¿CUÁNDO DESCUBRIÓ QUE TENÍA UNA SENSIBILIDAD EXTRAORDINARIA, QUE LE PERMITÍA CAPTAR LO “SUGEREN-TE”? ¿UN SENSITIVO NACE O SE HACE?
–Digamos que a los seis o siete años. Pero en ningún momento me pasó verlo como algo extraordinario porque mi infancia, como la de cualquier niño, permitía una convivencia natural de lo mágico y lo cotidiano. Al ser algo que, en cierto modo, me confrontaba conmigo mismo, lo viví como un hecho íntimo y desconcertante.
Siento y pienso que un sensitivo nace, aunque hay detalles que se pueden perfilar para potenciar ese nivel de percepción que todos tenemos. No obstante, este no se desarrolla en todas las personas porque no siempre se debe, ni se tiene por qué, según sean las circunstancias de cada quien.
¿CÓMO APRENDIÓ A CONOCER Y A “CONTROLAR” SU DON? ¿CONTÓ CON LA AYUDA DE ALGÚN GUÍA EN SU CA-MINO DE DESCUBRIMIENTO?
–Permitidme decir que lo que me ocurre no lo considero un don. Para mí es un estado psicobiológico, y que parece conectar con parcelas de realidad que se nos escapan y que son realmente interesantes, amplias. Esto, para mí, es mágico, y lo digo en un sentido muy particular e íntimo. Aprendí a conocer esto a través de aciertos y muchos errores. Poco a poco.
Si tuviese que mencionar alguna ayuda, diría que indudablemente la de mi madre, sutil pero constante. Esa constancia no tenía nada que ver con sobreprotecciones o distracciones, simplemente se tradujo en alentarme a tratar de no desviarme en lo que era mi día