Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Marie la contable
Marie la contable
Marie la contable
Libro electrónico123 páginas1 hora

Marie la contable

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Esta obra literaria te trasladará a un mundo donde reinaba la vanidad, las drogas, el dinero y el poder.

Marie la contable cuenta la historia a detalle de una mujer que tuvo que vivir lo más amargo en su vida, pero al final logró conquistar el éxito, y final

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento14 jul 2020
ISBN9781640866003
Marie la contable

Relacionado con Marie la contable

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Marie la contable

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Marie la contable - Marileidy López

    Marie_la_contable_port_ebook.jpg

    Marie la

    Contable

    Marileidy López

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora.

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2020 Marileidy López

    ISBN Paperback: 978-1-64086-599-0

    ISBN eBook: 978-1-64086-600-3

    Quisiera decir que mi vida comenzó cuando lo vi a él por primera vez, quiero creer que fue así... pero no.

    En la vida lo último que se prueba es el dulce, primero va el trago amargo.

    Yo siempre fui solitaria y de pocos amigos, un tanto aburrida, aunque era una de las chicas más bellas e inteligentes de mi clase. En la escuela también siempre fui el blanco de envidias y acosos y a la edad de 13 años había uno que otro maestro que me miraba de forma indebida; estaba muy desarrollada a tan corta edad, muy definida y escultural, así es que eso casi nunca suele ser bueno. Como había de esperarse, siempre hay alguien observando esa clase de dotes, esperando el momento pacientemente para atacar.

    Mi madre trabaja todo el día para poder darnos sustento y a mi padre casi nunca lo veía.

    Mi hermana era como mi segunda madre, era la que estaba ahí, la que desde que tenía 9 años atendió la casa y nos cuidó como una adulta responsable, cuando apenas éramos, las cuatro, unas niñas.

    Era una tarde de diciembre más fría de lo normal y llovía. Era en 1995, faltaban pocos meses para mi cumpleaños número 15, siempre voy a recordar ese momento porque siempre lo he querido olvidar.

    Yo me recuerdo saliendo del colegio con unos pantalones negros y mi sweater rojo favorito.

    Caminaba muy rápido hacia la estación de gas para ampararme de la fuerte lluvia, yo estaba completamente mojada y mi pelo largo negro empapado.

    Justamente ahí estaba ese hombre, lucía una buena apariencia física, tez clara, pelo rizo, de unos 30 años. Definitivamente el tipo de hombre que cualquier mujer estaría encantada de conocer. Claro que ese no era mi caso, yo era una niña inocente y no estaba abierta a ningún tipo de encuentros con un hombre.

    Sin embargo, sin yo saberlo, él sería el hombre que cambiaría mi vida totalmente de una manera maligna, de una forma triste y perversa.

    Yo hubiera dado todo por olvidar su rostro para siempre de mi mente.

    Así fue como todo comenzó aquella tarde, cuando ese hombre se acercó a mí en aquella estación de gas mostrándose muy amigable y claro, como había de esperarse, él siempre fue muy sutil.

    Su nombre era Isaac, él se dirigía hacia mí, me miraba mientras se acercaba lentamente y me decía en voz suave:

    —Hola.

    —Hola.

    —¿Quieres un paraguas para la lluvia?

    —No, gracias.

    —Por cierto, mi nombre es Isaac ¿y el tuyo?

    —¿Por qué? —mientras tanto yo lo miraba, no me interesaba como hombre, pero quería ser amable.

    —Sólo para saber, pero descuida —respondió.

    —Soy Sasha.

    —¿Eres modelo, Sasha? —él preguntó con su voz muy tenaz.

    —No, ¿por qué?

    Isaac asentó con la cabeza y procedió con la conversación:—Mi tío tiene una agencia de modelos profesionales, y ya que te ves aparentemente bien, él tal vez podría estar interesado en conocerte; él paga las actividades donde se solicitan las modelos.

    En ese momento yo estaba muy interesada, yo siempre quise ser modelo, incluso fui a tomar clases y las dejé porque eran muy costosas y mi hermana, que era mayor que yo, tenía interés en ayudarme, pero no podría cubrirlas.

    Su deseo siempre fue verme en una pasarela, pero con su sueldo obviamente no estaba a nuestro alcance.

    Yo sonreí y continué con la conversación.

    Al final de ésta, me dio su tarjeta, la acepté y me fui con toda la ilusión,

    Así pasaron los días, no lo comenté con nadie. Yo tenía el deseo y la esperanza de poder darle una sorpresa a mi querida hermana y a mi madre, que me amaban tanto y hacían todo lo que estuviera a su alcance para ayudarme y apoyarme siempre,

    Llegó el día, uno de los peores de toda mi vida.

    Yo tomé el teléfono y llamé a Isaac para que me pusiera en contacto con su supuesto tío. Él accedió y me dijo que lo esperara en el mismo lugar donde nos habíamos conocido. Él iba a llevarme a la agencia. Yo había accedido muy emocionada e incluso aproveché un descuido de mi hermana para poder salir de la casa sin que nadie notara mi ausencia.

    Muy mala decisión.

