Antologías
Por Alicia Ordóñez
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Justo ahora poda responder con otras palabras aquella nota rosa, sin duda yo dira que te fueras fue el destino, olvidarte fue mi eleccin, que mi corazn no pudiera fue ms all de mi razn
Alicia Ordóñez
Alicia Ordóñez, nacida en la ciudad de Querétaro Qro. en junio de 1991, estudiante de administración de empresas en la ciudad de Chihuahua Chih. México en la que reside desde septiembre de 1991
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Antologías - Alicia Ordóñez
Contents
Prólogo
Verlo por Primera Vez
Solo Amigos
Amor Escondido
Empieza La Guerra
¿Rosa Blanca o Roja?
Había Una Vez…
Viviendo el Cuento de Hadas
Las Cartas Que Jamás Entregué
La Falla del
Plan Perfecto
Tres Opciones
El Caballero Perdió Su Valentía
Jugando Con Fuego
Recuperando Al Príncipe Perfectamente Imperfecto
Un Escape Necesario
El Cuento de Hadas Sin Final Feliz
Expulsada de mi Propio Cuento de Hadas
Decisiones Inesperadas
Despedidas y El Comienzo de Una Nueva Aventura
Brillando Con Mi Propia Luz
Volviendo A La Realidad
La Última Carta
Epílogo
Para cada parte de mi corazón que tienen
Las personas que han pasado por mi vida
Y confiaron en mí para terminar este sueño,
A mis padres por el apoyo,
A mis hermanos por sostenerme,
A mis eternas mosqueteras
A ese ángel que cambio el modo de
Verme a mí misma frente un espejo,
Y a ella, a esa pequeña niña que es como
La pequeña hermanita que siempre quise tener…
Prólogo
…Y entonces lo vi, estaba al final del pasillo con una cara que según yo conocía, su mirada dura pero a la vez tierna y sincera, los pómulos de su rostro eran suaves, y su sonrisa era hermosa, entonces, me di cuenta que no estaba equivocada, si era la persona que yo había soñado hace ya un mes, y sinceramente una parte de mi quería saber si existía. De pronto noté que tenía toda su atención, su mirada se fijó en mi rostro, entonces me sonrió… No pude evitar acercarme a él y decir un tierno: ¡hola!, él se sonrojó, respondiendo a mi saludo…. Y así empezó todo…
Verlo por Primera Vez
Aún estábamos en invierno, a punto de comenzar la primavera y bueno, el amor en los adolecentes florecía sin aviso alguno. Amor
que palabra tan corta para resumir un sentimiento inmenso. Mi nombre, bueno me llamo Annya, tal vez no soy muy vieja para hablar de los adolecentes con esta propiedad, pero tengo el corazón lo suficientemente maduro para saber cómo se ama a esa edad y cómo se ama a la mía…
He tenido personas favoritas en mi vida, claro que si, algunas no son mi familia de sangre, pero sí de corazón, y las que son de sangre, a veces no se dan cuenta de lo especiales que son en mi vida, aunque hay alguien que sí se percata de ello, mi bella sobrina favorita que es como la pequeña hermanita que siempre quise tener: Debanhi, su nombre extraño, misterioso y único, con un significado especial, tan especial como ella, tan delicado y diferente como su personalidad.
Ese fin de semana común en el que solía ir a mi casa a verme, venia diferente esta vez venia con una mirada perdida y un poco distraída, algo me dijo que empezaba a experimentar ese sentimiento tan hermoso. Yo daría lo que fuera por advertirle que ese sentimiento que comienza a experimentar puede ser incontrolable cuando crece, y cuando pierda la razón, tal vez no podré defenderla del todo, pero sé que estaré ahí para recoger esos pedazos y hacerla creer de nuevo; es extraño como surgen en mí tantos sentimientos con solo la hermosa luz ilusionada de su mirada y con una pregunta vienen tantas cosas a mi mente.
—¿Tía, te has enamorado alguna vez?—Dijo con esa mente abierta y fabulosa que tiene, todo un mundo por descubrir.
—Sí, y lo volvería a hacer—Dije con una sonrisa y mi mirada hacia la nada.
—Ahora mismo ¿estás enamorada?—Preguntó aún con ese signo de interrogación en su mirada.
—Si mi niña, lo estoy, pero cuando las cosas terminan tienes que seguir adelante.
—¿El te amaba?—Pregunto curiosa por mi respuesta
—Sí, o al menos eso creo
—Entonces ¿Por qué no están juntos?
—Bueno mi niña hay veces que las personas entran en tu vida solo para enseñarte algunas lecciones de vida—Respondí tratando de no abrir la herida
—¿Cómo lo conociste… a ÉL?—Dijo sentándose en mi sala e invitándome a sentarme junto con ella, supongo que una gran historia estaba por salir de mi boca y tendría que ser precisa al contarle lo bueno que es estar enamorada aún que a veces dé miedo.
