre.

—Entonces tendremos que separarnos. Jamás viviré aquí y compartiré el mismo techo contigo y el bebé que aún no ha nacido. No —dijo él y golpeó la mesa con el puño por última vez acerca de ese tema.

Madre miró hacia abajo y se echó a llorar. No podía volver a casa de sus padres ya que era una huérfana desplazada por la guerra cuando padre se casó con ella. Hacía mucho que sus padres habían muerto y, al igual que a muchas otras mujeres, la casaron para aliviar la carga de tener que cuidar de ella. Padre usaba aquello como única arma, ya que ella no tenía nadie que la apoyase. Había obligado a madre a obedecerle en todo sin considerar que era una mujer que merecía cierta cantidad de honor. A la hora de tomar decisiones, padre raramente decía que sí si ya había dicho que no. Realmente era un hombre que hacía que corriesen extrañas sensaciones por sus venas.

—¿Pero, marido...?

—El asunto está zanjado —gritó cuando madre estaba a punto de rogarle. A ella le asustaba cuando padre no la escuchaba. Mi padre nunca jugaba con las palabras. Ella sabía que se haría lo que fuera que él dijera.

Finalmente, madre se fue de casa. Era la última opción. Padre se quedó a las tres hijas consigo. Aquella mañana, madre recorrió andando una larga distancia desde la comunidad hasta un convento que llevaban misioneras religiosas en Akauzor, un lugar alejado del hogar. Fue llorando todo el camino.

El convento se convirtió en su nuevo hogar durante los tres primeros años desde que se fue de casa. A los dos meses de irse de casa, madre dio a luz a un niño. La primera vez que sostuvo al pequeño entre sus brazos se vio inundada con emociones contradictorias. De acuerdo a su cultura, ya era una mujer completa, destinada a vivir con el hijo varón a su lado, estaba totalmente protegida. Por otro lado, su alegría sufriría altibajos ya que nunca sería completa al saber que su obstinación le costaría más años de sufrimiento y abandono total del hombre