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Sasha
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Libro electrónico291 páginas3 horas

Sasha

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Sasha, es una novela inspirada en la vida, de una mujer joven; soñadora, criada dentro de un vínculo social con valores arraigados.

Conoció el amor por primera vez. Un sentimiento que se fue convirtiendo enfermizo y que la llevo a tomar decisiones equivocadas; todo lo contrarios, a los valores aprendidos, dentro de su

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento26 dic 2018
ISBN9781640863019
Sasha

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    Sasha - Esteban J. Sebastiani P.

    Legales

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    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2018 ESTEBAN J. SEBASTIANI P.

    ISBN Paperback: 978-1-64086-300-2

    ISBN eBook: 978-1-64086-301-9

    PRÓLOGO

    Sasha, es una novela inspirada en la vida, de una mujer joven; soñadora, criada dentro de un vínculo social con valores arraigados.

    Conoció el amor por primera vez. Un sentimiento que se fue convirtiendo enfermizo y que la llevo a tomar decisiones equivocadas; todo lo contrarios, a los valores aprendidos, dentro de su sociedad.

    La narración de esta novela, se enfoca en la picardía y la astucia de las personas, que son capaces de interactuar con el fin de lograr sus propósitos, en situaciones desesperadas.

    ¡Es la vida real!, en fin.

    Este es algunos de los casos sucedidos, de miles y miles de personas, que desean llegar, al país de los sueños, Norte América; la terquedad de dejar, la fastidiosa, abrumadora pobreza. Y que por algunas u otras razones, no lograron ingresar al país.

    Muchas de estas personas, les toca esperar en las fronteras días, semanas, meses y años. Para tener la oportunidad de ingresar ilegalmente al país, la agotadora espera, les hacen abandonar sus sueños y se resignan a vivir un nuevo e inesperado mundo. Atrás dejaron familia, algunos vendieron sus propiedades, otros dejaron sus trabajos, amigos, el amor de sus vidas, esposas e hijos con el juramento de lograr reunir el dinero y garantizarles una vida mejor.

    Pero no contaron que, para sobrevivir en el mundo desconocido, tendrán que liar con: la prostitución, delincuencia, alcoholismo, droga, coyotes, ladrones y todo tipo de perversidades, la ley de la selva empedrada… la del humano.

    Descubran un mundo desconocido, que vivieron personas, que jamás imaginaron… ¡Que tan difícil, es lograr, llegar a los Estados Unidos de Norte América! Y comenzar un nuevo reto.

    Acerca del autor

    Nació en el distrito de San Luis de Cañete, Lima, Perú. El 09 de enero del año 1963, hijo de Braulio Sebastiani y de Clara F. Pozù. Es el decimo tercero de dieciséis hermanos. Hizo sus primeros estudios en la escuelita Santa Ana, luego en el centro de varones 20181 y terminó la secundaria en el C.B. José Buenaventura Sepúlveda. Trabajo como auxiliar administrativo en una empresa agrícola; en la administración de una granja y en una compañía constructora. Viaja al extranjero, en sus interminables aventuras, fue descubriendo su afinidad, por la escritura. Luego convirtiéndose en padre de un varón y dos mujeres.

    El primer libro narrativo que escribió fue, el Tren de los sueños El hoyo en que caí luego la novela Raymundo, y ahora esta nueva e impactante novela Sasha.

    La noche era oscura y tenebrosa. Caían pequeñas gotas de aguas pausadas del cielo, comenzando a llover.

    Una hermosa joven paseaba, por la avenida de un lado a otro, fumando un cigarrillo. Vestía una diminuta falda negra y una blusa escotada, color rojo intenso. Vestimenta que mostraba todo su fino y esbelto cuerpo; no ocultaba nada para la imaginación. Poseía una cabellera sedosa, negra azabache, piel morena, ojos café claro; nariz respingada, labios delgados finos y de estatura normal. Aquella mujer, estaba por cumplir sus treinta y cinco años; físicamente aparentaba menos edad.

    Hacia trece años, había llegado con su esposo, a esta ciudad. Realmente nadie sabía de dónde provenían y si, por ahí, alguien les preguntaba, referente a su nacionalidad, dependiendo el estado de ánimo, en que se encontraran, imaginaban un país y decían ser de allí; evadiendo así, todo tipo explicaciones que ellos, no deseaban dar.

    La noche era silenciosa y tranquila; las estrellas con sus brillosas luces, adornaban el manto oscuro, que cubría la ciudad. No había movimientos algunos en los negocios nocturnos, ni se veía, el acostumbrado transitar de numerosas personas, como era de costumbre.

    La joven mujer, estaba como una leona hambrienta, no había logrado cazar su presa o cliente alguno y no había en ella intención alguna, de volver a casa, sin haber conseguido un peso.

