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Cuentos frente al mar
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Libro electrónico113 páginas1 hora

Cuentos frente al mar

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Cuentos frente al mar está compuesto por relatos que pueden asemejarse un poco a la realidad presente y pasada. A la vez, utiliza la fantasía y la intriga como los relatos que nuestros abuelos nos contaron, que pueden ser increíbles para nosotros, pero que fueron ciertos para ellos, porque fueron parte de su basta experiencia.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 nov 2022
ISBN9781005090609
Cuentos frente al mar

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    Cuentos frente al mar - Zulema Simbron Montes

    Este ramillete de cuentos va dedicado a todos aquellos lectores que se atreven a soñar y no se detienen hasta volver sus sueños realidad. A mi familia, quienes nunca dejaron de apoyarme para cumplir con este maravilloso y singular proyecto. Al señor Martin Mann, a quien con agrado le digo: Muchas gracias por apoyarme y creer en mí aún sin conocerme. A la memoria de mi amada abuelita Rosa García de Simbron, quien con ternura me narraba de pequeña los famosos cuentos andinos, como algunos que en estas páginas escritos están; siendo así ella la precursora, cauce y principal fuente del mar de mi imaginación, por lo que siempre vivirá en lo más profundo de mi corazón y mi alma.

     CUENTOS FRENTE AL MAR

    Zulema Simbron Montes

    ACUEDI EDICIONES

    Cuentos frente al mar

    © Asociación por la Cultura y Educación Digital, 2022

    © Zulema Simbron Montes, 2022

    Diseño y diagramación: Emilio Dumás y Carolina Velásquez

    Diseño de cubierta:

    Editado y publicado digitalmente por:

    Asociación por la Cultura y Educación Digital

    ACUEDI Ediciones

    Calle Vertiente N° 179 – La Molina

    RUC: 20546738419

    acuediperu@gmail.com

    Primera edición: agosto 2022

    Edición digital en EPUB

    ISBN: 978-612-5041-26-5

    Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2022-09294

    LOS GRANDES SUEÑOS LLEGAN MAÑANA,

    LUCHA POR EL QUE HOY TENGAS,

    PORQUE ESTE ES DEL AYER.

    Prefacio

    Este es mi primer libro publicado, cuyo objetivo principal es motivar a aquellos jóvenes, incluso adultos, que por diversas razones no puedan ver su amplia imaginación plasmada en un libro, lo cual creo yo es maravillo y único. También el poder transmitir a través de estos cuentos, vivencias ajenas a lo conocido, travesías y viajes como testigo de cada pequeña historia de los personajes. No solo se busca invitar al lector a que se desconecte de su realidad para que pueda disfrutar, sino también promover la lectura, que últimamente se ha dejado de lado. Que no solo los accesorios clásicos vuelvan a la moda, sino también las bibliotecas. Asimismo, está la genial locura de querer ser autor de nuestra propia obra, aunque en realidad ya todos lo sean, son autores de su vida, sus propias experiencias, vivencias y que no solo abarcaría ello, sino también todos los géneros literarios. Y si vuelven realidad el deseo de tenerlo físicamente, este seguro sería un libro sin igual. Sería excepcional que aquello se vuelva tendencia.

    Con esta preciada publicación tal vez no logre satisfacer del todo las expectativas del lector, debido a que estos cuentos los escribí a las edades de catorce, quince y dieciséis años (solo dos de ellas a los diecisiete), sin ningún asesoramiento más que el de mis propios conocimientos transmitidos por la lectura. Por ello en la última revisión no quise alterar nada, por respeto a esa primera impresión que tuve cuando la terminé. Recuerdo que me parecía magnífica y que ya se debía publicar, pero ello no fue posible debido a la pandemia.

    Desde que amé ciertos libros literarios, soñé con tener varios que contengan toda mi inspiración en sus páginas y que sean igual de asombrosos que aquellos que me dejaban extasiada por lo pasmosos que eran. Por eso estoy segura que a muchos les pasa lo mismo y les invito a realizarlo, para ello nunca es tarde, es más, creo que en tiempos tan modernos toda posibilidad mínima es suficiente para lograr eso que uno se proyecta.

