Añoranza: 3 Historias De 10
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Salvador Rodríguez Gaona
Escritor, Director y Productor de espectáculos interdisciplinarios. Nació en la Ciudad de México en 1980. Egresado del Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA), como Intérprete de Danza de Concierto y Licenciado en Teatro por parte de la Universidad Veracruzana. Ganador del premio José Solé a la mejor Dirección Escénica en 2004 con “Los Olvidados, ni Ángeles ni Demonios” en el Festival Hispanoamericano Arturo Morell; becado por el Instituto Veracruzano de Cultura en 2009 con el proyecto en la Dirección de la obra de teatro “Memorias de un Niño de Diez” y Director de la obra “El Grito 1810-2010”, proyecto ganador en el Certamen Conmemoraciones 2010. Participó en la compañía de Teatro Infantil de la Secretaria de Educación de Veracruz (SEV) en 2004 y en 2010. Actualmente es Director General de Producciones Salvatore Rogan y Presidente del Comité Directivo de la Asociación de Artistas Escénicos en Pro de la Cultura, el Arte y el Deporte en México. A.C.
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Añoranza - Salvador Rodríguez Gaona
Añoranza
3 historias de 10
001_a_h.pdfSalvador Rodríguez Gaona
Copyright © 2012 por Salvador Rodríguez Gaona.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2011963296
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-1259-6
Tapa Blanda 978-1-4633-1258-9
Libro Electrónico 978-1-4633-1257-2
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Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
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Índice
NENE … LA ÚLTIMA AVENTURA
MEMORIAS DE UN NIÑO DE 10
LA CIUDAD IDEAL
003_a_h.jpg004_a_h.jpgNENE … LA ÚLTIMA AVENTURA
Personajes
José
Pepo
Nene
Luis
Una habitación rustica, una silla de mimbre roída por el tiempo… Más que una vivienda, un cuarto donde se guarda herramienta, polvo, montículos de piedra, animales rastreros que huyen, y otros de ocho patas que trepan. El sol se desvanece por una de las pequeñas ventanas que da al horizonte. José mira como lentamente el sol se desvanece por la colina. El viento seco entra, encuentra camino a través de los cristales rotos. José percibe la presencia de alguien que se acerca, de él mismo hace muchos años, casi 30. Su recuerdo cobra vida a través de un niño que le observa. Un pequeño de diez años cuyo rostro endurecido muestra una alejada máscara de él, José, o más bien Pepo. Así le apodaban de niño.
–Platicar, contar, narrar, o como se le llame no es fácil pa un hombre cuya única preocupación ha sido lo trabajado en toda su vida, pero… hoy que estamos aquí voy a hacerlo. Nene… era un buen amigo. Después de aquella tarde en la que buscamos la Claudina, no supe más de él. Es más, luego de eso, no me daba tiempo de nada. La nueva vida en la bloquera era muy absorbente, sin contar con las obligaciones en la casa del tío Moi. Las jornadas de trabajo consistían en apilar bloques de granito para convertirme en un hombre de pies a cabeza como me lo recomendó mi apá, la noche en que lo vi partir. A mi corta edad, no pensaba en juegos, ni en aventuras, como otros niños hacen; mucho menos en Nene. No quería dejarlo, pero tenía que hacerlo. El puede defenderse solo si se lo propone. Siempre creí eso… sobre todo esa vez… en la última aventura… que no pude retener el tesoro de la Claudina… . Me enteré de aquel lugar el día en que vi que de la mochila del capataz, el administrador de la cosecha donde se fletaba mi apá, se asomaba un pedazo de cuero.
–¿Y eso? ¿Qué es?
–Un pedazo de cuero, qué más. Contestó aquel hombre fornido que a pesar de su cuerpo robusto y cara dura, porque muy pocas veces sonreía, era un hombre noble y sus trabajadores lo apreciaban.
–¡No! ¿Qué dice ahí? ¿Qué son esos dibujos?
–¿Dibujos? . . . ¡ah! Mis hijos dicen que´s un mapa de un lugar donde los revolucionarios guardaban el dinero que robaban o recogían de aquí y de allá en la época de la Revolución. Dicen que en sus paredes aun se conservan escondidos los tesoros de antaño.
–"Esa fortuna ayudará a mi apá a tener con qué pagar sus deudas, y yo podré ir a la escuela".
–Pensé. Toma. Llévatelo, es tuyo. La cosecha había terminado. En ese entonces, el dueño vendió todas sus tierras a una constructora. Esto provocó que mi apá, don Daniel, ya no tuviera empleo y pensara en ir a trabajar a lo que oí decir "al otro lado", que aunque en ese momento no supe qué significaba, estaba seguro que era muy lejos. Don Daniel iba a dejar a su hijo con el tío Moi, el hermano de mi madre, que a pesar de ser un hombre de buena reputación; acá entre nos, no me agradaba mucho. Cada vez que hablaba, levantaba las cejas de tal modo, que ambas se juntaban simulando un gran gusano negro, de los que nombran azotadores. Además, abría y cerraba los ojos