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Mi Venganza
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Libro electrónico126 páginas1 hora

Mi Venganza

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Mi venganza. Esta historia fue real, todo pasó en mi imaginación. Donde lo positivo atrae a todo lo negativo. Donde el amor vence el odio, y también donde no hay esperanza aparece la luz de nuevo, y todo el tiempo el bien vence el mal, tarde o temprano. La justicia prevalece todo el tiempo, existe la esperanza en donde se encuentra violencia se puede encontrar amor.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ago 2022
ISBN9781662489402
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    Mi Venganza - Tomás Navarro

    MI

    VENGANZA

    TOMAS NAVARRO

    Derechos de autor © 2022 Tomas Navarro

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2022

    ISBN 978-1-6624-8939-6 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-6624-8940-2 (Versión electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Cualquier tipo de escena, de este libro, con la vida de alguien, en la vida real, es pura coincidencia, y esperemos, que no afecte a nadie, con esta historia mía. ¡Cómo dice el dicho! Vives por la espada, y mueres por la espada. Mi historia comienza así. Hace poco tiempo, se desarrolló esta terrible venganza, que todo mundo quisiera olvidar y todo mundo, se pone nervioso cuando se recuerdan de ella, y prefieren no hablar de ella, pero todo pasó así. En un pueblito, pacífico en el sur de México, vivía un señor muy millonario, pero de muy nobles sentimientos, hacia toda la gente de esa región, para él, toda la gente le merecía respeto, y trataba de ayudarles, en todo lo que él podía, les daba consejos, de como prosperar en la vida, les trataba de decir, de cómo ser exitosos, en la vida como él. El millonario en este libro se llamaba, don Juan, este tipo, era muy respetado, por todo aquel pueblo. El pueblo lo amaba, por ser tan bueno con ellos, todos los habitantes, se sentían apoyados por él. Cualquier problema de los habitantes, él siempre estaba presente, si necesitaban dinero, él se los prestaba, a muy bajo el interés, y si alguien moría, él pagaba el funeral, sin cobrar nada.

    Él era un hombre, de los que quedan pocos, en estos días. Pero por desgracia del destino, no todo lo bueno dura para siempre. El destino, una vez más jugaría con este gran hombre, llamado don Juan. Lo positivo en la vida, también llama a lo negativo, y también esta vez no sería la excepción. Don Juan por ser un hombre positivo, estaba él atrayendo a lo negativo hacia él. don Juan, tenía a una linda esposa, y también a dos hermosos, niños, un varón y a una niña, doña Elena, esposa del millonario, Juan Antonio, el niño tenía diez años, y a Rosita, que tenía ocho años. Formaban una hermosa familia en aquel pueblito de Michoacán, México. don Juan, era un millonario, que había hecho su fortuna, de bracero, en los USA y había regresado, a su natal Michoacán, México, para invertir, lo que él había hecho, con tanto sudor y trabajo en el país vecino del norte. don Juan, tenía una gran mansión, en medio de aquel lindo pueblo de Michoacán, tenía un majestuoso jardín, era una mansión de dos pisos, todo era hermoso en aquella mansión. Los niños se la pasaban, jugando en aquel jardín, y lo conocían de memoria, había una puerta trasera, en el jardín, y ellos la conocían como la palma de sus manos. don Juan, cuando tenía tiempo, se ponía a platicar, con su esposa y sus dos pequeños hijos, en aquellas bancas de su jardín. don Juan le decía a Toñito su hijo: mijo, cuando tú seas grande, quiero que tú seas mejor que yo, si tú llegarás a ser un gran doctor, quiero que a la gente pobre, no le cobres nada, por la consulta, y a la gente que tiene dinero, le cobres solo lo que es justo, y a Rosita, la hija menor, él le decía: Mija, si tú llegaras a ser una maestra, me gustaría que pusieras especial atención en los niños pobres, porque de ellos saldrán, los futuros líderes de esta nación. don Juan, acababa, cada plática suya con un dicho como este; haz el bien sin saber a quién, y como este. Estén todo el tiempo con Dios, y su justicia, y serán grandes personas, sirviendo a su prójimo, y este también, Lo que se siembra, es lo que se cosecha. don Juan, se sentía, como un hombre realizado en la vida. Él se sintió amado por su familia y además por todos los que él conocía. Cada vez, que él iba a misa, eran todos los domingos, él le daba, gracias a Dios, por todo lo recibido.

    Era un lunes, cuando don Juan caminaba, enfrente del palacio municipal, de aquel pueblo de Michoacán. Cuando de repente, él vio a un muchacho, como de veinte años esposado, por un par de policías, que se lo llevaban a aventones, hacia la comandancia de aquel pueblo. don Juan le preguntó al muchacho.

    —Luis, porqué te traen esposado, así, como si fueras un criminal.

    Y Luis le responde:

    —Es que yo venía caminando, enfrente del banco de aquí, cuando pasó un robo, eran como, unos treinta asaltantes, con máscaras negras, y se alejaron en muchas camionetas, y carros, y como siempre, la policía llegó tarde, al banco, y me vieron, y pensaron, que yo era uno de ellos. Ellos, parecen no ser de aquí, de este pueblo.

