Esmeraldas En Colombia
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Juan Argenta Rodríguez
Biografía de Juan Argenta Rodriguez. Nací en Madrid España, en el año 1936, tiempo de guerra en España, el colegio para mí fue escaso, estudié solamente tres años, después tuve que ayudar a mi madre en el asunto de conseguir dinero para comer. En esos tiempos la vida estaba muy mal, también podías ver a personas, con un bote en sus manos e ir a un establecimiento del estado, y esperar en la cola que había, y les dieran un poco de sopa, y un cacho de pan, yo veía estas cosas, y me daba cuenta de todo. Lo que Franco hizo con nuestro país, poniéndole en guerra, mi madre, y la madre de mi madre tenían que salir a la calle y buscar un poco de trabajo, para sacar algunas pesetas, y comprar algo de comida, esto era el estado español, nunca lo olvidare. La casa donde vivíamos estaba derrumbada, era increíble como mi madre y su madre, consiguieron todas estas calamidades. Después de algunos años me marché al extranjero, después de haber hecho el servicio militar, voluntario, y después poder sacar el pasaporte, para poder salir de España.
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Esmeraldas En Colombia - Juan Argenta Rodríguez
Copyright © 2015 por Juan Argenta Rodríguez.
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Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 18/11/2015
Palibrio
1663 Liberty Drive
Suite 200
Bloomington, IN 47403
706850
ÍNDICE
Capitulo-1-
Capitulo-2-
Capitulo-3-
Capitulo-1-
S erían las diez y media de la noche, del mes de Diciembre del año mil novecientos sesentaicinco, cuando un hombre joven, de unos veintiséis a treinta años de edad, constitución fuerte, altura aproximadamente seis pies, pelo color castaño oscuro, se encontraba bailando en una sala de fiesta acompañado de una hermosa mujer, que tendría unos veinticinco años de edad aproximadamente, su pelo era de color castaño oscuro, del mismo color que sus ojos. Los dos bailaban felices, ya que hacía tiempo que se conocían, habían sido invitados por el Señor Gutiérrez, su jefe, este, había entregado una invitación a las personas que trabajaban con él en su compañía, invitando a los dos a la fiesta, en donde se podía comer, beber, y al mismo tiempo divertirte.
Johnson, que así se llamaba él, había estudiado en la Universidad de los Ángeles, en California, había terminado los estudios en Sicología, Historia, Radio Electrónica, y en computadoras, pues con los estudios realizados de alta calidad, había conseguido tener un buen puesto de trabajo en la compañía del señor Antonio Gutiérrez.
La mesa donde se encontraban cenando, había sido reservada para diez personas, y todos ellos estaban allí disfrutándolo.
Johnson, conocía muy bien la venta de Diamantes y Esmeraldas, de vez en cuando tenía que salir de viaje a algún país Extranjero, hablaba varios idiomas, inglés, español, francés, e italiano. Era por eso que el señor Gutiérrez lo apreciaba muchísimo. En estos momentos la pieza de música que estaban bailando terminó, y claro está, los músicos se fueron a fumar un cigarrillo tranquilamente, y tomarse una taza de café, aprovechando el tiempo para comer algún sándwich. Johnson y Clara, entonces llegaron a su mesa de ellos y se sentaron, casi todos ellos estaban muy preocupados hablando de cosas del negocio.
Al lado del señor Gutiérrez, se encontraba su señora, que se llamaba, Belinda, entre las otras personas, se encontraba, el señor Fernando Muro, director de uno de los bancos muy importantes de California, que estaba en compañía de su señora Rosa, también eran amigos del señor Antonio G. En estos momentos el señor Gutiérrez, se levantó de su silla con una copa llena con champagne.
