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Relato En Tres Tiempos
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Libro electrónico92 páginas2 horas

Relato En Tres Tiempos

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Información de este libro electrónico

Belkis Perea naci; en La Habana, Cuba en Agosto del ao 1959.
Estudio en el Instituto Superior Pedaggico de Lenguas Extranjeras. En 1987 llego a Miami, donde finalmente, se ha tomado la libertad de hacer lo que siempre quiso hacer, como por ejemplo; este relato en tres tiempos y esta portada. Ha escrito poemas y cuentos aun en proceso de publicacin y en espera de su aceptacin.

IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento9 jun 2011
ISBN9781463300890
Relato En Tres Tiempos
Autor

Belkis Perea

Belkis Perea naci en La Habana, Cuba en Agosto del ao 1959. Estudio en el Instituto Superior Pedaggico de Lenguas Extranjeras. En 1987 llego a Miami, donde finalmente, se ha tomado la libertad de hacer lo que siempre quiso hacer, como por ejemplo; este relato en tres tiempos y esta portada. Ha escrito poemas y cuentos aun en proceso de publicacin y en espera de su aceptacin.

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    Relato En Tres Tiempos - Belkis Perea

    Copyright © 2011 por Belkis Perea.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso:   2011931301

    ISBN: Tapa Blanda           978-1-4633-0090-6

    ISBN: Libro Electrónico    978-1-4633-0089-0

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para ordenar copias adicionales de este libro, contactar:

    Palibrio

    1-877-407-5847

    www.Palibrio.com

    ordenes@palibrio.com

    345905

    Índice

    Primera parte

    La semilla

    Segunda Parte

    El Amor

    Tercera Parte

    La Predicción

    SKU-000468969_TEXT.pdf

    Primera parte

    La semilla

    Cabañas, Pinar del Río, Cuba, año mil ochocientos y tantos.

    Donato Figueroa, blanco como la leche y de lánguida mirada azul, era el mayor de los hijos de Don Pedro Figueroa y Doña Regina García.

    Siendo aun pequeño, solía acompañar a su padre en su recorrido diario por el campo. Todos los días la misma rutina, se levantaban antes de que saliera el sol, tomaban el café que preparaba Nanafefa, una robusta y cariñosa negra que había amamantado a Donato y sus hermanas desde que salieron del vientre de su madre, luego salían sin hacer mucho ruido para no despertar a doña Regina y provocar, tan temprano, uno de sus ataques de histeria.

    Aquel, fue el tiempo mas feliz en la vida de Donato. Su padre lo había convertido en su mejor amigo, discípulo y hasta confesor. Juntos, la pasaban de maravilla. Don Pedro enseñó a su hijo a domar a los caballos, ordeñar a las vacas y a supervisar a los pocos esclavos que les quedaban, herencia de su dote matrimonial y a tratar a cada quien por igual con el mismo respeto, pasando por alto las diferencias sociales. En contradicción con su madre que la rectitud desmedida y los antiguos conceptos raciales reinaban en cada una de sus palabras.

    Desde muy niño, Donato aprendió a guardar secretos, había compartido con su padre sus ideas progresistas respecto a la igualdad de razas y la libertad del hombre. En su gran corazón Don Pedro albergaba una llama independentista que tenia que apagar en presencia de su mujer, la mujer mas dura, racista y ortodoxa que ojos humanos vieron.

    Don Pedro Figueroa había sido un joven moderno y de ideas muy atrevidas para su tiempo, seguidor de Carlos Manuel De Céspedes y José Marti. Se crió en un hogar donde la diferencia de razas y de estatus social, nunca fue tema de sobremesa, para sus padres, los hombres se median por sus acciones, no por sus bolsillos o los colores de su piel; filosofía que los llevo a la bancarrota ya que a toda costa evitaban la compra-venta de esclavos, por considerar esta un ultraje a la humanidad.

    Arruinados y desmoralizados para la alta sociedad de Pinar del Río, se les fueron cerrando las puertas de todos los negocios, clubes sociales etc., solo quedaban dos opciones, el suicidio o un milagro de Dios que al menos garantizara la paga de los empleados y comida para su mesa.

