Dolores, pan y agua
()
Información de este libro electrónico
Desde pequeña, Beatriz Velázquez fue forjando relatos en su mente. Las historias en voz baja, escuchadas con prudencia y temor durante la dictadura, sus años como magistrada judicial y su fe religiosa se entrelazaron como una telaraña que dio vida a los personajes -quizás anónimos, quizás no tanto- de cada uno de sus cuentos. Como parte de su compromiso con nuestra historia, la autora hace, en este libro, un homenaje a nuestros ante- Cesores y deja un legado para las nuevas generaciones.
Relacionado con Dolores, pan y agua
Libros electrónicos relacionados
Unas cuantas mujeres: Relatos breves Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFotos robadas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCondesa de Infidelidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa noche en que se odiaron dos colores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl hombre que caminaba solo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDubrovnik Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos escritores invisibles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas siete muertes del gato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La Justa Fatiga Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn destino de ira y fuego Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La indecisa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBenedictino Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa inocencia de los sublimes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDigámonos adiós Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa sombra del General Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRevelaciones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHumor de perros Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Miedos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmor no correspondido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHistoria de Aline y Valcour Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMe quiere... no me quiere Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El inseminador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi casa está donde estoy yo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLantana: donde nace el instinto Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEmilia, la mirada abisal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Caminante Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEsqueleto en el sótano: Antología de relatos de terror Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa ruleta del deseo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesInsolación (Historia Amorosa) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJulia, a la que sólo conocí una noche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relatos cortos para usted
Me encanta el sexo - mujeres hermosas y eroticas calientes: Kinky historias eróticas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Hombres duros y sexo duro - Romance gay: Historias-gay sin censura español Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El príncipe feliz Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Perras de reserva Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El llano en llamas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5¿Buscando sexo? - novela erótica: Historias de sexo español sin censura erotismo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL GATO NEGRO Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vamos a tener sexo juntos - Historias de sexo: Historias eróticas Novela erótica Romance erótico sin censura español Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Sacrificios humanos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los divagantes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Selección de relatos de horror de Edgar Allan Poe Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cómo besa: Serie Contrato con un multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La paciencia del agua sobre cada piedra Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hechizos de pasión, amor y magia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El psicólogo en casa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poirot: Historias cortas Vol. 1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las mujeres malas tienen mejor sexo - historias de Erótico calientes: Sexo y erotismo para mujeres y hombres. Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo todo el mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Colección de Edgar Allan Poe: Clásicos de la literatura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos. Antón Chéjov Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El reino de los cielos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las cosas que perdimos en el fuego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El profeta Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los peligros de fumar en la cama Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El césped Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Dime que me deseas: Relatos eróticos para leer con una sola mano Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Cuentos de León Tolstoi: Clásicos de la literatura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl gallo de oro y otros relatos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Relatos de lo inesperado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Dolores, pan y agua
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Dolores, pan y agua - Beatriz Velázquez
Prólogo
Cuando la autora me entregó el borrador de los cuentos ordenadamente anillados, me indicó: «Quiero objetividad. Si no te gustan, me decís que me dedique a otra cosa; y si te gustan, ¿me harías el favor de corregir los errores de ortografía o las incongruencias?». No pude hacer lo uno ni lo otro. Desde el momento en que me senté y tomé el borrador, devoré uno tras otro los cuentos, con la avidez con que acostumbro a leer las novelas de Allende, García Márquez o Vargas Llosa.
Una sensación extraña provocó en mí leer estos cuentos, no solo por la enorme felicidad de tener la primicia, sino también por haber pasado de la risa al llanto, del escalofrío a la euforia y de la rabia a la esperanza. Es que solo alguien que ha vivido puede narrar con tanta claridad y pasión; y si a eso le sumamos la chispa y el ingenio, obtenemos unos relatos que nos entretienen, nos hacen reflexionar y nos dejan una enseñanza: una trilogía demasiado perfecta para quien escribe por primera vez.
Sin embargo, la agilidad narrativa de la autora no debería sorprendernos: Bea no es una escritora primeriza, pues los cuentos que hoy nos regala se fueron forjando en su mente desde pequeña. Las historias en voz baja, escuchadas con prudencia y temor durante la dictadura, sus años como magistrada judicial y su fe religiosa se entrelazaron como una telaraña hasta darles vida a los personajes —quizás anónimos, quizás no tanto— de cada una de las narraciones. José Dearimatea, Cantalicia la Rara, Dolores Paniagua y muchos más son personajes ficticios, pero quienes conocemos a la autora podemos adivinar su fuente de inspiración: una de las tantas picardías que atrapan al lector.
Me unen con Bea una amistad de muchos años, una pasión compartida por la lectura y muchas historias vividas. Por eso, sé que no ha sido fácil tomar la decisión de publicar estos cuentos, pero estoy segura de que ni ella ni los lectores se van a arrepentir y que, como en las obras de teatro, recibirá aplausos de pie al son de «otra más».
Gracias, Bea, por elegirme para escribir el prólogo de este libro de cuentos que no lo son tanto y, lo más importante, por crear esta colección, que es un orgullo, un placer y un compromiso con nuestra historia: un homenaje a nuestros antecesores y un legado para las nuevas generaciones.
Belén Prieto
Asunción, 2020
Dolores Paniagua
Dolores Paniagua
Parecía de setenta, pero no había cumplido ni sesenta años. Sus anteojos gruesos de marcos marrones, los cabellos crespos hasta los hombros le caían desordenados sobre el rostro. Caminaba por los pasillos con la mirada perdida, arrastrando no solo los pies, sino su alma toda, con esa vieja costumbre de andar muy pegada a las paredes, con la cabeza gacha. No había blusa que resistiera a la cal de los muros: la mancha de color a la altura del antebrazo, siempre. Uno podía adivinar perfectamente qué atajo había tomado esa mañana para llegar al Palacio de Justicia. A veces, en forma repentina, desaparecía por una hora o dos, pues vivía a menos de dos cuadras, con la madre enferma e inmóvil. Los vecinos escuchaban a la anciana quejarse por las noches, con voz ronca, casi varonil, de tanto dolor.
—Sufre mucho, seguro ya le habrá agarrado los huesos esa odiosa enfermedad —murmuraban.
Dolores Paniagua de Aguilera era, definitivamente, muy extraña. Por debajo de las uñas parecía traer siempre restos de barro, al igual que en sus zapatos. Sobre su pecho, permanentemente colgaba una llave de una desteñida cinta que algún día fue azul.
—Escarba la tierra buscando algún tesoro escondido —se burlaban los muchachos.
A mí me daba más bien la impresión de que toda ella quería estar escondida. Jamás miraba a las personas a la cara. Bajaba la cabeza como si estuviera hablando solo para sus adentros. Nada parecía ambicionar, solo sobrevivir.
—Trabajo solo medio día, después me encargo de mi madre. Mi hermana no piensa venir del campo para ayudarme, Zuny me rechaza