    Necesitaba dinero, para alimentar a sus tres hijos y pagar la renta de su apartamento. Pues ella era madre y padre de sus tres hijos, dos hijas y un varón. Después que falleció el padre de sus hijos, tuvo que enfrentar la situación.

    Cansada de tanto caminar, de un lado a otro, se dirigió a la cafetería al lado del hotel, donde ella hacia sus negocios meretrices, ¡dinero por el placer!

    Pidió una taza de café. Dispuso fumar su decimo cigarro de la noche, taciturna y pensativa, se acomodó en su asiento, transportándose en sus recuerdos de años atrás….

    Su nombre verdadero, Sasha Adamaris Montenegro Díaz.

    "Bajo del taxi, ayudada por su amado esposo. Con equipajes en manos, entraron al hotel de tres estrellas y alquilaron una habitación matrimonial.

    Ambos después de darse un buen baño, se metieron en la cama dispuestos a descansar, habían hecho un fatigoso viaje.

    Era ya de noche, cuando despertaron. Sasha y su esposo salieron elegantemente vestidos del hotel, para ir a cenar. Subieron en un taxi, pidiéndole los llevaran a un restaurante exclusivo y que fuese elegido por el chofer. A ellos les daba igual, ir a uno o cualquier otro.

    Después de cenar. Quisieron pasar alegre, una noche de luna de miel, disfrutar de la travesía con destino a Norteamérica.

    A altas horas de la noche, casi al amanecer, en la aurora del nuevo día. Salieron de la discoteca, regresaron al hotel, siempre guiados y acompañados por el taxista; que se había convertido en su fiel acompañante.

    Se levantaron después del medio día, por la tarde y con los síntomas de los estragos del licor, con ¡tremenda resaca! salieron almorzar, pasearon por los alrededores y haciendo un tour por la ciudad.

    Así transcurrieron los días, los meses entre fiestas, paseos y una vida nupcial.

    El esposo se llamaba kenny Salgado Pérez; quien en repetidas ocasiones salía del hotel, para indagar en como debía llegar o contactar con alguien, que los llevara a los EE.UU.

    Varias veces salía y regresaba en vano al hotel. No sabía a quién buscar, ni a donde ir, no conocía a nadie.

    Un día, como cualquier otro. Regresaba al hotel, entrada la noche.

    Pasó por la puerta de un bar; que casi siempre cruzaba a su paso, camino al hotel; después de tanto caminar por toda la ciudad. Vio que había muchas gentes adentro, sin titubear entro con la intención de indagar algo, se sentó en una de las mesas y llamo a una de las meseras.

    – ¡Hey!... ¡mesera! ¡tráigame una cerveza por favor!

    – ¡Ok! ¡ahorita lo atiendo! – escucho la repuesta de la mesera; quien en esos momentos, atendía a otro cliente.

    – ¡Aquí tienes tu cerveza!... ¡papito! ¿No eres de aquí verdad?

    – ¡Cierto! ¿Qué comes que adivinas…? llegue, hace un mes.

    – ¿Te vas pa’ riba?

    – ¿Para arriba?

    – ¡Sí!, ¿vas para el norte? ¡a los you naites, puesss…!

    Kenny creyó, haber encontrado a la persona, que le podía dar información, invito a la mesera a que lo acompañara.

    – ¿Por qué no te sientas? y te tomas una cervecita conmigo.

    – ¡Lo hubieras dicho desde ayer! ¡para mañana es tarde… ja, ja, ja…! ¡Espérame un momentito!, voy a encargar a una de mis compañeras, para que ocupe mi lugar.

    La mesera regresó con una cerveza en la mano y se sentó dispuesta a conseguir algo, en la conversación.

    – Pues dime, te vas al norte, ¿sí o sí?

    – ja, ja, ja… te repito: ¿qué comes que adivina?

    – ¡Papitos ricos!... ¡como tú! ja, ja, ja…

    Comentario que Kenny, asimiló con agrado para su ego.

    – Si, ando buscando una persona, que me pueda llevar a los EE.UU. ¿conoces a alguien? – respondió con palabras entrecortadas.

    – Yo conozco uno ¡buenazo!, ¡es el mejor coyote que hay! tiene años llevando gente pa’ lla riba. – respondió la mesera emocionada, como si hablara de un artista famoso.

    – ¿Coyote?

    – ¡Bueno…! ¡así le dicen a los que llevan gentes! y a las gentes les dicen pollos…ja, ja, ja, ¿comprendes?

    – ja, ja, ja… ¿qué cosas dices? y ¿cuándo podemos hablar con ese coyote?

    – ¡Espera un ratito…! déjame llamarlo a su celular, ¡Ah, pero eso si…! tienes que caerte con alguito, ¡pues papito!

    – ¡Ya, está bien! ¡No te preocupes! Te voy a dar un sencillo.

