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El armario
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Libro electrónico87 páginas1 hora

El armario

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Información de este libro electrónico

 Mike crece para encontrarse con un hogar que carece de paz. Él y su hermana esperan disfrutar de los lazos entre padres e hijos, pero encuentran a sus padres navegando por los rocosos bajíos del divorcio y finalmente la ruptura de relaciones a largo plazo. Al final, ambos padres se volvieron a casar y los dejaron en constantes necesidades y depresión; en el armario de su corazón, en sus preocupaciones por su futuro y en las constantes entradas y salidas de los disturbios de su padrastro, sale de casa en busca de su padre. Durante todos estos años, nadie le preguntó cómo se sentía por el divorcio de sus padres, la confusión emocional, el conflicto de lealtad y los sentimientos de resentimiento en su mente. Se convierte en su armario.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento21 ago 2020
ISBN9781071562451
El armario

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    El armario - Chima Ugokwe

    El armario

    Sobre el libro

    Mike crece para encontrarse en un lugar que no tiene paz. Él y su hermana esperan disfrutar de los lazos entre padres e hijos, pero encuentran a sus padres navegando por las rocas del divorcio y, finalmente, la ruptura de las relaciones a largo plazo. Al final, ambos padres se volvieron a casar y los deja en constantes deseos y depresión. En el armario de sus corazones, preocupado por su futuro y constante por los disturbios de su padrastro, sale de casa en busca de su padre. Todos estos años, nadie le ha preguntado cómo se sentía acerca del divorcio de sus padres, la confusión de sus emociones, el conflicto con la lealtad y los sentimientos de resentimiento en su mente. Se convierte en su armario.

    El nuevo año escolar.

    Era la primer mañana del año escolar. Hoy llovió. El clima fiel al pronóstico de ayer. Llovió a cántaros la noche anterior, aún así rara vez el tráfico es interrumpido. El sonido de cláxones y autos en movimiento se oían a lo lejos, y el ruido de los niños de la escuela pone a la escena en un frenesí por el comienzo del nuevo año escolar.

    Esa mañana fresca y húmeda mantuvo a mis padres en casa, concentrados en las noticias, sin prestarle atención a nada más. Mi padre de vez en cuando, hacía y atendía algunas llamadas de sus clientes.

    Un programa de televisión los mantenía ocupados, pero al momento en que me vieron detuvieron el programa para prestarme atención. Mi padre quería hablarme, así como también lo quería hacer mi madre. Él me alcanzó primero abriendo sus brazos y envolviendome en ellos. Me sostuvo mientras me llamaba por nombres graciosos y me llenaba la cara de besos. Me sentía feliz de saber que nadie podría alejarme del amor de mi padre.

    Me trataba como el ídolo de la casa, y yo lo amaba a él por su atención porque más allá de su ocupada agenda de trabajo, siempre tenía tiempo para mi. Fue una prominente figura a su propia manera, con una mirada honesta e inocente, que yo, en parte, envidiaba.

    —El nuevo año escolar empieza hoy. — Mi padre anunció mientras yo, sentado, lo escuchaba en silencio.

    El anuncio llamó la atención de mi madre, quien se nos acercó.

    — Mike fue promovido a décimo grado. El email llegó ayer desde la oficina del nuevo Director. Fue un envío tardío, lo cual él admitió. Por lo tanto, podemos alegar a eso en su defensa en cuanto lleguemos a su nueva escuela — le dijo a mi madre mientras depositó un gentil beso en mi cabeza.

    — ¿A donde? ¿Qué escuela? — le pregunté retirando mis manos de él.

    — A la escuela Disney que está a un par de millas de aquí. Vas a volver a casa cada fin de semana. Eso lo vamos a discutir con el Director. A unos viejos amigos les está yendo bien, yo apuesto por ti y confío en que a ti también.

    — Papá, me vuelve loco que me compares con otros chicos. Me hace sentir insuficiente, porque yo ya deseo ser como ellos.

    — Sí, esa razón es más que suficiente para unirte a ellos lo más pronto posible para desarrollarte mental y físicamente como yo.

    — Papá — lo llamé poniéndome de pie. — Es una mala idea. Recuerda, te lo dije anoche, que incluso en mi vieja escuela, era el enano del quinto y sexto grado.

    — ¡Oh! Si, lo hiciste. Ahora las cosas van a mejorar. Te lo prometo.

    — Sin promesas, papá. La escuela Disney es para mocosos malcriados. Ellos son malos. Las cosas cambiaron. No te quedes callada, mamá — dije caminando de un lugar a otro sin rumbo fijo.

    Mis padres me escuchaban pacientemente ya sea por mi edad o por mi personalidad. Mi padre fue cuidadoso, suavizando sus palabras para que yo lo entendiera. Hice muchas malas observaciones sobre mis compañeros de clase en mi ex escuela, que podrían ser publicadas en Disney. Ellos se burlaron y marcaron cada paso que daba, y no fue fácil pasar seis años con ellos, y ahora tener que enfrentarlos.

    Me negué a llegar a un acuerdo con mis padres. Aunque era un chico joven, hijo único para ellos, aparte de mi hermana mayor, han puesto restricciones a lo que debo decir o hacer. Me sentía amado, apoyado, valorado especialmente por mi padre, pero tenía mucho cuidado de no traspasar los límites.

    Esa mañana mis padres decidieron que debería continuar mis estudios en mi nueva escuela en Disney. No podría llevar la discusión muy lejos, por lo que escribí unas tácticas que, eventualmente, funcionaron. Decidí no comer, dormir, jugar o ver televisión hasta que fuera lo suficientemente claro para ellos que mi tristeza me mataría.

    *

    Al día siguiente me levanté tarde y me sentía muy débil para lavarme los dientes. Era inusual en mí, y todos lo sabían. El desayuno estaba en la mesa. Mi padre se fue bastante temprano a su oficina, y mi madre se fue a un encuentro con sus amigas. No tenía fuerzas para comer, así que rápidamente me alisté y fui a ver a mi amigo Ken. Ken era mi amable y energético amigo quien vivía unas pocas casas más allá de la mía. Hemos sido amigos desde el día uno. Desde el día en que me enteré que vivía en el vecindario con sus padres.

    Esa mañana Ken estaba con sus padres jugando con su perro, Lucky. Lucky era grande y valiente y todo el barrio lo quería. A mi me conocía por lo que cuando iba de visita, no me ladraba como si a los otros. Ken me sonrió y caminó hacia mí. Desearía estar tan feliz como él lo estaba. Me dio la bienvenida, y de la mano, me llevó hacia donde estaban sus padres.

    — Mike, ¿cómo estas?

    — Estoy bien — respondí. — ¿Podemos ir a otro lugar a hablar?

    — Podemos. Mamá, papá, mi amigo está aquí. Vuelvo enseguida.

    Saludé a sus padres y lo seguí rápidamente. Eligió el mejor lugar para pasar la mañana, era perfectamente de mi gusto. La cosa que me gusta de los padres de ambos es que nos asignaron honor, a pesar de nuestra edad. Ellos solo hacen las preguntas

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