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 De  Regreso  Al  Presente
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Libro electrónico226 páginas5 horas

De Regreso Al Presente

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Nuestra historia comienza al romper el alba a lo largo de la cartera Laredo México a Bordo de un camión de pasajeros y viaja rumba al sur del país. El año, 1958 y a principios Del verano. A aquella tempana hora la mayoría de los pasajeros dormían.
El ingeniero Esteban Saucedo se despertó y se sintió muy satisfecho de ver. que el camión no iba repleto, pues cuando mucho viajaban unas 22 personas, razón por la cual él iba solo en su asiento, y no era por falta de pasajeros en las terminales, lo que pasa es que aquel camión era de los de lujo; y la mayoría viajaba en autobuses de Segunda o de tercera.
Esteban notó también que se sentía muy bien, pues había dormido lo más del camino desde que abordó el camión la noche anterior en la ciudad de Saltillo; él se estiró perezosamente cuan largo era para relajar sus músculos; luego ocupó todo el asiento adoptando una mejor y más cómoda postura.
Mientras el camión devora la distancia él distrajo su mirada a través de la ventanilla y mareaban sus ojos el pasar de las formas caprichosas de arbustos y chaparrales de Aquella semi desértica región.
¡Qué silenciosos le parecían aquellos magueyales!…
¡Qué solemnes y a la vez, qué tristes le parecían todas aquellas palmillas del desierto!…
Y para no ceder ante la fuerza imnotizante de todos aquellos paisajes en tropel que tenían como eje aquel hermoso horizonte allá en la lontananza del dorado amanecer, cerró sus ojos dejando que el carrusel del mundo siguiera girando allá afuera y en la comodidad de su asiento lentamente empezaron a pasar por su memoria todos los detalles de los acontecimientos que lo pusieron en aquel viaje.
Él era un joven de 30 años; de tez blanca; alto, delgado, varonil y muy bien parecido; y aunque desde sus años de secundaria siempre había tenido mucho impacto con las chicas, él, en sí, no era ningún creído ni mucho menos vanidoso; se sabía admirado, sí, pero sin decir que era tímido, era muy serio.
Con su imaginación pues, se fue unos años atrás a la Clara, tr
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento20 ene 2017
ISBN9781483592367
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    De Regreso Al Presente - Fernando Gonzalez Andrade

    XXX

    Prefacio

    Soñar es normal. Divagar es como soñar despierto, y eso tal vez no sea normal. Imaginar cosas lógicas y muy posibles, es normal. Imaginar barbaridades no es normal. Ora… tener una pesadilla, podría ser normal; aunque muchas veces medramos dentro de esa pesadilla generalmente sin saber que actuamos muy fuera de nuestro control… y eso… tampoco es normal.

    I

    Nuestra historia comienza al romper el alba a lo largo de la cartera Laredo México a Bordo de un camión de pasajeros y viaja rumba al sur del país. El año, 1958 y a principios Del verano. A aquella tempana hora la mayoría de los pasajeros dormían.

    El ingeniero Esteban Saucedo se despertó y se sintió muy satisfecho de ver. que el camión no iba repleto, pues cuando mucho viajaban unas 22 personas, razón por la cual él iba solo en su asiento, y no era por falta de pasajeros en las terminales, lo que pasa es que aquel camión era de los de lujo; y la mayoría viajaba en autobuses de Segunda o de tercera.

    Esteban notó también que se sentía muy bien, pues había dormido lo más del camino desde que abordó el camión la noche anterior en la ciudad de Saltillo; él se estiró perezosamente cuan largo era para relajar sus músculos; luego ocupó todo el asiento adoptando una mejor y más cómoda postura.

    Mientras el camión devora la distancia él distrajo su mirada a través de la ventanilla y mareaban sus ojos el pasar de las formas caprichosas de arbustos y chaparrales de Aquella semi desértica región.

    ¡Qué silenciosos le parecían aquellos magueyales!…

    ¡Qué solemnes y a la vez, qué tristes le parecían todas aquellas palmillas del desierto!…

    Y para no ceder ante la fuerza imnotizante de todos aquellos paisajes en tropel que tenían como eje aquel hermoso horizonte allá en la lontananza del dorado amanecer, cerró sus ojos dejando que el carrusel del mundo siguiera girando allá afuera y en la comodidad de su asiento lentamente empezaron a pasar por su memoria todos los detalles de los acontecimientos que lo pusieron en aquel viaje.

    Él era un joven de 30 años; de tez blanca; alto, delgado, varonil y muy bien parecido; y aunque desde sus años de secundaria siempre había tenido mucho impacto con las chicas, él, en sí, no era ningún creído ni mucho menos vanidoso; se sabía admirado, sí, pero sin decir que era tímido, era muy serio.