    La mesera sonriente, saco su celular y después de marcar unos números, dijo:

    – ¡Alo!.. ¡alo! ¿narciso? ¡hola!... te tengo un pollo y quiere platicar contigo. ¿puedes venir ahora?... ¡ok! ¡está bien, yo se lo digo! . – Después de colgar mentalmente dio por hecho los doscientos dólares, que le daba el coyote por cada pollo, que contactaba.

    Luego le dice a Kenny:

    – ¡Ya está! ¡Dentro de una hora, mi amigo esta aquí! Pero… ahora que venga… ¡papi! le voy a decir, que eres ¡mi amigo! para que te haga una rebajita ¿ok?

    – ¡Ok! ¡Pues entonces, trae dos litros de cervezas y seguimos conversando!

    – Como tú digas ¡papi! ¡Donde manda capitán, no manda marinero! - Ella se retira de su asiento, dispuesta atender a su nuevo amigo.

    Pasada la hora y diez minutos. La mesera vio entrar, a un tipo alto, cabello negro liso con un mechón tapándole media cara, delgado, de tez morena, ojos vivarachos y de espeso bigotes, vestido con camisa blanca de mangas largas, pantalón de lona (jean), color azul y reluciente botas negras, altas y de tacos medios.

    – ¡Narciso!... ¡hey Narciso!... ¡ven acá! – lo llamó la mesera, levantando el brazo y agitando su mano, sonriente.

    Aquel tipo se acerca.

    – ¡Hola Juanita! ¡estas más hermosa cada día!... dime, ¿para que soy bueno?

    – ¡Oh, gracias! Este es mi amigo del que te hable, quiere volar pa’l norte.

    – Ok, ¡mucho gusto amigo! Me llamo Narciso, ¿En qué te puedo ayudar?... Me dijo Juanita que quieres viajar.

    – Si, ¡así es amigo! ¡Estoy desesperado! Quiero salir, ¡ya!

    – Mira… ¡tranquilo! vamos directo al grano, no quiero hacerte perder tu tiempo, ni perder el mío… ¡te la voy a cantar así…!

    ¡Soy la única persona…! Modestia aparte; que lleva a su gente en autobús, hasta cierto tramo. De allí caminamos unos doscientos metros a pie, para evitar el primer reten: ojo que en el camino hay muchos. Bordeamos o sea, damos un rodeo. El bus nos espera al otro lado, subimos y seguimos el viaje. Llegamos a un lugar dejo a los pollos ¡disculpa… a la gente! con uno de mis contactos, mientras se toman un descanso, yo salgo y busco a otros, de la gente que trabaja conmigo, llego a un acuerdo y a los dos días estamos en la frontera, estando allí, me terminas de pagar la otra mitad y otro de mis contactos te hace el cruce. Tendrás que hablar con algún familiar, para que te reciba… ¡Así es como trabajo yo!

    – ¿El pago es mitad aquí y mitad allá?

    – ¡Así mismo, mi hermano! ¡eso! Te lo estoy haciendo solo a ti, porque juanita me había hablado, que es amiga tuya.

    – Y… ¿cuánto cobras por el viaje? ¿es garantizado el viaje?

    Narciso fingió una actitud benevolente.

    – ¡Mira…! ¡Si hacemos el trato!... me das todo el dinero aquí y te hacemos el viaje, no tendrías de que preocuparte de la comida y el trato es especial; como si fueras el príncipe de gales.

    – ¡Ok! Me suena todo, ¡muy bien! pero no me has dicho, ¿cuánto cobras?

    – ¿Vas a viajar, tu solo?

    – ¡No, no! también viaja mi esposa.

    – ¡Ah, ya…! Pero, ¿Tú, quieres salir ya… ya? o ¿quieres esperar un poco más?

    – Todo depende de ¿Cuánto me vas a cobrar?

    – Bueno, como son dos, te voy a dar un precio especial, ¡A ver, a ver…! este viaje te cuesta seis mil dólares, por mocha (por persona) y te estoy dando ese precio, porque eres amigo de juanita. A otros yo les cobro ¡más caro!

    – ¡Huuuy!... ¡yu!... ¡yuuuy! ¡papá!... como que… el precio, está demasiado ¡alto!

    – ¡Estás loco compadre! ¡no puedes decir eso! ¡te estoy dando el precio más barato! …Como te dije antes, lo podemos financiar.

    – Financiado o no, ¡El problema! es que no tengo esa cantidad. ¡Bájele! un poquito ¡papá!... ¡No seas malito, Hombre!... Son ¡doce mil cocos!(dólares) ¡Nooo… mano!, ¡mejor me regreso a mi país!

    – ¡Cálmate, rolo! ja, ja, ja…

    – ¿Cómo sabes que soy rolo?

    – Por tu acento, ya sé que eres de allá, he llevado a muchos paisanos tuyos y todos… ¡toditos han llegado!

