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La desvergüenza del Sol
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Libro electrónico81 páginas41 minutos

La desvergüenza del Sol

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Uno de los escritos de mayor profundidad reflectiva de Felipe A. Matti. Una dedicatoria donde se autoinquiere sus principios y analiza sus fallas argumentativas; un diálogo donde se examinan sus propias dudas y se enfrenta a su propio contraargumento; una serie de poemas donde se expresa su incertidumbre como también poder reflectivo sobre los cimientos de su filosofía.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 oct 2018
ISBN9780463315354
La desvergüenza del Sol
Autor

Felipe A. Matti

Philosophy student at U.C.A (Pontificia Universidad Católica Argentina). Right now: Pannaturalist, Vitalist and believer in God but nontheless in the importance of the seek of truth. Mission: Merge Philosophy and Literature, create a friendly environment where people can philosophically inquire its beliefs and surroundings, and to avoid any sort of difficult terminology and language where only someone who is guided and knowledgeable of the subject's terms could understand. We are here to think and be thought, hence we are always trying to uncarry that burden which is to face the question "How important are we? And why am I here? What is nature, how dominant am I in this realm, in this reality?". Things like this, are what befuddles the human being since he was asked "So, how was your day?".

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    La desvergüenza del Sol - Felipe A. Matti

    Para mi amigo, fundador de un tal realismo complejo:

    Desdeñada es que la razón

    Se remite a admitir,

    Que las cosas son,

    Por más fuerza

    Que ésta tenga

    Cuando vuelve a la imaginación.

    No puede librarse,

    De aquellas cadenas,

    Que la obligan

    A sus taciturnos labios,

    A aquejarse y admitir,

    En la cumbre de su sollozo,

    Que más allá de toda ignorancia,

    Ésta ocurre por algo.

    Que las cosas son, mi obstinada razón no puede negar. Es algo que sin más debo admitir, puesto que más allá de mi propia querella e ingenio no tengo alternativa a desistir en mis fábulas; y así como uno sucumbe ante la hambruna y busca comida, mis argumentos acuden a aquella real existencia de las cosas.

    Sin embargo, aunque de vuelo compartido, nuestros nidos habrán de estar en distintos puntos del mismo árbol. Hemos de disfrutar la misma dulzura, que nos provee el seno de la naturaleza con su néctar. Pero aunque ambos estemos agraciados por este júbilo que nos causa la realidad y todo aquello que le compete, daremos cantos de diferentes timbres.

    Por supuesto, quien a ambos escuche, no habrá sino de oír una rapsodia, cuya composición sería orgánica y cada parte sería imperceptible por sí sola -complementaria una con otra- ; sin tener una fecunda idea de quién habría de cantar qué porción de la canción.

    Es entonces cuando doy cuenta que es tan débil nuestra distancia que bien podría exhortarte a que cantemos lo mismo; pero entonces ¿acaso no sería eso una aberrante injuria? Estaría aniquilando algo tan bello como la buena hora que anuncia la golondrina en el alba.

    Lo que aquí en mis meditaciones busco es el dar con una respuesta a mis dudas, es tal el anhelo de nuestra consciencia por cabales fundamentos. Cosa que en parte ya has hecho. Eso, por ejemplo, nos diferencia. Sé, con firmeza, que en este momento estarás en estado de abnegación frente a lo dicho porque te negarías a aceptar que has sido tan magistral que has llegado a una respuesta, sin embargo detengo aquí tu humildad, ya que te adelantas a lo que quiero expresar.

    Veo el mundo, y solo me remito a pensar que percibo una realidad tácita, que solo es estridente en su existencia para mi sentir. No exclames victoria tras leer la palabra existir, puesto que tu noción de aquello difiere de la mía y eso no hacés más que saberlo. Sin embargo, aunque sentirla puedo y hago, toda conjetura o juicio dirime y merma lo sentido; le da una figura propia a mi interés y visión. Ante eso, tu complejidad y categorización real responde. De hecho, con lo poco que la conozco, parte de mí se place en escucharla. Pero, un ruido leve y confuso no me termina por permitir de modo pleno fundirme en aquella doctrina; siento unos límites borrosos, como si fueran hechos de un vapor o espuma, que no me terminan de complacer.

    Me enfrento al mundo y es suscitante, a mi encuentro con él, la perplejidad que me genera éste. A todo puedo clasificar, a todo nace un nombre, a todo lo puedo libremente interpretar. Aun así, no soy el único en este mundo, porque la naturaleza siento que me examina a cada minuto, y aquello que es para mí inescrutable, ella ya sabe y atisba en todo momento.

    En todo veo esa taciturna presencia, y es obvio al momento en que acepte su concisa

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