    Con su imaginación pues, se fue unos años atrás a la Clara, tranquila y fresca tarde allá en la ciudad de Saltillo cuando su guapa esposa Estela Parra aun era su novia; Aquella chica de estatura mediana, Blanca y muy guapa, cuando era estudiante de química; ya llevaban un noviazgo de algo así cómo tres años; enamorados sincera y profundamente Uno del otro; una pareja normal Como hay muchas, con sus reclamos de celos; infundados las más de las veces; con una de berrinches y discusiones airadas; en donde ambos se reclamaban, más que infidelidad, frivolidad; y tal vez había algo de esto por parte de los dos; y es que… si no habiendo belleza hay ego, pues habiendola, con más razón.

    Y es que… habiendo belleza en el hombre o en la mujer, hay atractivo… y quiérase que no… halagos, y la mayoría de las veces, estos, dan paso a la vanidad en una mujer; y en un hombre, a veces; ¿por qué no?

    Estela creía tener bien fundado su punto de vista respecto a esto, pero la verdad no eran más que sus celos lo que le hacían creer que Esteban se complacía con la mucha atención que le brindaban sus amigas; y éste a su vez le reclamaba la mucha atención que ella recibía de parte se sus amigos que de acuerdo a su punto de vista descaradamente la cortejaban; con el agravante de que los padres de ella no estaban muy entusiasmados con que él fuera su novio. Y no es que él les cayera mal, lo que pasaba es que ellos preferían para su hija el novel doctor Manuel delgado, que de delgado no tenia más que el apellido, porque el joben aquel, aunque era muy simpático, estaba algo gordito, aunque a Esteban le caía gordote, pero el joben doctor era viejo amigo de la familia. Ora… de que a Esteban le caía gordo, le caía gordo, ya que al parecer no perdía las esperanzas pues no dejaba de visitarlos y su novia no dejaba de atenderlo, por la sencilla razón de que ella lo tenia entre sus mejores amigos; además se conocían desde la infancia, pero para los celos de Eteban, ello no era motivo para que Estela se desviviera en atenciones cada vez que los visitaba. Mas la verdad era que Estela solo lo estimaba como un verdadero y buen amigo.

    Con todo este tipo de negatividades ellos rompían sus relaciones de vez en cuando, y después de dos o tres días sin verse, venia una hermosa reconciliación en la que ella lloraba de alegría y él se enternecía de amor…

    Allí en el camión Esteban sonrió al recordar tanta locura que hacían cuando aún eran novios; el entonces tenia 23 años y cursaba la carrera de ingeniería y vivía en una casona allí en el centro de la ciudad de Saltillo con su madre quien había enviudado dos años atrás.

    Esteban recordó con tristeza que con la pérdida de su padre ellos quedaron en una situación económica muy tirante debido a los malos manejos financieros de su padre antes de morir; y él estaba tratando de que su mamá no se enterara de tan mala situación; pues la magnífica casona Aquella en donde Vivian estaba también en peligro de perderse; y él ya estaba considerando muy seriamente dejar sus estudios para ponerse a trabajar y así tratar de salir del poso económico en que los dejó su padre. Esteban estaba seguro de encontrar un empleo bien remunerado; más a esa consideración suya se oponía el hecho de que él sinceramente quería terminar su carrera, pues los planes matrimoniales con Estela ya eran un hecho también; y ella ignoraba completamente la situación financiera por la que pasaba su novio, por lo tanto, su idilio y la vida en sí eran de color de rosa para ella, No así para él.

    Mientras el camión devoraba la distancia, en lo confortable de su asiento, él recordó también Aquella tarde que él y su novia salían del cine, y entonces él ya lidiaba con el problema de lo que parecía ser una inminente banca rota en la existencia de su mamá y él; y debido a esta gran preocupación desde luego que ella ya se empezaba sentir molesta con aquel avistamiento de parte de él; y desde luego que atribulló toda Aquella seriedad y aquel despego a otro de sus berrinches de celos, pues ya hacía días que no le hacía ningún arrumaco ni apapacho a los cuales la tenía acostumbrada; y de pilón, tanta era su preocupación que durante toda la función de cine de esa tarde, ni un beso le dio, de tal modo que para cuando salieron, ella apenas podía disimular su mal humor; al parecer, esta era la primera ocasión, y quizá también la única pareja de enamorados que por esos tiempos se pusiera a ver realmente la función; a lo que ella, con cierto sarcasmo, ya una vez fuera del cine le preguntó: -Y… qué te pareció la película?