—Amigos, os voy a contar algo que os gustará mucho a todos — les dijo —, hace unos días que estuve mirando algo que me sorprendió, resulta que leyendo en unas de las páginas de resultados, me dio una gran alegría ver, que nuestros socios de otros países, habían dado con una gran brecha de Esmeraldas, y que necesitaban nuestra ayuda, pues no querían aban donarla, el negocio seria de muchos millones de dólares para nuestra compañía, es por eso que quiero explicaros, de ahí el motivo de esta pequeña reunión. Bueno, no sé si os habrá gustado la intervención de mis palabras, pero la compañía está prosperando mucho, y necesitamos intervención dentró lo antes posible, mañana habrá reunión, quiero que todos vosotros estéis allí, levantó un poco más su mano derecha con la copa de champagne, e invitó a brindar por la compañía, bebiendo un poco de su copa, todos ellos aplaudieron y bebieron un poco de champagne,
—Vámonos de aquí Clara —dijo Johnson a su acompañante,
—Si mi cariño —respondió Clara.
Johnson, se levantó de su silla, bebió otro poquito de champagne.
—Tenéis que per donarnos, pero tenemos que marchar, Clara y yo, hemos hecho un pequeño pacto — se dirigió Johnson a los comensales.
Los compañeros de Johnson y Clara aplaudieron a la pareja y acto seguido salían de la sala de fiestas, en dirección del coche de Johnson, que este ayudó a su novia a entrar, Johnson, se sentó al lado del volante, los dos se encontraban contentos, la verdad, los dos habían bebido dos, o tres copas de champagne, pero él se encontraba en perfectas condiciones de conducir.
—¿Qué te parece si nos vamos al hotel? —preguntó Johnson.
Johnson, era un hombre soltero y joven claro está, no tenía problema alguno con las mujeres, aunque Clara, siempre estaba en cualquier momento disponible, pues los dos trabajaban para la misma compañía, aunque ella se encontraba en otro de los pisos del edificio, pero ellos dos se comunicaban muy a menudo por teléfono, ahora acababan de llegar al hotel, sin ningún problema, entraron, y de inmediato, él se aproximó a la recepción, y uno de los conserjes de guardia, se acercó a ellos e inmediatamente reconoció a Johnson, y sin decir una palabra, se dirigió a donde estaban las llaves con sus números, cogió la llave del número, y de inmediato se dirigió hacia Johnson, que seguía esperando, le dio la llave.
—Buenas noches —les saludó a los dos el conserje.
Acto seguido, la pareja se dirigió a uno de los ascensores que tenía el hotel de cinco estrellas, y entraron, Johnson, apretó en el quinto piso, su número de llave era el trecientos catorce. Cuando paró el ascensor, salieron dirigiéndose a la habitación, Johnson, abrió la puerta de su habitación, y mandó pedir una botella de champagne, de nombre Bolinger, mientras esperaban que le trajeran la bebida, se pusieron cómodos poniéndose sus albornoces, pusieron un poco de música, mientras bailaban una de las piezas de música, llamaron a la puerta de la habitación.
—Seguramente que es el camarero con el champagne —dije Johnson a Clara.
Así fue, porque al abrir la puerta, se encontró con el camarero, con un pequeño troley con ruedas, y encima de la mesita, muy bien preparada, toda del color Rosa, una pequeña bandeja con algunos sanguis variados de comida fría, Johnson le hizo pasar a la habitación, cogiendo unos dólares de su chaqueta, para dar al camarero de propina.
—Muchas gracias — dijo Johnson al camarero.
Después de dejar el carrito con la bebida en la habitación, el camarero se marchó cerrando la puerta tras de sí. Mientras tanto, Johnson había puesto un letrero en la puerta que decía, no disturben por favor
, se volvió hacia Clara que se encontraba al lado del troley mirando a la botella de champagne, Johnson se aproximó al cubo con hielo donde se encontraba la botella, la cogió empezó a quitar con mucho cuidado el corcho, enseguida este salió haciendo un fuerte ruido pummm
, Clara se echó a reír, y Johnson también, sirviendo un poco de champagne en cada copa, brindaron los dos bebieron un poco de sus copas, los dos se encontraban sentados en sus sillas que tenía la bonita habitación de lujo, y los dos terminaron haciéndose el amor en la cama.
