No recuerdo una época en la que no fuera una zorra. Y con eso me refiero a una amante del sexo sin poligamia y en búsqueda constante del placer. La mayor parte de mi vida adulta ha transcurrido en chats de apps, citas y ligues como pasatiem-pos. Me gustaba no presionar demasiado para que todo fuera perfecto y asombroso, y siempre fui deliberada en mis elecciones sexuales. Me sentía muy libre. Hasta que la pandemia trajo un rápido cambio de ritmo.
Vivir con una depresión crónica grave, en especial durante una emergencia mundial, me impidió dar prioridad al sexo. Tenía un suministro