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Los animales de la selva
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Los animales de la selva
Libro electrónico38 páginas28 minutos

Los animales de la selva

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Y así prosigue el juego manejado por un titiritero dispuesto a cualquier cosa. Una diosa omnipresente que lleva a los animales hasta el museo, cruzando sus vidas de forma inocente. Ni tan siquiera el lobo más audaz es capaz de ver a través del trampantojo que han trazado a su alrededor.

IdiomaEspañol
EditorialLucía Solla
Fecha de lanzamiento26 may 2019
ISBN9780463207260
Los animales de la selva

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    Los animales de la selva - Lucía Solla

    MEMORIAS DE LA SELVA II

    LOS ANIMALES DE LA SELVA

    LUCÍA SOLLA

    © 2019 Lucía Solla

    Todos los derechos reservados

    Diseño de la portada de: Jose Manuel Varela González.

    Para quien sabe

    escuchar los silencios

    de una conversación.

    PARTE I

    ¿Cuánto tiempo había pasado desde el encargo de Fox? Quizás un par de meses, no lo tenía claro. El tiempo se había volatilizado sin resultado alguno.

    Al principio todo fue caótico y la sensación de que no sería complicado encontrarla duró poco en mi cabeza. Lo primero que hicimos, Patrick y yo, ya que se había convertido en mi sombra, fue visitar el piso en donde mi hermano le había robado el collar.

    Era un apartamento amplio situado en un buen barrio, con una escalerilla de incendios por la cual Patrick había accedido al interior. Los propietarios, un matrimonio de cierta edad, nos enseñaron el piso pensando que yo estaba interesado en alquilarlo.

    Poco sabían de la chica que lo había arrendado durante los dos meses precedentes. De lo que estaban seguros era del pesar que tenían porque no se hubiese quedado más tiempo. Como cabía de esperar, allí no había nada que nos llevase a Minerva.

    Después de esa visita infructuosa, decidí sacar la artillería pesada. Hablé con un viejo conocido que trabajaba en la policía, el cual me debía algún que otro favor por un antiguo asunto de amantes, otro de juego, otro de malas compañías y así sucesivamente.

    Le pedí que investigara los nombres de Minerva Owl y de Edward Fox. Lo cierto es que dudaba que fuese a encontrar algo, no por la falta de información, que también era posible, sino por su falta de habilidades.

    Y no me equivoqué; después de tardar lo que a mí me pareció una eternidad, me dijo que no había encontrado nada. Mientras esperaba por esos datos decidí aprovechar el tiempo de forma útil y hablar con cara de perro.

    Elegí un día laborable, un lunes para ser exactos, la gente estaba demasiado cansada del fin de semana como para pasarse por el Flamingo’s. Era el momento perfecto para charlar sin oídos indiscretos.

    A excepción de cara de perro, aquello

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