A la mañana siguiente, cuando se despertaron, Johnson, mandó traer dos desayunos para ellos dos, café solo, con leche caliente separada, dos huevos fritos, con jamón serrano, también pidió, dos vasos vacíos, con una jarra llena de jugo de naranja, tostadas, mantequilla, y mermelada y en quince minutos, otro camarero vino con todo lo que habían pedido, en esta ocasión, también Johnson dio al camarero una buena propina. Se encontraban los dos sentados al lado de la pequeña mesa con todo el desayuno completo, cuando Johnson se puso hablar un poco con Clara, la cual se encontraba muy contenta.
—Dime como le van las cosas a tu padre — preguntó a Clara —, me dijiste la última vez, que en la Nasa, tenían algo muy importante que descubrir, acerca de un proyecto que los científicos tenían que poner en práctica, no tardando mucho tiempo.
El padre de Clara, era uno de los científicos más importantes.
—Haaaaa, per dona que te diga, la última vez que estuve hablando con mi padre, me dijo que las cosas iban bastante bien —contestó ella.
Claudia vivía con sus padres, aunque continuaba estudiando en una de las Universidades de California, y su estudio era en relación a las técnicas de electrónica científica, era una mujer muy lista, e interesante, en la compañía del señor Antonio Gutiérrez, de pronto empezó a sonar el teléfono, Johnson enseguida se levantó de su silla, y se acercó a descolgar el teléfono que no estaba lejos de su alcance, lo cogió.
—¿Quién es? — preguntó.
Al otro lado del teléfono, otra voz le respondió
—Soy yo, ¿me reconoces? —preguntaron
—No —respondió Johnson.
—Soy Antonio Gutiérrez ¿me reconoces ahora? —volvió a preguntar.
—Sí, claro que sí, ahora sé quién es —dijo Johnson —, desea alguna cosa señor, Antonio. —Sí estuve pensando algo interesante para ayudar a nuestra compañía, que te parece si te acercas por aquí, y hablamos más seriamente, no me gusta mucho por teléfono, cuando son cosas muy importantes.
—Sí señor Gutiérrez, no faltaría más —respondió Johnson —, son las once y media de la mañana, y hace un día estupendo, ¿dónde se encuentra Señor?
—Me encuentro en la compañía, me gustaría que vinieras por aquí, ¿qué te parece?—preguntó el señor Gutiérrez.
Estupendo, como no —respondió Johnson.
—Tienes compañía —preguntó el señor Gutiérrez —, me figuro que sí, pues anoche, os vi a los dos que estabais muy contentos.
—Ja, ja, ja, ja, ja, se puso a reír, si, lleva usted mucha razón —respondió Johnson, deme una hora, y estaré con usted en su compañía,
—Muy bien, te espero —dijo el señor Gutiérrez.
—Adiós —contestó Johnson, colgando el aparato del teléfono.
Enseguida él se acercó a Clara, que había escuchado su conversación.
—Era el señor Gutiérrez, nuestro director —comentó Johnson.
—Haaaaa, ¿qué quería de ti el señor Gutiérrez, alguna cosa interesante? —preguntó Clara.
—No lo sé —contestó Johnson —, estaba muy interesado en que yo fuera a verle, le dije, que sí, que iría lo antes posible, sabía muy bien, que tú estabas conmigo, es igual, todos ellos saben, que tú y yo, somos muy amigos, has terminado con el desayuno, tengo que arreglarme un poco, si quieres puedes venir conmigo Clara.
—No, no creo, tengo que hacer otras cosas, después me acercaré al trabajo —respondió Clara.
—Muy bien —respondió Johnson, dirigiéndose hacia el baño, para empezar arreglarse.
Clara se puso a leer un poco del periódico del día, que ya se lo habían traído. Al cabo de una media hora, o un poco más, Johnson se encontraba listo para marcharse, se acercó a Clara, que estaba escuchando un poco de música, y le dio un beso.