    -Mmmm… más o menos… algo aburridona. -Contestó él sin captar el mal humor que poseía a su novia, quien se incomodó aún más con su ignorancia; y renovando su sarcasmo, le volvió a preguntar: -Y qué se te hizo más aburrida, ¿la película o yo?

    Esteban reaccionó con curiosidad y hasta ese momento notó la contrariedad de ella, y le dijo algo extrañado, pero a la vez con mucha seguridad: -Estela… no sé qué quieres decir pero tú sabes que estando contigo soy incapaz de aburrirme.

    -De lo que eres incapaz es precisamente de disimular tu aburrimiento. -Dijo ella obviamente enojada; y como él en verdad era inocente, le preguntó algo incómodo: -Bueno, ¿Y ora, me quieres decir qué es lo que te pasa?

    -¡Mira Esteban! Te conozco muy bien cómo para saber que tú te traes algo; entonces soy yo quien te debe preguntar: qué es lo que te pasa a ti.

    ¡Claro que le pasaba algo!… Y hasta ese momento él reparó que su mucha preocupación por sus problemas de dinero ya le estaba afectando su idilio; en otras circunstancias, y siendo otro el motivo de su disgusto, él generalmente ignoraba su mal humor, pero aunque aún no había plazo para su boda, con aquel problema que ahora tenía, tal proyecto ahora le resultaba, si no imposible, sí muy difícil, por lo que él decidió enterarla ahora de una vez por todas; ella ahora tenía derecho a saber que él en muy breve tiempo podría llegar a ser tan pobre cómo el que más.

    -Bueno Estela… mira… sí quiero enterarte de lo que me pasa… pero… no sé cómo empezar.

    Ella era muy celosa; y tomando las cosas por otro lado le dijo: -¡¿No sabes cómo empezar eh?!… Mira, llévame a casa, y ahí después hallarás la forma de contarme lo que te pasa.

    ¡No Estela! espera… perdóname por estarme comportando cómo un imbécil; deberas, te suplico que me perdones; ya antes debí haberte hablado de esto.

    A ella le extrañó saber que él tenía algo de lo cual quería hablarle; ella era muy suspicaz, y ya varias veces había pasado por su mente la posibilidad de un rompimiento definitivo entre ellos, por los celos de ambos, y si bien era cierto que se amaban con mucha intensidad, también era cierto que ambos tenían un carácter muy difícil, y sus altibajos se debían a que ella tenía muchos admiradores y él muchas admiradoras; entonces no era más que inseguridad de parte de los dos; y ella temía que uno de esos días, él saliera con un ahí muere, y él por su parte también temía que en uno de esos berrinches, ella pensara mejor las cosas y definitivamente lo mandara mucho a volar; pero la verdad es que todo esto estaba solamente en la cabeza de ambos, porque para ella no había más hombre que él, y para él no había más hembra que ella.

    -¡¿Pero tan grave es lo que te pasa que te distraiga de tal modo?!

    Él titubeó y a ella no le gustó.

    -Aaaaaahhh… mmmmm… bbbbuuueno… graaave… lo que se llama grave.. tal vez no; pero sí hay algo muy serio de lo cual voy a tener qué hablarte.

    Estela era de las que en materia de discusión con él, todo lo agarraba por otro lado; y creyendo que él ya la iba a cortar, le dijo de lo más digna: -Pues mira, te la voy a poner muy fácil… si el problema soy yo, te mortificas porque quieres.

    -¡¡Estela!! interrumpió él con brusquedad. -No vuelvas a decir eso por favor. -luego impaciente, pero también muy suplicante le demandó. -Estela mi amor… tú sabes cuanto te quiero.

    Ella sintió tan agradable oír aquello, que mas confundida, se sintió de pronto algo apenada, por interpretar mal lo que él traía; entonces cambiando de actitud dijo: -Esteban, perdóname tú a mí; soy una tonta; creí que la traías conmigo.

    -¡No mi amor, ¿como crees? claro que no!… tú no sabes todavía cuanto te quiero.

    -¡Bueno entonces si yo no soy la causa! Caray cuéntame pues que ya estoy intrigada.

    Con aquello, Esteban decidió enterar a su novia de una vez por todas sobre su mala situación económica pues no le parecía justo que ella no estuviera enterada que él podría pasar a ser un pobretón, ya que ella, aunque no era ninguna ricachona, la verdad es que vivía con mucha comodidad. -Mira, pasemos a la plaza, y mientras tomamos un refresco te platico.

    Una vez en la plaza, pasaron a la nevería y se acomodaron en una mesilla algo apartada a la sombra de los árboles, ordenaron refrescos, luego ella dijo con cierto nerviosismo: -Bueno, soy toda oídos.

