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Mirar desde tu corazón
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Libro electrónico123 páginas1 hora

Mirar desde tu corazón

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Información de este libro electrónico

El no recordar es no vivir, es olvidar y, por ende, no experimentar lo que vinimos a hacer.

En este libro, Carolina comparte su dolorosa metamorfosis al enfrentar el cáncer, la muerte y la vida «moderna».Es así como en sus líneas se desnuda en un hermoso proceso de aprendizaje, al mirar desde el corazón y, así, descubrir lo que los ojos no ven.
Descubre que puede mover sus límites, sin traicionarse.Es una historia real, donde harán un viaje juntos, de reflexión y encuentro, hacia lo desconocido.Descubre el mundo holístico y cuántico, desde una nueva perspectiva al renacer consciente.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento16 oct 2019
ISBN9788417887926
Mirar desde tu corazón
Autor

María Carolina Plaza Guzmán

María Carolina Plaza Guzmán nació el 23 de mayo de 1972, al inicio de la mañana, en el sur del mundo. Su madre Lucía y su padre Jorge la amaron e incentivaron siempre a ser libre, humana y diferente. Al salir del colegio, inició la búsqueda del mundo y lo desconocido. Estudió Relaciones Públicas, realizó un máster en Políticas Públicas y luego un diplomado en Seguridad Multidimensional. Además de diversos seminarios, cursos y talleres. Decidió escribir cuando quiso sanarse de verdad, y reconocer sus miedos y dolores. Ellos la invitaron a volver a vivir. Hoy trabaja el sentido de su vida, la energía femenina, la transmutación y sanación, desde la tridimensionalidad del ser. La descubrirás cada vez que leas uno de sus libros.

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    Mirar desde tu corazón - María Carolina Plaza Guzmán

    Mirar desde tu corazón

    Mirar desde tu corazón

    Primera edición: 2019

    ISBN: 9788417915070

    ISBN eBook: 9788417887926

    © del texto:

    María Carolina Plaza Guzmán

    © de esta edición:

    CALIGRAMA, 2019

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    «Para mamá, papá y a todos los que vienen de atrás…

    …gordo, hijos y a todos los que vendrán.

    Un abrazo de luz y agradecimiento.

    Sin ustedes mi vida sería imposible.»

    María Carolina Plaza Guzmán

    Amatista

    Es una piedra preciosa, de color violeta.

    De la familia de los cristales y el cuarzo, es un protector.

    Su vibración tiene efectos en el cuerpo, la mente y nuestro espíritu.

    Está relacionada con la activación de la glándula pineal, pituitaria, el tercer ojo y el chakra coronario.

    Genera la transmudación de energías, dolores, confusión y diversas enfermedades, ayudando a encontrar estados meditativos, de calma, armonía y mayor conciencia del ser interior.

    La piedra amatista de la portada, la busqué y se la entregué a la artista orfebre Carolina Ossa, quien realizó un trabajo a mano, inspirándose y logrando de manera natural una conexión con la piedra, su significado y protagonismo en este libro. Sus manos lograron esculpir con delicadeza y fineza todo el realce de su naturalidad y belleza.

    1. Ahora

    Todo partió hace tanto, que ya no recuerdo. Si quisiera recordar en detalle, la verdad es que debería escribir otro libro. Por lo mismo, elijo partir desde un punto: mi vida hoy.

    No sé si ya me conoces. Tampoco sé qué sabes de mí. He desempeñado cargos públicos y es posible que hayas escuchado de mí. Pero precisamente por lo mismo, no intentaré construirte una imagen mía, no partiré contándote cuales son los cánones de formación que he recibido, ni las creencias o cultura en que me formé o los rasgos de personalidad que me caracterizan, porque creo que solo te predispondría al leer este libro.

    Lo que pretendo con estas páginas es compartir contigo un proceso de profunda transformación. Quiero hacer consciente en estas líneas el aspecto de inconciencia en que uno suele estar sumido sin darse cuenta. Créeme que no ha sido nada de fácil descubrir quién soy yo ahora, porque lo construyo a diario… Ahora.

    El pasado ya fue y no quiero que traiga melancolía o remordimientos. El pasado vive en mi mente, vive cuando lo recuerdo. Y, sin embargo, ocurre que lo recuerdo distinto una y otra vez ¿A ti no te pasa? ¿No te ha ocurrido que al volver a revisar una experiencia, ésta puede mostrar nuevos aspectos que antes habías pasado por alto? Y más importante aún: puede ocurrir —como a mí me ha pasado— que la misma experiencia, sea diferente al recordarla desde otra emoción. Tomar conciencia de que la misma situación la puedes vivir de distintos modos; sea triste, feliz, analítica, resuelta, o incluso dependiente o independiente a la vez, es a veces extraño. Los misterios de la vida son tantos, no sólo no tener repuestas a todo, sino que descubrir que tenemos la capacidad de vivir la vida como nos la propongamos, una y otra vez, con ese libre albedrio que tan poco usamos de verdad.

    Y si pensamos el futuro, éste es sólo futuro; no vivible nunca ahora, sino que lo imaginamos y eso es desgastante, ya que nos trae ansiedad con lo que querríamos que fuera o sucediera en nuestras vidas, con lo que anhelamos. Así, sin darnos cuenta, «vivimos» en el pasado o en el futuro. Entonces, ¿Qué dejamos para el ahora?