—Te voy a contar una maravillosa historia de amor, buscaré en mi cabeza cada una de las maravillosas antologías que tengo guardadas para ti—Dije sonriéndole y acariciando su hermosa cara que aún no definía de qué lado estaba más, de ser una niña o comenzar a ser una mujer.
Entonces, me regresé 3 años o tal vez un poco más a mi vida, recordé mil cosas que me hacían sonreír y otras que hacían que mi corazón sintiera un pequeño dolor que aún guardaba dentro de mí, abrí la herida un poco para empezar a revivir mi cada una de las antologías que tenia guardadas en mi corazón.
Fue a mitad de agosto, recuerdo muy bien que era un viernes, hacía un calor agradable, más que otros días, ya que en la ciudad de Chihuahua hace regularmente un calor infernal a mitad del verano.
Solía ir en las noches a la iglesia con mi mejor amiga Angie, con quien tenía una relación muy parecida a una familia en la que podíamos hablar de todo y nada, era algo divertido, único y sano.
En ese tiempo, con 16 años recién cumplidos, sentía una extraña decepción amorosa de la primera persona de la que creí haberme enamorado, de ese primer amor que te enseña tantas cosas de ti misma que te sorprendes a cada minuto que pasas con él.
Como solía pasar, tenía sueños muy extraños, esa noche me había despertado de golpe, por esa extraña pesadilla donde él se va y yo me quedo varada en un callejón sin salida, de pronto, una luz se asoma en frente de mi, veo una silueta, pero no es de aquel amor que casi me mata del dolor, es de otra persona y cuando voy a acercarme veo unos hermosos ojos color miel llenos de ternura, justo en ese momento me despierto; intento volver a dormir para terminar el sueño y saber quien me espera detrás de esa luz. Entonces volteo al techo blanco de mi cuarto y comienzo a pensar si me estaré volviendo loca por la misma soledad en la que me dejo aquella persona que prefiero no recordar. Y así eran mis mañanas, pero ese agosto mi niña, esa noche de agosto todo cambio en el momento en el que lo vi.
Angie con su larga melena rizada, su delgada figura y su sonrisa tierna me esperaban a la entrada de la iglesia, no sé cómo llamar a eso, suerte, destino o Dios, pero alguna de esas tres opciones me había llevado a él.
—Vamos Annya, nos esperan en el pasillo lateral del templo grande—Dijo Angie apurándome por los cinco minutos que llegue tarde.
—Ya voy, ya voy, ¿Cuál es la prisa?—Sonreí y deje que me arrastrara a su lado con velocidad y corrimos juntas hacia el lugar donde nuestra familia de corazón nos esperaba.
Cuando llegamos por fin todos nos saludaron con entusiasmo, pero había personas nuevas, cuando tome asiento, me di cuenta. Al final de ese pasillo se encontraba una persona sumamente interesante, una persona que no creí que existía, pensé que solo era mi imaginación la que había creado esa hermosa mirada, no pude evitar verlo directamente a esos ojos tan hermosos y llenos de luz.
No sé si le parecí extraña o interesante, pero algo había en sus ojos esa noche que nos vimos por primera vez, era como magnética, no podíamos dejar de mirarnos; era divertido, yo le sonreía picara y coqueta, el solo reía apenado, entonces decidí acercarme y darle la bienvenida
a nuestro pequeño grupo, así que tome a Angie de la mano, mi confidente, cómplice y en pocas palabras mi mejor amiga; ella era más alta que yo, blanca, su cabello era casi negro y rizado, muy rizado, siempre tenía una sonrisa traviesa al verme… ya sabía que quería hacer…
Me senté a su lado, entonces dije tiernamente:
—Hola—Sonreí al tiempo que me vio a los ojos.
—Hola—Contestó un poco apenado, por su cara note que se había sonrojado.
—Soy Annya—Dije antes de que él pudiera decir alguna palabra.
—Me llamo Josh—Dijo un poco pensativo—¡ya sé quién eres!—Expreso emocionado como si hubiera descifrado un acertijo.
—¿Si?—Pregunte extrañada
—¡Claro! Estuve en tu escuela hace 2 semanas, eres amiga de mi prima, ella nos quería presentar hace tiempo y tú te negaste, ¿me recuerdas?
—¡Oh!—Exclame avergonzada—Si ahora recuerdo, eres primo de Andy
—Sí, soy su primo, supongo que no creíste que te pudiera caer bien—Dijo ahora en tono de gracia.
—No, no fue eso, es solo que tenia apuro ese día y no podía quedarme a platicar, lo siento.
—No, no te preocupes, después de todo de alguna manera ya nos conocemos.—Dijo despreocupado y yo me sonroje como nunca antes.
A pesar de la pena que sentía por lo sucedido no quise alejarme de su lado, algo había en él y en su mirada que me hacían querer estar cerca, algo en mi interior me decía que sería parte importante de mi vida.