—Me voy, llegaré con el tiempo justo —se despidió.
—Muy bien cariño —respondió Clara —, ya nos veremos otra vez.
—Sí, sí de acuerdo —se despidió Johnson acercándose a la puerta de salida de la habitación.
Abrió la puerta, y se marchó, dirigiéndose a uno de los ascensores, esperó unos minutos, y uno de ellos llegó a su piso, de él salieron algunas personas, ya que los pisos del hotel eran muy grandes, y claro tenían muchas habitaciones repartidas, entró en el ascensor, seguido de algunas personas, pero él estaba pensando lo que su jefe le iba a decir, pues el señor Gutiérrez, le dijo que era algo muy importante, en estos momentos el ascensor llegó a la planta baja del hotel, y el salió enseguida, dirigiéndose seguidamente hacia otro ascensor que le llevaría a la planta, donde se encontraban todos los coches que pertenecían a las personas del hotel, llegó a ella, salió del otro ascensor, y se dirigió a su coche que se encontraba no muy lejos, tardó aproximadamente unos siete minuto. Era un jaguar Ingles, último modelo, abrió la puerta de al lado del volante, entró y lo puso en marcha, saliendo del aparcamiento de coches hacia las calles principales de la ciudad de Los Ángeles, le llevó como unos veinte minutos en llegar hasta el edificio de la compañía, entró en el aparcamiento privado, solamente para personas que trabajaban para la compañía, la cual se llamaba, Diamesa, al llegar a la entrada del aparcadero de coches, tuvo que parar su coche, porque allí había dos hombres vestidos con uniforme azul claro, y con gorra de plato, en la parte de uno de los bolsillos de su chaqueta, más bien se encontraba en la parte izquierda, un pequeño letrero, que enseñaba su nombre en letras, el otro hombre se encontraba dentro de un bonito apartamento con todo lo adecuado para ellos, teléfonos, dos libros de apuntes, algún paquete para entregar, y también tenía otra habitación donde había dos cama, para ellos, también tenían, una máquina de hacer café para ellos, o sea que en una palabra ellos tenían de todo, no obstante este hombre le estaba pidiendo su pase como que trabajaba en la compañía, Johnson, enseguida se lo enseño, además alguno de ellos le conocían, y no era necesario que enseñara su acreditación, tocaron un botón electrónico, y la barra de metal se levantó para arriba, dejándole pasar con su coche, llegó al aparcadero, y dejó su coche en uno de los espacios que había allí libres, salió del coche, y se dirigió a una de las puertas de entrada hacia dentro de la compañía, al entrar, había una sala muy bien decorada, y muy amplia, también había personas que se movían de un lado al otro, Johnson, se dio cuenta que había algunos empleados de la compañía en uniforme, parados por la amplia sala, y alguno de ellos, hablando con alguna persona desconocida, a la parte izquierda, por donde el entró, se encontraba un gran mostrador, hecho de caoba, color oscuro, se dirigió de inmediato hacia una de las señoritas que estaba al lado de una computadora, y tenía a su lado dos teléfonos.
—Aló, señorita por favor —dijo
—¿Qué desea? —preguntó.
—Si, por favor, quisiera hablar con el señor, Antonio Gutiérrez, me está esperando —le dice Johnson —, tengo una pequeña cita de entrevista con él.
—Me quiere dar su nombre —le pide la señorita.
—Mi nombre es Johnson — responde.
—Gracias — le responde la señorita, seguidamente ella, coge uno de sus teléfonos, marcando un numero clave, y privado.
—Aló, si, —contestan del otro lado del teléfono, ¿quién es?
—Es un señor, que dice que se llama, Johnson, el señor, Johnson.
—Sí eso es — le responde la secretaria.
— Mándele de inmediato a mi despacho.
—Si señor Antonio — responde la secretaria, ahora mismo va para allá.
—Gracias—le dice el señor, Antonio, que estaba en el teléfono.
