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Elementos de un vitalismo trascendental
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Elementos de un vitalismo trascendental
Libro electrónico48 páginas32 minutos

Elementos de un vitalismo trascendental

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¿Cómo es que pienso? Eso mismo me pregunté, y eso mismo aquí intenté responderme. Tímidamente busqué de a poco encaminar mi pensmiento y poder trasladarlo al mundo escrito, abandonar la comodidad de mi propia confidencia e ir fuera de mí, exhortado a poder explicarme y saber de dónde es que debo comenzar cuando quiero pensar, cuáles son mis principios.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 jul 2018
ISBN9780463195987
Elementos de un vitalismo trascendental
Autor

Felipe A. Matti

Philosophy student at U.C.A (Pontificia Universidad Católica Argentina). Right now: Pannaturalist, Vitalist and believer in God but nontheless in the importance of the seek of truth. Mission: Merge Philosophy and Literature, create a friendly environment where people can philosophically inquire its beliefs and surroundings, and to avoid any sort of difficult terminology and language where only someone who is guided and knowledgeable of the subject's terms could understand. We are here to think and be thought, hence we are always trying to uncarry that burden which is to face the question "How important are we? And why am I here? What is nature, how dominant am I in this realm, in this reality?". Things like this, are what befuddles the human being since he was asked "So, how was your day?".

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    Elementos de un vitalismo trascendental - Felipe A. Matti

    La naturaleza entonces no debe ser sino obedecida para ser vencida: Y aquello que en la contemplación está como causa, está en la operación como regla.

    Francis Bacon

    Prólogo

    Estimado lector: Aquí se busca presentar no un sistema para todo vitalismo, sino solamente dar a conocer los elementos que comprenden lo que se ha de llamar vitalismo trascendental.

    Podría defenderme de quienes me han exhortado a recapacitar sobre si realmente merezco llamarme vitalista considerando que gran parte de mi vida no he pisado más que adoquines y pavimento tan solo haber salido escuetamente de Buenos Aires en viajes espurios e incipientes. Pues ya ahora acallo aquellas voces que en mi plena solitud difuminan mi juicio y atosigan exorbitantemente mi espíritu. No es de aquella manera como pienso al vitalismo trascendental.

    De modo temprano se escindió en mí una perspicaz y aguda búsqueda por comprender la naturaleza, desde pequeño frente a mí una pugna entre la imposición de dominar la tierra y el ser uno con el equilibrio promulgó en mi joven cuerpo la necesidad de liberarse de aquél letárgico sueño en la ignorancia y comprender a qué se debían esas diferentes posturas dispuestas. Tan solo en pacientemente observar mi patio pude percibir ese suave eco, el cual ajeno al ludibrio de nuestras representaciones, se permeaba a través de mis ojos.

    Un joven estudiante comenzaba a engendrar la concepción de una gran orquesta de la cual somos parte, un ritmo trepidante y elusivo que se desmigaja y atenúa en cuanto lo queremos poner en dicción alguna. Sin embargo mi pequeña y febril mente rondaba fantaseando soledad y una delirante pena, la cual mi ineficaz e ensordado espíritu no podía aun atañer.

    Adormecida mi consciencia continuamente me regocijaba ante el llamado tenebroso L’appel du vie, una luz amarillenta y agonizante penetraba y encadenaba el resquicio de mi cordura. Flemática, mi mente pululaba en un ambiente obscuro producto de ella, en donde comencé a perpetuar la imagen que me encontraba en un sendero completamente incoloro donde mi luz generaba sombras, la cual sostenía con mi mano derecha como si se tratase de una antorcha, al alumbrar objetos que se encontrabas íntegros en mí, una ennegrecida lontananza se efectuaba y finalizaba en el horizonte en una montaña donde estipulaba que al llegar allí, perdería una suerte de barro que cubría mis ojos y la ceguera finalmente sería extirpada. Sin embargo no sabía qué era aquello, ni tampoco cómo ir hacia allí.

    Diezmado permanecía constantemente en un soliloquio del cual no podía salir. Creyéndome por siempre un obsoleto estúpido, nadaba en pequeñas cosas que me generaban un placer el cual me era adventicio; como el blanco vapor que escapaba de mi boca por las noches de

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