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El cambio de Vir 2: El cambio de Vir, #2
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Libro electrónico73 páginas3 horas

El cambio de Vir 2: El cambio de Vir, #2

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¡¡¡AHORA CON PRECIOSAS ILUSTRACIONES DE MARGHERITA NARDI!!!

 

Segunda parte de El cambio de Vir

 

El cambio de Vir es la historia de una niña a punto de entrar en la adolescencia.
Virginia es una niña modelo con una vida feliz y que parece perfecta, hasta que su madre se pone enferma y sus padres deciden enviarla unos días a un pequeño pueblo con su tía abuela, Clara.
Lo que al principio le parece una pesadilla, comenzará a convertirse en una lección de vida, y Vir acabará descubriendo gracias a una serie de acontecimientos, que como bien dice el libro de El Principito: Lo esencial es invisible a los ojos.
 

 

Segunda parte de El cambio de Vir

 

Amistad, valor, superación, autoestima…Un libro lleno de valores para un tiempo en el que los valores parecen haber perdido hasta el sentido y han sido sustituidos por las apariencias.


Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo.
Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.
Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.
No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Es muy fácil juzgar a los demás, lo difícil es juzgarse a uno mismo.
Imagen de portada Darksoul en pixabay

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 sept 2020
ISBN9781393639732
El cambio de Vir 2: El cambio de Vir, #2

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    El cambio de Vir 2 - Laura Pérez Caballero

    Asimilando

    Saúl

    Vir y Saúl

    Rebeca

    Vir no está sola

    El juego

    Equipo de fútbol

    La despedida

    Vir y mamá

    ASIMILANDO

    Por la mañana, la tía Clara le dice a Vir que han operado a su madre el día anterior. Su padre llamó por la noche para decirle que todo había salido bien y que en unas horas la subirían de nuevo a planta y llamaría a Vir.

    No ha querido decírselo antes para que no pasara la noche en vela, se disculpa la tía Clara.

    Vir no puede con los nervios. Vuelca la taza del desayuno. Se pone histérica porque no es capaz de desenredar un nudo en el pelo. Agobia a Misifú intentando retenerlo en brazos. Los minutos se le hacen eternos y de vez en cuando desvía la mirada hacia el teléfono de la tía, colgado en la pared del recibidor.

    —¡Por Dios, ya está bien! —exclama la tía Clara, contagiada por el nerviosismo de Vir— Ven conmigo, vamos a recoger los huevos.

    Vir tuerce la nariz. Odia cómo huele en el gallinero, pero sigue a su tía. El gallinero es una vieja y destartalada caseta en el fondo del patio. Es muy pequeño y apenas cogen de pie. En el fondo del mismo hay cajas de madera con un gran agujero en el frontal y cuya tapa superior se levanta.

    En el gallinero no queda ninguna gallina porque la tía Clara las ha echado de comer en el patio. Todos los días guarda los restos de las comidas para luego esparcirlas en un trozo de patio donde las gallinas picotean sin parar.

    —Vete levantando las tapas y pasándome los huevos —dice la tía, que lleva una cesta con el asa dentro de su brazo derecho.

    Ella misma comienza a levantar la tapa de la caja más alejada de la entrada. Vir hace lo mismo con la más cercana. Hay dos huevos. Los coge y se los da con cuidado a su tía.

    En la siguiente hay uno solo, y, al levantarlo, Vir ve que está manchado de sangre y lo lanza al suelo mientras salta hacia atrás.

    —¡Ay, qué asco!

    La tía Clara grita.

    —¡Virginia!

    Vir también pega un grito. Al saltar hacia atrás ha pisado una caca de gallina y como va en chanclas se ha quedado pegada entre sus dedos junto a unas cuantas plumas.

    —Sal de aquí —grita la tía—. No vas a dejar un huevo sano. Eso te pasa por ir vestida como una princesa en una pocilga.

    Vir vuelve a la casa y entra directa al baño. Se quita la chancla dando una patada al aire y está a punto de abrir el grifo de la bañera para meter el pie debajo cuando escucha sonar el teléfono.

    Vir se olvida de todo. Ya no importa llevar caca de gallina y plumas pegadas en un pie.

    Vir corre al teléfono. Le tiemblan las manos y la voz, es la primera vez que habla con su madre después de que la hayan operado.

    —¡Mami, mami! —grita emocionada—  ¿Estás bien?

    —¡Hola, ratoncito! Mami está muy bien, te dije que no tenías que preocuparte. ¿Te estás portando bien?

    —Sí, mami, ya tengo amigas. Una se llama Bea y es muy guapa, y sabes, tiene doce años y ya le vino... Pero yo quiero ir a verte.

    —Verás qué pronto me dan el alta y papá va a buscarte.

    —Y luego iremos a Almería ¿verdad?

    —Claro. Quizá tu amiga Elena quiera venir, le ha preguntado a tu padre por ti.

    —Sí, quizá quiera. ¿Estás bien, mami?

    —Que sí, tonta, solo estoy un poco cansada. ¿Cómo estás tú? ¿Cómo lo estás pasando?

    Vir comienza a contar a su madre la aventura de los cerdos y se desternilla de risa mientras lo hace. Si se para a pensarlo, ahora que todo ha pasado le parece hasta divertido.

    —Y la tía tiene un gato, Misifú. Duerme conmigo por las noches, nos hemos hecho amigos.

    —Al final no vas a querer marcharte del pueblo.

    —No digas eso mami, me muero de ganas de verte.

    —También papá y yo tenemos muchas ganas de volver a abrazarte, anda, pásame a tía Clara, muchos besos, y de parte de tu padre también, y pórtate bien, acuérdate de lo que hablamos...

    —Me

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