Un Multimillionario Muy Gruñon: Wolf Valley: Grumps, #3

Por Shaw Hart

Se suponía que solo era un trato de negocios...

Vera
Cuando mis padres murieron y me dejaron el refugio de lobos de Wolf Valley, para mí fue un sueño hecho realidad.
Entonces empecé a mirar las finanzas y me di cuenta de lo jodida que estaba.
El lugar está perdiendo dinero, mucho dinero, y necesito conseguir dinero rápido para salvarlo.
Cuando aparece un multimillonario guapo en la ciudad, no sé qué esperar.
Nuestro primer encuentro es mágico. Nunca había sentido algo así por nadie. Fue una conexión instantánea.
Luego me entero de que ha venido a comprar el refugio.
Me siento muy atraída, pero no pienso venderle las tierras.
Tengo que ser fuerte y mantener las distancias con él.

Fisher
He hecho cientos de negocios en los últimos años, así que este debería ser fácil.
Entonces llego a Wolf Valley y me encuentro con mi primer obstáculo.
Vera Wright.
Una mirada a ella y me olvido de todo sobre la compra de tierras y la apertura de mi nuevo complejo.
Ya no me importan los negocios. Solo quiero su corazón.
Lástima para mí, Vera no confía en mí.
Ahora tengo que encontrar la manera de ganarme a mi chica y hacerla mía para siempre.
Este es el trato más importante que he hecho nunca y no voy a estropearlo.

• Idioma: Español
• Editorial: Shaw Hart
• Fecha de lanzamiento: 31 may 2024
• ISBN: 9798224611508

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UNO

Fisher

Wolf Valley se parece a cualquier otro pueblecito de Estados Unidos y, mientras conduzco por él, me pregunto por qué me pareció tan buena idea abrir aquí mi próximo complejo turístico.

No hay tráfico mientras recorro Main Street y entro en el aparcamiento del Wolf Valley Lodge. Es el único motel de la ciudad, y frunzo el ceño mientras miro a mi alrededor.

El motel es como la mayoría de los lugares de pueblos pequeños que he visto a lo largo de los años, y sonrío. Sé que tener otra opción en la ciudad será bueno para este lugar y para mi negocio.

El edificio del motel está un poco deteriorado y no hay mucho que ver, pero servirá para este viaje. Si tengo que pasar más tiempo en esta ciudad, tal vez me plantee alquilar una casa o comprar un piso.

Tomo mi petate del asiento trasero y me dirijo a la oficina para registrarme. Se supone que solo voy a pasar el fin de semana en la ciudad, el tiempo suficiente para visitar algunos lugares antes de volver a Miami.

Soy de un pueblecito a media hora de Wolf Valley, pero me fui en cuanto pude. Odiaba estar allí, donde todo el mundo me conocía y me veía como un perdedor, igual que mis padres. Tanto mi madre como mi padre eran unos borrachos vagos. Intentaban ocultarlo, pero en un pueblo pequeño no había secretos. Yo quería salir y hacer algo por mí mismo.

No había mucho para mí en Clearwater, aparte de mi amigo Bishop, así que me fui. Seguí en contacto con mi amigo y trabajé, escatimé y ahorré durante años para abrir mi primer hotel. Era un complejo turístico en Miami, y despegó. Estuvimos en varias listas de los mejores hoteles, y aproveché el éxito y el impulso de ese hotel para abrir el siguiente y luego el siguiente. Un hotel en Los Ángeles, otro en Nueva York, luego un resort en México y otro en Hawai.

He recorrido todo el mundo en los últimos ocho años, pero aún no he encontrado ningún lugar donde establecerme y al que llamar hogar.

«Debería volver a Clearwater y ver a Bishop mientras estoy en la ciudad. Quién sabe cuándo será la próxima vez que esté tan cerca», pienso mientras me dirijo a la oficina del motel.

—¡Hola! Bienvenido a Wolf Valley —Me dice la amable recepcionista en cuanto entro por la puerta.

«Sería una buena contratación para el nuevo complejo», pienso mientras me obligo a sonreírle.

—Hola. Me registraré.

—¡Impresionante! Usted debe ser el Sr. Collins.

—Sí.

Toma unos papeles y una llave del mostrador, y yo me adelanto para firmar.

—Estarás en la habitación doscientos. Está justo por el pasillo de ahí y subiendo las escaleras. Primera puerta a la izquierda.

—Gracias.

—¡Por supuesto! Avísame si puedo hacer algo más por ti.

Me dedica una sonrisa coqueta, pero ignoro la mirada y me limito a asentir con la cabeza antes de recoger mi bolso y salir.

Subo las escaleras hasta el segundo piso y llego a mi habitación. Abro la puerta, echo un vistazo rápido a la pequeña habitación, entro y cierro la puerta de una patada.

La habitación está escasamente amueblada, con una cama de matrimonio, una mesa auxiliar y una cómoda con un televisor encima. El armario y el cuarto de baño están a la izquierda de la habitación.

Me pregunto cuánta gente se habrá alojado aquí. Tengo la sensación de que no han venido muchos turistas, o al menos no muchos se están registrando hoy. La chica de abajo sabía quién era antes de que pudiera decir mucho. Es posible que me haya buscado. He estado en algunas listas de los solteros o multimillonarios más codiciados, pero ella no me dio esa sensación. Creo que soy el único huésped que se aloja aquí ahora mismo.

Suena mi teléfono y sonrío al ver el nombre de Bishop en la pantalla.

—Hola, hombre. ¿Cómo te va? —Pregunto mientras respondo.

—Bien, ocupado —gruñe—. Llamaba para ver si tenías una fecha de cuándo nos necesitarías.

Bishop es un contratista. Tiene su propia empresa en Clearwater y hace unos días le llamé para que me ayudara a abrir el complejo aquí en la ciudad, ya que está muy cerca.

—Todavía no. Estoy aquí en Wolf Valley ahora para ver algunas ubicaciones. Debería saber más en unos días.

—Entendido. ¿Por qué no vienes pronto? Podemos cenar y tomar una cerveza.

—Lo intentaré.

La verdad es que odio volver a Clearwater. Allí no hay más que malos recuerdos. Por suerte para mí, Bishop lo sabe y rara vez insiste.

Oigo la voz de una chica de fondo y enarco las cejas. Bishop tiene tanto interés en las mujeres como yo, pero no oigo ruidos de construcción de fondo, así que eso significa que ahora mismo está en casa. Y hay una chica.

«Interesante».

—¿Quién es? —pregunto y él se aclara la garganta.

—Alba. Es mi nueva ama de llaves.

—No tienes ama de llaves. Odias a la gente —le recuerdo y vuelve a gruñir.

—Sí, bueno, ahora sí.

—¿Tu nueva ama de llaves es soltera?

—Cállate, Fisher.

—Así que eso es un sí.

—No, no lo es. Ya no.

—Uh huh, ¿y