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La cabeza del dragón
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La cabeza del dragón
Libro electrónico94 páginas43 minutos

La cabeza del dragón

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Información de este libro electrónico

Esta obra de teatro de Ramón del Valle-Inclán es una propuesta única en su género: la lectura de un clásico dirigido a los chicos. Se trata de una historia divertida que parodia los cuentos maravillosos infantiles.
IdiomaEspañol
EditorialLetra Impresa
Fecha de lanzamiento1 ene 2021
ISBN9789878933030
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    La cabeza del dragón - Ramón Del Valle Inclán

    ilustracion
    Escena

    · 1 ·

    ~

    Sale el Presentador, se ubica en el centro de la escena y habla con el público. Mientras tanto, los tres jóvenes príncipes están detrás, quietos como maniquíes detenidos en medio de una acción.

    PRESENTADOR. –Honorable público, esta es la historia de dos reinos y de dos reyes que ya no tienen ningún poder. Son como marionetas manejadas por ministros, consejeros o dragones. Dos reinos y dos reyes pobres y cobardes que han olvidado su deber y de personas que han perdido el rumbo. Y también es la historia de un príncipe noble y valiente y de una princesa buena y hermosa, y de un amor que, como todo verdadero amor, vence los obstáculos que se le presentan. Veámoslos actuar.

    El Presentador se retira haciendo un gesto a los tres actores en escena, para que comiencen. Los tres príncipes se ponen en movimiento. Juegan a la pelota en el patio de un castillo rodeado de torres. Es un castillo de fantasía, como los de los cuentos infantiles. Tiene grandes muros cubiertos de hiedra y algo destruidos y torres que parecen llegar al cielo. Hay pendones en los que está dibujada la flor de lis. Sobre la torre principal, paradas en sus nidos, dos cigüeñas observan.

    EL PRÍNCIPE AJONJOLÍ. –¿Hermanos, han visto cómo esta pelota bota y rebota? Cuando la tiro para un lado, sale para el otro.

    EL PRÍNCIPE VERDEMAR. –¡Parece que adentro tuviera un diablo enredador!

    EL PRÍNCIPE POMPÓN. –¡Parece haberse vuelto loca!

    EL PRÍNCIPE VERDEMAR. –Eso solo sería posible si esta bola llena de aire tuviera cabeza y pudiera pensar.

    EL PRÍNCIPE POMPÓN. –¿Y por qué no podría ser? ¿Porque está llena de aire? El aire es un elemento muy común en las cabezas de muchos que se dicen genios. También el humo y el vacío.

    EL PRÍNCIPE AJONJOLÍ. –¡Tienes razón, príncipe Pompón! ¿Acaso no dicen que el Primer Ministro de nuestro padre el Rey tiene la cabeza llena de humo? ¡Otros dicen que está llena de aire! ¡Y muchos, que está vacía!

    EL PRÍNCIPE POMPÓN. –¡Y sin embargo, todos los diarios elogian sus discursos y dicen que es un sabio! El Rey nuestro padre confía tanto en él que deja todas las decisiones importantes en sus manos.

    EL PRÍNCIPE VERDEMAR. –Pero ya saben lo que dice la Reina nuestra madre, mientras peina al Rey nuestro padre: ¡una casa no se gobierna como un reino! ¡Una casa necesita mucha cabeza! Y el Rey nuestro padre le da la razón.

    EL PRÍNCIPE AJONJOLÍ. –¡Porque es un pollerudo! Pero el Primer Ministro dice que la Reina nuestra madre se equivoca. Y que a todas las mujeres, reinas o verduleras, hay que tenerlas cortitas, porque si no, se creen dueñas del

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