    En la forma que yo llevo a mi gente, ¿quién crees que te va a llevar, por menos?... ¡Nadie, compadre! aquí el único que tiene ese machete (trabajo), soy yo. Te repito puedo financiarte el viaje, ¡mitad aquí y mitad cuando lleguemos a la frontera! - levanto el brazo y dijo - ¡Juanita! sírvale otra cerveza al amigo y tráeme un jugo de naranja para mí, si deseas tomar algo, sírvetelo ¡por favor!

    – ¡Gracias por la cerveza! Como le decía amigo Narciso… ¡no tengo, esa cantidad! ¡Bájese un poquito! y tal vez podamos llegar a un arreglo.

    – ¡Mira! yo tengo mi grupo listo, salgo ésta semana. si te pones abusado, quizás podamos hacer el viaje. Pero… para que no pienses que soy mala persona, te lo bajo a cinco mil coquitos y asunto arreglado, ¿estamos?

    Kenny tenía roja la cara de impotencia.

    – ¡Imposible! no cuento con esa cantidad, ponte la mano en el corazón ¡hermano!, yo no tengo quien me reciba allá, no conozco a nadie aquí, estoy solo con mi esposa, ¡por favor! ¡ayúdame! dame un precio razonable. ¡Dios te lo pagara con creces! necesito llegar, hemos abandonado todo por este viaje. - Kenny casi gritaba de la desesperación; todo lo contrario de Narciso, que le hablaba calmado y con astucia.

    – No puedo bajarte un dólar más compadre, este viaje casi no le gano nada, invierto en el transporte, la comida en los contactos, en algunas autoridades y en los otros coyotes. el viaje no es nada ¡gratis mi compadre! pagas o tendrás que quedarte para otro viaje; hay otros coyotes que te cobran más barato. ¡Pero eso sí!, te llevan por la ¡brava pues! (caminata), ¡ya tú sabe!

    – Y ¿Cuál es por la brava?

    – Solo para que tengas una idea. Prácticamente te lleva a pie desde aquí, vas por los montes, cargando tu galón de agua, allí duermes en el suelo, comes algunas galletas, ¡hermano! Ahí, te asaltan , te quitan todo y violan a todos ¡parejos! Ahí no discriminan si, eres hombre o mujer, ¡ah! Y si te pones ¡bravo!, ahí mismo, ¡te entierran! Si no me crees, pregúntale a juanita, de algunas historias

    Narciso se puso serio y llamo a Juanita, levantándose de la mesa.

    – Dame la cuenta, por favor. Mi compadre esta ¡miii…sio! (sin dinero); - dijo pasándose el dedo pulgar por el cuello, simulando ser una navaja - ¡por favor! ¡otra vez! no me hagas venir en vano, he dejado de hacer otras cosas, por venir… y mira lo que pasa.

    Con la actitud que había tomado Narciso, Kenny se sintió humillado de su situación financiera.

    Narciso antes de retirarse, le dice a Kenny en un tono (como quien dice te perdono):

    – Salgo la semana siguiente. si estas verdaderamente interesado, hablas con Juanita, ella sabe el número de mi celular. ¡Ahí nos vemos! ¡chiao! – dijo como despedida.

    – ¡Ok compa! ¡que le vaya bien! – le contesto Kenny molesto.

    Después que se marcho Narciso, le pregunta a Juanita.

    – Y este ¡coyote! ¿qué se ha creído?... ¡la mamá de tarzán!

    – No te enojes amigo... ¡él, es así! Se cree la ultima chupada del mango ¡todos lo conocen, que es así. En el fondo es buena persona, ha ayudado a mucha gente y ¡es un buen coyote!

    – ¡Será lo que quiera!, ¡pero no me va a tratar, como le venga en ganas!

    – ¡Cálmate!, ¡no es para tanto… te has puesto muy nervioso! ¡con esa aptitud, no vas para ningún lado!

    Cambiaron de conversación, Kenny se quedo unos minutos más, luego se despidió.

    Fue en busca de su esposa. Que estaba en el hotel nerviosa, en espera de alguna, buena noticia. Le narró todo lo que había ocurrido con Narciso; omitiendo las conversaciones con juanita. El saco de una de las maletas, un bolso, después el dinero y ambos pusieron sé a contar lo que les había quedado. La angustia se apodero de ellos, habían gastado más de lo presupuestado, únicamente tenían para pagar, una semana de hotel y con la alimentación restringida.

    Pasaron los días y la situación se le había puesto difícil.

    Por las noches, Kenny salía a la puerta del hotel a fumar un cigarrillo, tratando de pensar en una solución.

    Frente al hotel, había un bar discoteca, que estaba siempre concurrida. Sentía deseos de entrar, tomarse unos tragos, relajarse y olvidarse por unos momentos, de todos sus

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