—Por favor, diríjase a uno de los ascensores, y suba al primer piso— indicó a Johnson —siga por la parte derecha del pasillo, y se encontrará con el despacho del señor, Antonio.
—Muy bien muchas gracias —contestó Johnson y al instante se marchó por la sala, llegando a uno de los ascensores, lo reconoció enseguida, pues al lado de la puerta se encontraba un hombre en uniforme, acreditando en un letrero colgado en su uniforme, que decía, ascensorista, Diamesa. Johnson entró en el ascensor y el empleado le siguió.
—¿A qué piso va señor? —preguntó.
—Voy al piso primero —respondió Johnson,
El ascensorista no preguntó nada más, apretó el botón con el número que le habían indicado y enseguida llegaron al piso primero, Johnson, salió y se dirigió por la parte derecha del pasillo, como le había indicado la secretaria, ya cuando anduvo unos 20, metros, se encontró, con otra señorita sentada en una pequeña mesa, al lado de una computar, y dos teléfonos, Johnson, se paró al lado de la mesa.
—Por favor el señor, Antonio Gutiérrez—preguntó.
Nada más hacer la pregunta, la puerta del despacho del señor Gutiérrez, se abrió, apareciendo el señor Antonio en persona.
—Hola, Johnson— Le indicó que pasara.
Johnson, lo vio de inmediato, y se fue hacia él, dando las gracias a la señorita del teléfono,
—Pasa, pasa —dijo el señor, Gutiérrez.
Johnson, paso dentro del despacho, y enseguida se dio cuenta que el señor, Antonio, estaba bastante contento, y ahora le indicaba con una de sus manos, que se sentara en uno de los bonitos butacones grandes de piel, que había en el despacho del señor, Antonio, Johnson, enseguida se sentó en él, y enfrente se encontraba el señor, Antonio, que le decía con sus palabras, gracias porque hallas venido de inmediato a verme, pero la verdad mía, es que quiero hablar contigo muy seriamente, es acerca del negocio, la compañía está en trámite de hacer una gran venta, de diamantes, y Esmeraldas, claro está, tenemos muchos diamantes, pero no tenemos, Esmeraldas, tenemos que hacernos con algunas de ellas, sabemos por nuestros agentes en Colombia, que ahora hay mucha venta, dicen que han encontrado una buena brecha de ellas, el señor, Antonio, ahora se levantó de su silla, y se fue directamente a el coctel bar que él tenía aquí, muy bien hecho, ya que él tenía que entrevistar a algunas personas, casi todos los días.
—¿Qué quieres beber? —preguntó.
—Un wiski con hielo —le responde Johnson.
Antonio le sirvió el wiski, y él se sirvió otro, seguidamente se acercó a él, y se lo dio, Johnson, cogió el vaso, y le dio las gracias, Antonio le respondió con un no hay de que, se sentó, y continuo hablándole.
—¿Qué es lo que tú piensas, si te digo que quiero mandarte a Colombia, y vas a ver a nuestros asociados, que te enseñaran todo a cerca de nuestra compañía? —le preguntó a Johnson. — quiero que te entrevistes con ellos, y te hablen de las Esmeraldas, pues necesitamos, todas las que podáis obtener, a lo mejor te será un poco difícil, pero junto a tu veteranía, podrás hacer mucho. Además tú has estado en África, y lo conoces mucho, ¿qué te parece?
En ese momento, uno de sus teléfonos empezó a sonar, enseguida Antonio lo cogió, y dice, quien es, le dijeron que el señor Fernando Muro, esperaba fuera, Antonio enseguida responde, que pase, la señorita, enseguida dice al señor, Fernando, pase, el señor, Antonio, le espera, este ahora se acercó a la puerta de entrada al despacho, la abrió, y entró de inmediato, el señor, Antonio, y Johnson, ya se habían levantado de sus sillas, y ahora se daban sus manos como saludo, Antonio, ahora dice a Fernando, siéntate ahí, indicándole con una de sus manos, hacia el otro butacón que estaba Fernando se sentó al lado de Johnson.