    Ahorramos, para el futuro.

    Nos preparamos para el futuro.

    Guardamos para el futuro.

    Hacemos tanto por el futuro, que nos olvidamos cómo vivimos la maravillosa experiencia de vivir el ahora.

    He aprendido que la vida es una causa—efecto de cómo vivimos hoy. Y si vivimos guardando, nunca podremos vivir y disfrutar lo guardado; lo que preparaste tanto para un determinado momento de tu vida puede diluirse sin que te des cuenta.

    Y lo más increíble de todo es que sabemos que nada de eso que acumulamos o atesoramos nos lo llevamos a la muerte.

    ¿Entonces qué nos llevamos a la muerte? ¿Ya lo sabes? ¿Sabes por qué estás aquí y qué te quieres llevar?

    Compartiré contigo algunas de las respuestas a estas preguntas que yo he encontrado para mí.

    Regresemos al tema del tiempo. El Ahora —y aunque no lo creas— es un estado que lo conocí y vivo desde hace muy poco. Todo partió cuando mi relación con el tiempo cambió. El transcurso del hoy ya no es un modelo de orden mental y lógico para vivir, donde puedo simplificar mi vida, de tal modo que deje de vivirla. De hecho, por haber estado pendiente de otra cosa, sin estar 100% presente, incluso he dejado de tener conciencia y recuerdo de momentos o circunstancias que se supone viví. Algunos lo llaman estado de zombi, otros de acción mecánica. La verdad, da lo mismo qué nombre le pongamos. El no recordar, es no vivir; es olvidar y por ende no experimentar lo que vinimos a hacer.

    He descubierto que el tiempo es solo el presente. El que puedo modificar mágicamente según mi estado de ánimo, consciencia, melancolía, ansiedad, auto control, paz y armonía o todo lo que quiera vivir.

    Y así, he podido tener la experiencia de vivir de verdad, mi verdad, no la de otros.

    Y eso me ha re enamorado de la vida y las ganas de vivir.

    2. Cuando empieza a temblar mi vida

    Era el año 2010, ya había nacido mi cuarto hijo y mi mamá había muerto hacía casi un año. La vida y la muerte siempre juntas. Cada día que pasa, creo que no es casualidad esa dualidad constante, ya que nada es al azar. Si le agregamos la noción de sincronía, es como si la vida nos estuviese constantemente dando mensajes; claves que debemos saber interpretar… lo cual es casi un arte.

    Bueno, te decía que estábamos en el año 2010. Año en que un gran terremoto, de 8,8 grados, sacudió todo en mi país Chile, incluido todo lo establecido y su orden. La naturaleza nos recordó nuevamente lo frágiles que somos, que no podemos contra ella, sino que debemos entender nuestra fragilidad y necesaria capacidad de armonía con sus procesos.

    Aquella descarga terrestre —porque eso son los terremotos, liberación de energía de las placas subterráneas— liberó tal nivel de energía que llegó a mover el eje de la tierra. Y en mi caso, inició un gran movimiento en mi vida y modificó su centro también.

    En un evento natural de casi 4 minutos de duración, todo cambió. Se removió física y energéticamente todo. Tanta fue la liberación de la tierra, que fue capaz de mover elementos de agua, tierra, aire y fuego en el magma de nuestros volcanes.

    No me extenderé sobre los datos del terremoto. Sólo quiero recordar que aquel suceso natural cambió prioridades, uso del tiempo, emociones, vidas, logros físicos y económicos, cambiando nuestra relación humana durante un tiempo importante. Estoy convencida que cuando la vida te da estos remezones, no sólo físicos, siempre te guía a algo más, con un sentido desconocido.

    Comencé en ese tiempo a dudar de lo que estaba haciendo y las prioridades de mi trabajo, mi tiempo y mi vida personal. Además, ya venían saliendo a la luz diversos casos graves en la iglesia católica con un terremoto de coherencia entre teoría, vida y sentido espiritual. Que los sentí lejanos, por mi relación con Dios siempre cercana y no dependiente de la «oficialidad» que lo representa. Pero debo reconocer, que no me autorizaba a mí misma a cuestionar y mucho menos permitirme dudar de la Iglesia, en una época de mi vida en que el juicio era real y constante, casi diario.

    Se sumaba la ya sabida colusión del sistema farmacéutico de mi país, escándalo que se destapó por aquella época. Se había denunciado y estaba en proceso de investigación una grave denuncia de colusión económica sobre los valores de mercado de los medicamentos, situación prohibida por ley en mi país. Era casi imposible de creer, ya que se suponía que el sistema capitalista era casi perfecto. Cómo era posible que en nuestro sistema económico se pudiera generar un acuerdo tan sórdido y maquiavélico a la vez, que tenía relación con el dolor de las personas.

    Podría seguir recordando noticias particulares de la época, pero todas apuntaban a lo mismo: si miramos con perspectiva, estábamos viviendo una crisis institucional, social y humana.

    Por ello, es que leí y escuché diversos análisis al respecto, todos con bastantes verdades y diversas miradas. Pero reconozco que esas estructuras del sistema económico, social y religioso —entre otras— eran pilares estructurantes de vida que sentía, en lo personal, que estaban consolidados y muy bien articulados en su funcionamiento. Por ello estos hechos provocaron que las bases de mi vida entraran en crisis. Prontamente, y por si fuera poco, se agudizaría con los escándalos e investigaciones de

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