    Don Juan le dijo:

    —No te preocupes Luis, porque yo te creo, y creo que eres inocente, y te prometo, que te sacaré de esa prisión. —Don Juan le dijo—: Voy a contratar los servicios, del mejor abogado de este pueblo, porque, jamás toleraré, una injusticia aquí o en ningún lado.

    Luis le dijo:

    —Muchas gracias don Juan, por ser tan generoso conmigo, jamás olvidaré este tipo de favor hacia mí.

    —Te conozco Luis, y también a tu padre, a don José, a quien en el pasado, él me ayudo, cuando éramos jóvenes, él y yo. —Y sonrió don Juan—. Ja, ja, ja, ja, ja.

    Y él se dirigió, hacia el bufet, de un conocido abogado, en el pueblo. don Juan tocó la puerta, de aquel famoso abogado, Abraham, abrió la puerta, y le dice:

    —En qué le puedo ayudar don Juan.

    Y él le dice:

    —Vengo por su ayuda, porque creo que se ha cometido una injusticia, con un muchacho que yo conozco, desde niño.

    Don Juan le explica:

    —Mire don Abraham, este joven, Luis venía caminando, enfrente del banco, de este pueblo, cuando de repente, unos asaltantes, robaron al banco, pero ellos lograron escapar, en sus camionetas y carros, y también estaban cubiertos con máscaras negras, en sus caras, y por mala suerte, de este joven, solo lo encuentran, a él, caminando, enfrente de este banco. Los policías al ver a este joven, lo arrestan, sin pensar, que él es inocente.

    El abogado don Abraham le dijo:

    —Mire, don Juan, creo yo, que el caso, va a ser un poco fácil de resolver, porque, en primer lugar, el joven no tiene récord criminal, y también no se le encontró dinero consigo, así que deje que la justicia prevalezca una vez más, y yo me encargaré de todo, lo demás, así que, no se preocupe don Juan, por este muchacho, ya saldrá libre, yo se lo prometo.

    Pasó el tiempo, después de un mes, el juicio se llevó a cabo, en la alcaldía del pueblo, entre la gente se encontraban, don Juan, y toda su familia, y mucha gente más del pueblo, la sala se encontraba, a toda su capacidad, totalmente llena. Todo mundo estaba apoyando a Luis, y comenzó el juicio, y el fiscal del pueblo era Pedro, y como era fiscal, pidió la máxima, pena que otorga la ley en contra de los asaltantes de bancos. Y el defensor, don Abraham, habló, defendiendo a Luis; que en primer lugar, sus derechos constitucionales, le fueron denegados, al ser encarcelado inmediatamente, y él continuó diciéndoles que nadie es culpable, hasta que sea comprobado de su delito, y que nadie le explicó de sus derechos constitucionales. don Abraham, también le dice al juez que el joven, solo iba caminando enfrente del banco, y nada más, y que, no se le encontró dinero consigo, y además que, todos los elementos se dirigen hacia su inocencia. El juez no tenía ni qué pensar en su decisión, porque todo apuntaba hacia la inocencia de aquel joven. El juez dijo, en pocas palabras. La corte, encuentra inocente, a Luis Naranjo, y así que queda en libertad inmediatamente. En aquella sala de juicios, todos se encontraban felices de ver que la justicia, prevalece, una vez más, sobre la injusticia, Todo mundo, le aplaudía, y se abrazaban, unos con otros. Luis Naranjo, se dirigió, hasta donde estaba don Juan, y le dijo, con voz emocionada y triste.

    —Gracias don Juan, por este favor, nunca lo olvidaré, y algún día, estaremos a mano.

    Pero el niño Juan Antonio le dice:

    —No hay nada que agradecer Luis, mi papá lo hizo de corazón, además, los favores se pagan con favores, mi papá estaba en deuda con tu papá, porque él lo ayudó mucho, cuando eran jóvenes.

    Luis Naranjo sonríe y le dice:

    —Tienes una gran razón, en ello. Bueno gracias, a todos ustedes, y principalmente a usted don Juan.

    Y él le dijo:

    —De nada muchacho.

    Y Luis Naranjo dijo:

    —Me tengo que ir del pueblo, porque aunque fui encontrado inocente, la gente, todo el tiempo tendrá dudas de mi inocencia. Me voy a ir de mojado hacia los USA a buscar nuevos horizontes, y nuevas oportunidades, que yo nunca tuve aquí.

    Y don Juan le dijo:

    —Mira muchacho, eres muy valiente, y creo que algún día, vas a regresar, como un gran hombre exitoso. —Don Juan sacó de su bolsillo, una paca de billetes diciéndole—: Creo que el camino es largo, y tendrás, muchas necesidades, antes de cruzar, para el otro lado, así que por favor acepta, este dinero que te doy gratis.

    Don Juan le dice a Luis:

    —Hace muchos años yo tenía tu edad, y en este pueblo nadie me tendió la mano, como tu padre, en paz descanse, antes de partir yo hacia allá tu papá, me regaló dinero, y creo que con esto estamos a mano.

    Don Juan y Luis Naranjo se

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