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La abeja reina
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Libro electrónico54 páginas41 minutos

La abeja reina

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Información de este libro electrónico

La diosa reina con su plan maestro hace que todos los animales bailen al son de un compás bien planeado. Pero todo plan tiene sus fallos, los cuales obligarán a recurrir a opciones más arriesgadas.

IdiomaEspañol
EditorialLucía Solla
Fecha de lanzamiento29 nov 2021
ISBN9781005097639
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    La abeja reina - Lucía Solla

    MEMORIAS DE LA SELVA IV

    LA ABEJA REINA

    LUCÍA SOLLA

    © 2021 Lucía Solla

    Todos los derechos reservados

    Diseño de la portada de: Jose Manuel Varela González.

    Para quien tiene fe

    en la esperanza.

    PARTE I

    - Venga Swan, no pongas esas cara.

    - ¿Y qué cara quieres que ponga? ¿Tú sabes la que has montado?

    - No ha sido para tanto. Además, las consecuencias han sido buenas ¿o no?

    - Por lo de ahora sí - admitió Swan a regañadientes. - Por cierto, ese color de pelo te queda fatal.

    - Ya lo sé - Minerva se sacó la peluca rubia que llevaba y la tiró sobre uno de los sillones de la biblioteca.

    - Te favorecía más la negra o la castaña que llevaste siendo la Srta. Rodimi.

    - Tengo que reconocer que de morena tengo un punto interesante.

    - Eso díselo a Wolf - rezongó por lo bajo Swan.

    - Hola - dijo una mujer con una enorme barriga de embarazada. - ¿Qué tramáis?

    - Nada - le respondió Swan.

    - Cuando vosotros os reunís a solas siempre tramáis algo - protestó Duck.

    - ¿Cómo te encuentras? - le preguntó Swan para desviar el tema de conversación.

    - Estoy cansada - comentó tocándose la barriga. - Quiero dejar de parecer un contorsionista cada vez que tengo que agacharme.

    - Ya falta poco - la animó Minerva.

    - Cariño, deberíamos volver, ya es tarde - opinó Duck dirigiéndose a Swan.

    - Tienes toda la razón - claudicó este.

    - Voy a recoger mis cosas - comentó saliendo de la biblioteca.

    - No sé cómo te aguanta - le dijo Minerva a Swan para picarlo mientras miraba por la ventana.

    - Pues aguantándome - se levantó del sillón un poco molesto. - Hermanita, pórtate bien.

    - Siempre me porto bien. Otra cosa es que tú lo entiendas.

    - Mini - terció Swan.

    - Dino - le respondió Minerva.

    - Voy a despedirme de papá - antes de salir de la biblioteca Swan dijo: - Eso de que le pusieses Dino al perro no me hizo mucha gracia. Cada vez que Wolf lo llama tengo ganas de responder yo.

    - Dile que le cambie el nombre.

    - Está demasiado atontado contigo como para cambiarle el nombre que tú le pusiste - Minerva sonrió con malicia. - Te has expuesto mucho.

    - Tranquilo, no me voy a casar con Wolf.

    - Solo vas a jugar un poco con él.

    - No soy tan cruel. No tengo intención de volver a cruzarme en su camino.

    - ¿No? - Minerva negó con la cabeza.

    - Al menos de momento - añadió con picardía.

    - Ciao, Mini - dijo Swan dándose por vencido.

    - Ciao, Dino - Swan puso mala cara, cosa que hizo sonreír a Minerva. - Dionisio mejor.

    Una vez que Swan y su mujer se fueron la casa quedó en el más absoluto silencio. Esa calma hacía que Minerva se relajase y se olvidase del mundo que a veces tanto aborrecía. Cuando se aburrió de estar sola en la biblioteca fue hacia el salón, donde estaba segura que encontraría a su padre sentado en su butaca favorita enfrascado en alguna lectura fascinante.

    - Hola papi - dijo dándole un beso en la cabeza y sentándose en el brazo del sillón.

    -

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