    Llegué a la estación de gas, lo vi ahí dentro de su carro, me aproximé hacia él despacio y me dijo:—¿Cómo estás?

    A lo que yo contesté:—¿Estoy bien y tú?

    Él respondió con su voz suave y tenaz:—Entra en el carro para irnos antes de que mi tío haga otro compromiso inesperado.

    Yo accedí.

    Aún con dudas y nerviosa, sólo lo miraba. Él parecía confiable y yo era verdaderamente aún muy ilusa.

    Recuerdo que íbamos despacio, él no parecía tener ningún tipo de prisa, lo que hacía que, de cierta forma, yo me sintiera más confiada. Aunque el miedo me eludía, lo podía sentir en mis manos sudadas y mi corazón palpitando a mil por segundo.

    Llegamos a un lugar que estaba muy poco transitado, parecía una casa grande de unos 2 o 3 niveles, no podía definirlo estando aún a lo lejos. Definitivamente era una casa con un jardín muy grande al frente y esas verjas de metal muy altas, cómo olvidarlas.

    En la entrada había una puerta de metal de rejas muy grandes.

    Se veía a leguas la soledad del lugar, pero sin duda en ese momento, más que nerviosa, inmaduramente yo estaba sorprendida de aquel jardín tan grande, y de aquella casa tan hermosa; ciertamente era la primera vez en mi vida (para ese entonces), que yo veía algo así, así es que, a esas alturas, todavía no veía el peligro venir.

    —Sasha, dentro del segundo nivel de esta casa está la oficina, vamos, entremos y tomemos algo mientras esperamos en su despacho.

    De repente volví en mí, tratando de parar de observar aquella tan hermosa casa y le contesté:

    —¿Por qué no me habías dicho que tu tío tenía su despacho dentro de una casa? yo tenía una idea de una plaza u otro tipo de lugar, tal vez más transitado —le dije con voz amigable y sumisa.

    —Ésta no es la agencia Sasha, es simplemente el lugar donde él recibe a las modelos para poder entonces comenzar todo el procedimiento que conlleva hacer a una modelo profesional —contestó él con voz tenaz y continuó:

    —Además, él sólo te hará una pequeña entrevista para saber quién eres, yo le había hablado ya de ti.

    Así es que simplemente yo sólo moví mi cabeza asumiendo que él tenía toda la razón y adelanté mi paso hacia la entrada de la casa.

    Entrando pude notar, mientras caminaba por un pasillo muy largo, que no había nadie; algunos muebles estaban cubiertos, como si en realidad en ese lugar no viviese nadie ya hacía tiempo.

    Me sentía nerviosa, pero verdaderamente mi impresión era mucho más grande y mi curiosidad, tal vez de adolescente arriesgada y no temeraria, era mayor. Tenía ganas de correr por todo el lugar, de saber qué había hasta en los cajones más pequeños de cada armario, de cada rincón, de cada esquina, yo quería verlo todo, pero era muy buena disimulando, así es que iba muy erguida con la cabeza levantada caminando despacio y con mi cara muy seria, casi parecía que estaba molesta, pero en realidad la ansiedad por dentro era aún peor.

    Subimos las escaleras bastante altas y amplias, como las que ves en una película de esas que son de algún tipo romántico.

    Caminamos hasta el despacho y allí había una oficina bastante grande, así que me dispuse a tomar asiento sin él ni siquiera haberlo ofrecido, estaba cansada verdaderamente de tanto caminar.

    —¿Quieres tomar algo mientras esperamos? —a lo que yo respondí:—¿Verdaderamente tú me preguntas eso a mí? yo sólo tengo 14 años, tú sabías, ¿no?

    Sus ojos se notaron sorprendidos y su sonrisa sarcástica. Puedo jurar que en ese momento comenzó su morbo y su deseo implacable.

    —¿Y eso qué? Yo comencé a tomar con 11 años, además, un trago no hace nada.

    Debes de comenzar a probar, no vaya a ser que alguien, un día, quiera hacerte un daño y se dé cuenta de que eres una niña.

    Así que me molesté, fruncí mi rostro. Nunca me gustó que me llamaran niña, yo siempre quise ser adulta de más, así que pedí:

    —Dame una cerveza si tienes y por favor, ¿dónde está el tocador?

    Isaac me condujo hasta él, yo entré y él se dispuso a buscar las bebidas.

    Vaya, qué error.

    Salí del tocador y me dispuse a tomar el que, sin yo saberlo, sería el último trago que pasaría por mi garganta en horas. Tal vez.

    —Salud Sasha, por mí y por ti, mi princesa.

    Yo lo miré con cara de sorpresa y tomé. Al poco tiempo, yo sólo recuerdo mi cara adormecida y ese pesar tan grande en todo mi cuerpo; cómo mis ojos se cerraban mientras él se acercaba a mí despacio, y con su cara completamente sonrojada de tanta felicidad.

    Unas horas después, desperté. Estaba en otro lugar, me dolían mucho la cabeza y la cara. Él estaba ahí mirándome fijamente, esperando por segundos a que yo abriera mis ojos para poder

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1