    Un domingo al salir de misa, noto que lo seguía un esclavito de unos seis años, a cierta distancia, Pedro se detuvo y el chico lo imito, reanudo su camino y el chico hizo lo mismo, siempre manteniendo la distancia, luego Pedro sorpresivamente doblo corriendo una esquina y se detuvo de inmediato detrás de una columna, cuando 2 minutos después doblaba a gran velocidad el chiquillo, en un rápido movimiento el joven agarro al pequeño por la sucia y rota camisa alzándole del suelo y en el aire le interrogo:

    -¿Que haces tu, persiguiéndome por todo el pueblo?

    -Perdone amo, pero la niña me dijo que estuviera seguro que estaba su merced solo.

    -Solo. ¿Para que?

    -Pa’darle esta carta.-y entregándole un sobre salio corriendo por donde mismo vino.

    -¡Regina! ¿Que haces? ¡En vez de estar tanto tiempo en la tina con Rosa, deberías estar pensando en buscar novio, ya tienes 24 años y te vas a quedar para vestir santos!—Vociferaba su madre a través de la puerta del baño cerrada con llave.

    -¡Que fastidio con eso mama!-pensó Regina mientras salía de la tina y Rosa la secaba como hacia diariamente, a veces hasta dos veces al día, tomaba la niña un baño de tina, era tan limpia, tan escrupulosa o al menos eso creía su familia.

    Regina García de Villacampa era una joven extraña, su rostro recordaba a las vírgenes pintadas por los grandes maestros del Renacentismo, solo la diferenciaba el rictus de desprecio que acentuaba sus comisuras, aquel aire de superioridad y el odio hacia todo lo que irradiara felicidad o alegría. Se había hecho famosa por difícil, según decían los jóvenes de sociedad de Pinar. Más de uno había mordido el polvo de la derrota, tras repetidas apuestas con los otros chicos de conquistar su corazón.

    Había pasado años en el intento y ya no quedaban aspirantes, casi todos, uno a uno, habían sido rechazados, humillados y ridiculizados por Regina, por lo que su madre había empezado a preocuparse viendo que cada vez escaseaban más los aspirantes a la mano de la joven.

    Por su parte Regina odiaba la idea de que un hombre la tocara, ni siquiera soportaba que la miraran en la plaza, cuando iba de compras con Rosa, la esclava de su misma edad, que su padre le regalo cuando cumplió los 17 años.

    Rosa, Rosa . . . mi esclava sumisa y bella que obedece todos mis caprichos.

    Rosa péiname, Rosa revuélcate en el chiquero de los puercos, Rosa bésame los pies, Rosa tócame aquí, y aquí, Ay . . . Rosa . . .

    Para eso están los esclavos, para servir a sus amos en todo, tu me perteneces, yo soy tu dueña y tienes que hacer lo que yo te ordene sin poner esa cara de martirio ¿O es que prefieres unos latigazos? A ver cuantos, te dejo escoger, ¿quieres 20 ó 25?.

    Regina disfrutaba tanto de las caricias impuestas a la esclava, como de la flagelación a que regularmente la sometía. Sentía una sensación de poder que la llevaba al éxtasis, mientras mas dolor reflejaba el rostro de Rosa, más placer era para Regina.

    Pero todo no era placer y sadismo. La situación para Regina era cada vez más presionante, sus padres le exigían que escogiera novio o lo harían ellos por ella. Los aspirantes disponibles eran todos viudos mayores de 60 años, ella no podía imaginarse a si misma, durmiendo al lado de un babeante y obeso comerciante, por mucho que sus padres se lo impusieran. No, antes que eso el convento o el veneno. Tenía que pensar, crear un plan . . .

    Una tarde de sábado, sus padres organizaron una reunión en su casa con los vecinos terratenientes de la zona, con el pretexto de compartir un rato con viejos amigos de su mismo nivel socio-económico, pero la verdadera intención de ellos era averiguar cuales eran los hombres que estaban aún disponibles, para casar a Regina. Así fue como se enteró de la precaria situación de la familia Figueroa.

    -No tienen ni un peso, ya hipotecaron hasta la casa, creo que en este momento le venderían el alma al diablo por dinero.—comentaban las lenguas más viperinas del pueblo.

    Una chispa de luz iluminó el rostro de Regina que orgullosa de las geniales ideas que estaba generando su mente, no perdió tiempo y se

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