    Zulema Simbron Montes

    Testimonio de Virginia: Me arrancaron mi paraíso

    No sé qué fue lo que pasó, pero ahí estaba yo, en medio de cuatro caminos. Recuerdo que llevaba encima un vestido blanco, lo cual se me hizo raro, ya que antes de todo no lo traía puesto. En frente de mí se encontraba una señora que me observaba de pies a cabeza y me acerque a preguntarle a dónde debía ir. Antes de cuestionarle, observé los caminos y los lugares a donde conducían. Uno de los caminos guiaba hacia un túnel oscuro aparentemente infinito, el segundo pasaba por unos niños que jugaban y no paraban de reír, el siguiente era la ruta que todo recién llegado debía tomar. Pero el último fue el que captó mi atención, con sus fastuosos paisajes y sus campos agradables, un lugar cuyas estaciones no había conocido, excepto la primavera, que se habría quedado estancada para siempre y por lo que el lugar era extraordinariamente hermoso. 

    —¿Usted sabe a dónde conducen cada una de las vías? —pregunté un poco tímida y con la voz diminuta. 

    —No sé de todas, pero si de una —respondió una voz firme—. Conozco a donde llega aquel camino —dijo refiriéndose a los lugares que habían atrapado mi atención—. Un año atrás —comenzó a contar—, al igual que tú, llegué acá. También tenía puesto un traje blanco y todo me parecía raro. Le pregunté a una señora a dónde debía ir y ella me dijo que yo tenía que escoger. Ese lugar que te gustó también me había encantado —me dijo, y yo muy entusiasmada apunté a aquella comarca—. Muy bien, también vengo de allí —dijo ella. 

    —Entonces vamos, lléveme, escojo ese lugar. 

    —Está bien, vendrás conmigo, pero que conste que una vez ahí dentro, jamás podrás salir —dijo aquella mujer con una voz determinante. 

    —Acepto y además, ¿quién no querría quedarse en un paraíso para la eternidad? —contesté con un júbilo incontrolable. 

    Ella me contaba acerca del lugar y repitiéndome una y otra vez que estando en el paraíso no habría vuelta atrás. Mientras tanto, yo aprovechaba para tomar algunas bellas flores que estaban en los bordes del camino y me las ponía en el bolsillo. 

    Yo estaba muy feliz de haber tomado esa decisión, pero quedé más fascinada cuando vi la ciudad muy hermosa, todos se mostraban contentos y todo era muy bello. 

    Antes de poner un pie en aquel lugar la mujer me tomó del brazo y me volvió a repetir: 

    —¿Estás segura? Mira que si entras, nunca podrás salir. 

    Yo le sonreí y me adentré. Al voltear mi decepción fue tan grande que casi se me paraliza el corazón. Todo lo divino y peculiar que había contemplado hace un momento se había esfumado. Ese supuesto paraíso solo aparentaba lo que no era, pues era una ciudad muy paupérrima; con ruinas por todos lados, desolación y llanto en las personas. Solamente era una ciudad perdida en la estepa. 

    Con el corazón destrozado por el desencanto y arrepentimiento, puse las manos en el bolsillo para ver si me quedaba algo bello, pero no, las flores se habían vuelto arena del desierto. 

    *** 

    Al terminar de oír su relato, corrí a abrazarla y a agradecerle por contarme todo y no llevarme sin decir nada como lo hicieron con ella. 

    —No tienes que agradecer —me dijo—. Cada año llega una chica cuyo atuendo es blanco, el sitio al que conduce ese camino le es revelado según el año en el que llega. Si llega en uno donde todos callan, pues la historia no es contada y si llega en el año en el que se habla, pues se advierte del lugar y todo depende si lo cree o no. Para tu buena suerte, llegaste en el que todo se sabe, Virginia. 

    —¿Cómo es que sabe mi nombre? —pregunté sorprendida. 

    —Ya sabes —respondió sonriente—. Llegaste en el año en el que todos hablan y todo se sabe. Todas las que llegamos en esos años malditos tenemos una historia que contar — recalcó la mujer, me sonrió y se marchó. 

    —Bueno… supongo que debo continuar por el camino que todo recién llegado debe

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