Su tono de voz acom pasada y casi susu rrante –que obligaba a su interlocutor a guardar un respe tuoso silencio–, y sus amanerados adema nes aristocráticos proporcionaron a sus premoniciones una atmósfera de solemnidad, que las hacía mucho más creíbles que las de otros vi dentes. Acompañado casi siempre de una bola de cristal, o acariciando uno de los numerosos gatos que le acompañaban en su gabinete, de mobiliario decimonónico, Diego Joaquín Benítez-Gambín y Pagés de Caicedo Ramírez de Arellano y Mesia de la Cerda y Rodríguez, más conocido simple mente como el Marqués Diego de Araciel (1922-1999), se convirtió en el vidente más mediático, tanto de la prensa generalista como la de papel couché.
Revistas del corazón como Lecturas publicaban todas las semanas sus vaticinios sobre personajes famosos, mientras que publicaciones tan prestigiosas como Blanco y Negro recogían sus premoniciones cada fin de año, tratando de augurar que reservaba el año nuevo. No hubo periódico de difusión nacional que no le entrevistara en alguna ocasión, aunque solo fuera para alimentar la inevitable sección de cotilleo rumoreando sobre los últimos amoríos de personajes como Julio Iglesias, Isabel Preysler o Felipe de Borbón.
Aunque el marqués de Araciel ya era un personaje conocido desde mediados de la década de 1960 –publicó el libro de poemas De la madera de los sueños (1966)–, y sus premoniciones aparecían en medios generalistas, su nombre adquirió todavía mayor protagonismo cuando fue capaz de vaticinar el día de la liberación de Julio Iglesias Puga, padre del conocido cantante, que había sido secuestrado por ETA (ver cuadro). A partir de entonces, y siempre según el testimonio del propio vidente, su bola de cristal y sus cartas del Tarot eran consultadas por la policía para la investigación de crímenes sin resolver…
CUANDO LOS FANTASMAS VISITAN EL DORMITORIO DE UN NIÑO
El marqués de Araciel concedió . Entre estas confesiones, publicadas en la revista (1991), merecen destacarse sus recuerdos de infancia, cuando el pequeño Diego dormía en una habitación, cuya puerta de cristales mostraba un hueco a través del cual, surgían algo más que misteriosas sombras… Por las noches, cuando sus padres – y – ya se habían acostado, a través de la puerta se asomaba el rostro de una mujer siniestra.