—Sírvete algo —le invitó —, estoy hablando con mi amigo Johnson, acerca del negocio, ya sabes tú que estamos en trámite de adquirir una buena cantidad de Esmeraldas, de Colombia, ya lo habíamos hablado, y tú lo sabes, conoces a nuestro amigo Johnson.
—Sí, claro que sí, anoche estuvimos cenando todos juntos —comentó —, además ya le conocía anteriormente.
—Eso es —respondió Antonio.
Johnson, bebió un poco de su güisqui, —señor, Antonio, usted cree que este proyecto que usted tiene en negociaciones estará bien, y no habrá malos compromisos, sabemos muy bien, que Colombia, es un territorio muy irregular, los cambios de Estado, provienen sin razones normales de votación — le preguntó.
—Sí, llevas mucha razón, Johnson—le responde —, pero nosotros no estamos metidos en complicaciones de Estado, solo buscamos la colaboración Colombiana, ¿qué te parece Fernando?
Este que estaba escuchando las palabras del señor, Antonio, — llevas mucha razón, pero tenga en cuenta que si Johnson, decide ir allí, tendremos que ayudarle en todo lo que sea.
—¿Qué te parece? —preguntó Antonio.
Johnson, volvió hablar —según usted dice, todo va bien, estoy de acuerdo, he decidido ir —, respondió, dígame que parte de Colombia es.
—Me figuré que dirías que sí, sabemos muy bien, que tú eres un hombre de aventura, eres la única persona que puede ir allí, te lo diré, es en la Capital, Bogotá, sabes tú que allí nosotros tenemos una sucursal de nuestra compañía, tendrás amistades a tus alrededores, conocedores del tráfico de esmeraldas.
—Muy bien Antonio, ¿cuándo tengo que salir para Bogotá? —preguntó.
—De inmediato—le responde Antonio —, tenemos mucha demanda de Esmeraldas.
—Sí — respondió, Fernando, otra cosa que quiero dejar claro —, sabemos de por sí, que necesitaras dinero para poder hacer alguna compra que tu obtengas allí, mi banca en Los Ángeles, podrá ayudarte en cualquier momento, es bastante buena, la oferta, un 20,% de toda Esmeralda que puedas traer,.
—Sí lo tendré todo en cuenta —comentó.
—Cuánto dinero puedes dejar a la compañía, hombre —le hace una pregunta Antonio a su amigo socio del negocio en General.
—Un negocio así tan importante, y con Johnson, en la propuesta, puede dejarte más o menos unos cinco millones de dólares, y con la cuenta particular a su nombre, que nosotros abriremos para ti, en el momento que llegues a Bogotá, no tendrás ningún problema.
Siempre estarás en contacto con alguno de nuestros socios allí,
—¿Qué te parece? le vuelve a preguntar Antonio.
—Sí, estoy de acuerdo, puedo salir de inmediato —contestó —, todo lo tengo en regla.
—Estupendo, estupendo —dijo Antonio —, no hay más que hablar, mañana puedes salir, para la Capital, Bogotá.
—Muy bien —respondió Johnson —, tendré que reservar un billete de vuelo ahora mismo.
—No hace falta—respondió Antonio, ya lo tienes reservado, me figure que no cambiarias de opinión, a nuestra propuesta.
Johnson, se quedó mirando a Fernando, que se echó a reír, después también miró a Antonio, y también se echó a reír
—Todo está preparado —, recordó otra vez Antonio, puedes salir sin ninguna preocupación mañana.
—Muy bien —dice Johnson —, estaré en contacto cuando llegue allí.
En ese momento ya todos de acuerdo, se levantaron de sus sillas, despidiéndose y dando la mano a Johnson, este se marchó, después de haber cogido la reserva del billete de avión, no sin olvidar recoger la contraseña que Fernando le dio para que fuera a la Banca, en cuanto llegara a Bogotá, Johnson, se marchó, dirigiéndose a su coche, lo puso en marcha, tranquilamente y circuló por una de las calles de la Capital,