    -No es mucho lo que tengo qué decirte; simplemente que voy a dejar los estudios.

    -¡¿Qué dices? -Preguntó ella tremendamente sorprendida y abriendo demasiado su boca y sus hermosos ojos.

    -Aaaah será solo temporalmente; ¿Sabes? tengo qué trabajar. ¡Estela, qué te pasa! ¡Te estás poniendo muy pálida!

    Ella se llevó la mano a la frente y cerró los ojos. Él la asistió diciéndole: -Toma un poco de refresco, esto te ayudará.

    -No es nada… ya me está pasando. Senti como que me iba a desmayar.

    Estela era hija única de Olga Sentiez y Alfredo Parra; un matrimonio reconocido en la sociedad saltillense; familia de profesionalitas en su mayoria. Ella pues, a sus 19 años y con su vida desahogada, no concebía que hubiera alguien que no estudiara teniendo los medios, sin tomarlo debido a ello cómo un haragán o presunto fracaso. Ella estudiaba por convicción; toda su vida la la había pasado entre pupitres, libros y maestros; por eso sintió aquel gran impacto emocional al oír a su novio decir aquello.

    -Estela, yo sabía que te iba a causar una verdadera decepción, pero no pensé que fuera para tanto.

    -¡Esteban; oír a una persona tan inteligente cómo tú, decir que ya no va a estudiar, es verdaderamente decepcionante!

    Él bajó la cabeza; no exactamente avergonzado, pero sí muy triste.

    -Sí esteban; esta es una de las más grandes decepciones que yo haya recibido en toda mi vida…. ni siquiera puedo concebir oírte decir eso; pero dime; antes de decidir eso, ¿Te pusiste a pensar tan siquiera un momento, en mí, en ti, o en el golpe tan grande que va a recibir tu madre cuando la enteres de esto?

    -Sí Estela sí; claro que me puse a pensar en todo eso; no creas que es una decisión hecha a la ligera… es precisamente por mi madre, por quien necesito ponerme a trabajar; y es por ti, por quien necesito terminar mi carrera.

    -¡No te entiendo!

    -Hay cosas que tú y mi madre ignoran.

    -¡Pues muy graves deben ser esas cosas cómo para que tal hayan hecho tomar tal decisión; pero cuéntame; tal vez después de escucharte, yo también decida algo. -dijo ella amenazadora y disgustada; a lo que él entendiendo perfectamente le dijo: -Estoy seguro que después de que me escuches, decidirás algo; pero qué bueno, porque de las cosas que de ti admiro, son precisamente tus decisiones; pues siempre has demostrado buen tino para hacerlas.

    -¡Vaya, pues no sé si agradecerte el elogio! ¡Bueno ya! No la hagas zancona. acuérdate que tengo muy poco tiempo. –Dijo ella disgustada

    -Seré breve, voy al grano; mi madre y yo estamos en una crisis económica muy grande.

    Estela se asombró, y al verla él algo impactada le dijo:

    -Mira, empezaré diciéndote que desde que murió mi padre y me puse al frente de sus negocios me di cuenta que no había tales; pues ya estaba casi en quiebra; y después de que liquidé todos sus compromisos, el único patrimonio que nos dejó fue un pequeño capital y la casa que actualmente ocupamos mi madre y yo, y ésta, por nada la voy a dejar perder; el pequeño capital servirá para su manutención, pero en ninguna forma para costear mi carrera. No alcanzaría.

    El solo hecho de saber que su novio estaba en Aquella crisis económica, la sorprendió mucho y de inmediato cambió su enojo por una gran preocupación. Queriéndolo cómo lo quería, claro que su nuevo estado económico no cambiaria sus sentimientos para con él, pero sabiendo que siempre había gozado de una situación más que holgada, aquello sí que era muy triste oír.

    -Cómo ves, es muy sencillo y nada largo de contar, lo que no es sencillo es contárselo a mi madre; con lo atrasada que está, le afectará saber, no solo que estamos en ruina, sino que por ahora no hay manera de cubrir los gastos de mis estudios.

    Estela ya estaba completamente de acuerdo con el punto de vista de su novio y le preguntó muy afligida: -¡Pero mi amor!… ¿¡Es posible lo que dices!?

    Él asintió con la cabeza y estuvo en silencio por unos momentos cómo meditando lo que iba a decir, luego con toda la seguridad del mundo, pero también con mucha calma le dijo: -Estela… para hablar con toda franqueza… tú y yo sabemos que en los matrimonios de hoy en día el amor no lo es todo… hasta ahorita no creo que hayas perdido el tiempo siendo mi novia, pero dadas las circunstancias, sinceramente creo que a partir de este momento lo empiezas a perder..

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