El cocinero vasco, que acaba de publicar un nuevo libro de recetas con Martín Berasategui, recupera una infancia que le parece haber vivido dentro en una película de Tim Burton, reivindica la humildad del oficio de cocinero desde el que “no hemos inventado la pólvora”. Comunicador “sin filtros”, el popular cocinero, conocido también como Robin Food, imagina oficiar misas en una iglesia en la que se adoraría a Santi Santamaria y donde comulgarían “con rodajas de longaniza y vino en condiciones”. En este nuevo capítulo del podcast "Quédate a Comer", el cocinero vasco desvela lo mal que lo pasó cuando decidió pasar página de su etapa en Mugaritz y romper con dos de sus antiguos socios, y explica su relación tóxica con la comida, una relación que ha podido reconducir tras varias operaciones, cambio de hábitos y para lo que le ha sido muy útil sus dotes en los fogones y el conocimiento del producto.