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Cuentos
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Libro electrónico48 páginas33 minutos

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Información de este libro electrónico

Un grupo de cuentos que te harán pasar momentos entretenidos mientras te guían por los caminos de la reflexión serena, la meditación pausada y la introspección profunda.
Unos textos escritos para ayudarte a mirar en tu interior con sosiego, calma, paz y tranquilidad.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 sept 2023
ISBN9798215767054
Cuentos
Autor

Franklin Díaz Lárez

Franklin Díaz es abogado, especialista en inmigración, en docencia universitaria y escritor.Ha escrito y publicado los siguientes textos:Novelas:* El Amante de Isabella* Mis Genes Malditos* Las Baladas del Cielo* El Último Prefecto* La Casa del Columpio* Ramny y la Savia de Amor* Crónica de un Suicidio* El Aroma del MastrantoLibros de Autoayuda:* Siempre Puedo Continuar* De Esclavo a Empresario* El método PHILLIPS para dejar de fumar* RELAX al Alcance de Todos* Somos ResilientesTextos Didácticos:* La Gestión Inmobiliaria - Teoría y Práctica del Mundo de los Negocios Inmobiliarios* El Gestor Inmobiliario (Fundamentos Teóricos)* El Gestor Inmobiliario (Contratos y Formularios)* Quiero Publicar mi Libro.* Autopublicación en Papel (Createspace - Lulú - Bubok)* Guía Práctica del Camarero* El Vendedor de IdeasRelatos:* Susurros de AmorBlog:http://diazfranklin.wordpress.com

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    Cuentos - Franklin Díaz Lárez

    Mamá fue una buena mujer. Fue una persona noble, benévola, muy generosa. Nunca en mi vida la vi enfadada, molesta, ni supe que lo hubiese estado con nadie. Jamás discutió. A nadie contradijo. Cuando en cualquier conversación tuvo una opinión contraria, calló. No entró en contradicciones. De allí que durante mucho tiempo, equivocadamente, yo pensara que fuese fácil de convencer. El tiempo y nuestras múltiples conversaciones me demostraron lo contrario. Siempre fue de convicciones fijas, sólidas, firmes. Solo que por no llevar la contraria, se guardaba sus ideas para sí. Y tenía la precaución de recordar quién no estaba de acuerdo con ellas para evitar expresarlas en su presencia.

    Mamá no era mi mamá, sino la mamá de mi mamá, es decir, que mamá era mi abuela. Ocurría que desde siempre la llamé mamá porque mi verdadera madre nos tenía prohibido, a mis dos hermanos y a mí, llamarla mamá. Decía que era muy joven para serlo, aunque la verdadera razón era que eso significaba un obstáculo evidente a la hora de encontrar nuevas conquistas. Era comprensible. Efectivamente, nos había parido siendo muy jovencita. A los 21 años había tenido al último de sus tres hijos —yo—, y aquel mismo año se separó de mi padre definitivamente, con lo que siendo tan joven, era normal que intentase rehacer su vida amorosa con otra persona. Pero no le resultaba muy fácil encontrar pareja siendo, como era, la madre de 3 muérganos como nosotros. Desde pequeñitos nos impuso la obligación de llamarla por su nombre: María, aunque por afecto y cercanía todos en casa la llamábamos Mari.

    Mamá fue una de esas personas a las que se les suele llamar autodidactas. Nunca fue al colegio. Aprendió a leer y a sacar cuentas por su cuenta. Desde que lo hizo, en su adolescencia, tomó la Biblia como libro de cabecera. Lo convirtió en su libro favorito. No había un solo día de su vida que no leyera, al menos, un capítulo, media página, un salmo o un proverbio. Siempre lo tenía a mano. Podía recitar pasajes enteros de memoria. Se conocía exactamente el nombre de todos los libros que la componían. Cuántos eran del Antiguo y cuántos del Nuevo Testamento; los nombres de los principales profetas y apóstoles; los evangelios y las epístolas; los libros sapienciales, proféticos o históricos; el pentateuco, etc.

    Mamá nunca fue a misa ni se bautizó, ni mucho menos hizo la primera comunión. Tampoco se casó por la Iglesia, ni nada de eso. Después de vieja, comenzó a recibir la visita en casa de los Testigos de Jehová, que por entonces andaban pregonando la venida del final de los tiempos con fecha exacta: diciembre del año 2000. Decían que estaba escrito tal cual en la Biblia, que ya la gente tenía que ir preparándose para la venida del Reino

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