BIEN DE FAMILIA
Laura Ramos dice poder fechar lo que llama “su trauma” (para nosotros es, sin duda, un regalo). Dice que fue a mediados de la década del 70, cuando era una niña con corte . Recuerda que el lugar era un internado donde la llevó una vecina porque su hijastra, que estudiaba allí, tomaría la comunión, algo que en su familia era poco menos que un ritual chamánico. Describe en detalle la cara de las monjas que la escoltaron. Se parecían, según ella, a las de (película que amaba tanto como la despreciaban sus padres). La estampita del internado incluyó campanadas, olor a incienso y un plato de arroz con leche de postre. Allí sucedió la epifanía: alguien había dejado en un banco de la iglesia, bajo una biblia de hojas con de Charlotte Brontë. Las monjas tuvieron que arrancarla del trance profano que disparó esa lectura. Fue el comienzo de una exquisita obsesión que la impulsó a leer primero todas las obras de los hermanos Brontë (Charlotte, Emily, Ann y Branwell, el invisibilizado varón), y luego, ya adulta, a viajar tres veces a Haworth, Inglaterra, a la casa donde se gestó el mito de esa oscura hermandad que marcó parte de la producción literaria del siglo XIX. Ahí fue juntando una a una las piezas del rompecabezas, como el detective que va uniendo cabos para dar con el asesino. Es que, según Ramos, esa saga hundió sus raíces en un crimen puertas adentro, o en varios. “Cuando me metí en el mundo Brontë, me di cuenta de que estaba impregnado del crimen doméstico; la muerte como una marca indeleble en el ADN de esa familia. Primero la madre los dejó huérfanos, después fallecieron las hermanas mayores, Mary y Elizabeth, cuando tenían 10 y 11 años. Algo mortífero envenenó la infancia de los que quedaron, pero al mismo tiempo les dio una riqueza interior impresionante para la creación literaria”. Pero para Ramos la acción criminal no terminó ahí, incluyó la estocada menos esperada: que las tres hermanas decidieran usar el dinero que les dejó una tía para publicar lo que habían escrito, pero borrando de un plumazo de la historia de la literatura al varón. “Fueron como las brujas de , cada una le asestó una puñalada. Al desterrarlo, al no nombrarlo, determinaron una política de exterminio contra Branwell”.
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