Pase 2 horas a su lado esa noche, y ambos sabíamos que teníamos una extraña conexión, que a mí me asustaba más de lo que podía esperar. Al despedirnos me dio un beso en la mejilla, me sonrió, y se fue. Su mirada se me quedo grabada el resto de la noche, Angie intentaba tener una conversación conmigo sobre el tema pero yo estaba ausente y perdida, como en una utopía solo de él y mía.
Esa noche fue muy extraña, volví a tener ese mismo sueño donde aquel amor se va, me deja en un lugar oscuro pero esta vez al ver la luz de esos tiernos ojos, de pronto veo una mano extendiéndose a mí, cuando la tomo y me levanto, lo veo de frente, entonces su cara se muestra… Pero no es un desconocido, es Josh y su precioso semblante de ternura… De pronto desperté, pero esta vez no agitada ni asustada, si no feliz y ansiosa, queriendo volver a dormir para ver de nuevo sus lindos ojos mirándome con ternura…
—¿Tía entonces fue amor a primera vista?—Debanhi comenzaba a adentrarse en la historia y amaba como sus ojos me miraban ansiosos por descubrir esas antologías que ya había comenzado.
—No mi amor, no lo fue, solo fue una conexión, para amar a una persona se necesita un millón de cosas, pero el principio de ese sentimiento ya se había sembrado en mi corazón, solo que no quería que empezara a florecer, ese sentimiento me asustaba.—Le dije tomando mi estomago como si algo dentro de mi estuviera por derrumbarse.
Entonces llego el sábado y el domingo con una lentitud impresionante, era como si cada minuto equivaliera a una hora y mi cabeza solo pensaba en él, en su mirada tan misteriosa, diferente y hermosa.
El lunes comenzando la semana en la escuela no podía concentrarme aun, era como si nada pudiera sacarlo de mi cabeza, me sentía flotando, nueva, diferente, con una adrenalina dentro de mí que me generaba emociones desconocidas a cada momento que sentía parte de él en cualquier parte de mi; recordaba ese tierno beso en la mejilla que me dio al despedirse, esa hermosa mirada que me regalaba de vez en vez aquella noche, sus mejillas sonrojadas por mi atrevimiento al hablarle sin conocerlo, pero sobre todo recordaba esa conexión tan extraña que sentí al verlo, esa sensación de querer tenerlo cerca, algo me estaba pasando que no sabía cómo explicar.
El resto de la semana fue casi lo mismo, en las noches rezaba y agradecía a Dios por haberlo puesto en mi camino, por despertarme de esa manera tan extraña y diferente, por hacerme sentir tan viva de nuevo con tan solo una mirada.
Espere con unas ansias inmensas el siguiente viernes, ahora tenía otro motivo para ir a la iglesia, lo podría ver de nuevo, y entonces conocerlo un poco más, saber que esconde detrás de su mirada, pensar en cómo comenzar a ser yo también importante para él, pero fue una gran sorpresa para mí verlo a la entrada buscando a alguien con bastante ansiedad, una muy parecida a la mía, al verme me sonrió y se sonrojo. Fue ahí donde me di cuenta que en verdad no lo había imaginado el también tuvo una extraña conexión conmigo y eso también a él lo asustaba tal vez mas de lo que me asustaba a mí.
—¡Hola Annya!—Dijo y se acerco a mí sonriendo aun sonrojado.
—¡Hola!—Dije y me acerque a saludarlo, no contaba con que al acercarme pasarían tantas cosas por mi mente, su olor tan perfecto, su sonrisa torcida, sus ojos hermosos, sus manos suaves y el latido de mi corazón revolucionando como si estuviera sintiendo todo por primera vez, como si Ryan no hubiera pasado por mi corazón. Ryan, yo no podía olvidarlo, el había sido mi primer amor, el primero en lograr enamorarme no podía sentir más por Josh que por él, sería absurdo, Ryan siempre había sido mi persona perfecta, el era todo lo que cualquier jovencita de 16 años querría, una persona atractiva, alto de unos ojos verde intenso y una sonrisa perfecta yo no podría enamorarme de Josh así de sencillo, sería absurdo, si Ryan regresaba yo tenía que estar disponible, se lo había prometido, yo lo iba a esperar y no podía darle píe a un sentimiento tan extraño.
—Te recordé toda la semana—Dijo interrumpiendo la maraña de pensamientos que tenia pero olvide todo cuando lo vi sonriendo con una mano en el bolsillo delantero de su pantalón y la otra paseándola por su cabello.
—Gracias, yo también te recordé bastante—Dije con mis manos en la cintura que formaban una pose sin querer demasiado coqueta, no me di cuenta que estaba coqueteando con él, fue tan espontaneo que no pude detenerlo, al darme cuenta sonreí, me sonroje y cruce mis brazos quitando mi extraña pose coqueta. Ambos nos quedamos callados, el silencio lo rompió mi teléfono celular, cuando vi el numero no lo podía creer, parecía que lo había llamado con el pensamiento, era Ryan era él,