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Amores Que Nunca Mueren
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Libro electrónico129 páginas1 hora

Amores Que Nunca Mueren

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Información de este libro electrónico

Amores Que Nunca Mueren is a true story that will steal your heart.

Based on the story of a woman who was born, lived and died for love.

This story will bring you to the journey of memories. You will laugh, cry and you will also learn the importance of forgiveness.

You will learn that there are lovers who remain forever because we all have a love story that never dies.

Alex Lopez It moved me much as I read this story. It made me unearth the love that I now realized I never forgot. I understood what most people say that memories are eternal.

Madeline Hernandez I dont consider myself romantic but reading this book shook my heart. Theres tears in my face after reading it. Its a story I recommend you to read.
IdiomaEspañol
EditorialXlibris US
Fecha de lanzamiento23 abr 2013
ISBN9781479787067
Amores Que Nunca Mueren

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    Vista previa del libro

    Amores Que Nunca Mueren - Mayra Layla López

    Agradecimientos

    Agradezco a Dios por darme la inspiración para escribir este libro.

    Agradezco a Omar Aguilera por su apoyo incondicional y por siempre haber creído en mí.

    A mis amigas de toda la vida: Madeline, Lissy, Hilda y María por siempre estar disponibles cuando las necesité.

    Agradezco a una persona muy especial que llegó a mi vida como un ángel bajado del cielo. Alguien que me ha dado todo su apoyo, su paciencia y sobre todo su amor, Carlos, Thank you baby siempre ocuparás un lugar en mi corazón.

    Agradezco a la Doctora Emma Torres por toda su ayuda– te estaré eternamente agradecida.

    Introducción

    Esta historia será capaz de conmover a cualquier tipo de lector puesto que todos los seres humanos en algún momento de sus vidas habrán experimentado el dolor del amor. El amor es un sentimiento indefinible, hay infinidad de definiciones de filósofos, psicólogos y gente común que intentan definirlo desde su punto de vista o desde sus experiencias personales. Yo pienso querido lector, que la definición de tan dulce y amargo sentimiento es personal, puesto que el impacto que esta bella experiencia puede ocasionar en cada persona depende mucho de algunas características personales que pueden ser de índole física, emocional, social o psicológica. Es lo mismo que sucede con el desengaño, la decepción y hasta con la traición. Algunos seres lo superamos, otros, no.

    Basta con preguntarle a algún profesional especialista en dicho tema para observar que sus contestaciones son un calco de lo aprendido de los libros. He reflexionado mucho sobre este aspecto y no logro entender cómo se puede opinar sin haber sentido en carne propia el dolor que puede ser producto de este sentimiento.

    Si alguna vez has sentido ese dolor o has estado tratando de consolar a alguien que lo haya sentido, este libro es para ti. En el mismo te narro la historia de una joven que amó profundamente, pero que además lloró y sufrió por amor. Un amor que ni la distancia ni el tiempo lo pudo borrar.

    Una joven que luchó sola en un mundo de injusticias, discriminación y desamor. Mujer fuerte que nos deja una enseñanza y un legado de superación y lucha.

    Prólogo

    Hay situaciones con las que nos encontramos en nuestro caminar por la vida, situaciones que llegan de improviso, que ni siquiera buscamos o deseamos, pero al llegar son capaces de cambiar la brújula de nuestras vidas. Eso me sucedió a mí. Durante mi adolescencia me enamoré de una persona sin pensar y sin esperar nada a cambio. Esa experiencia cambio el rumbo de la historia de mi vida.

    El rompimiento de una relación amorosa supone y exige un cambio en la vida de quien lo experimenta. Ese cambio nos obliga a asumir otros cambios y actitudes diferentes. La terminación de una relación puede ser producto de cualquier incidente sencillo o de algo tan terrible como la traición, infidelidad, abuso físico, mental o muerte de la pareja con la que se ha compartido por algún tiempo, meses o años. Esto provoca el peor de los dolores. Es el dolor para el cual no hay medicamento, es el dolor del alma, es el dolor del amor. Sí, el amor duele, duele cuando no se logran alcanzar las expectativas que juntos habíamos trazado, cuando algo o alguien se interpone entre la pareja. El amor duele, pero no muere. El verdadero amor no muere nunca, aunque muchos proclamen que sí. De eso les puedo dar fe. De eso se trata esta narración…

    He escuchado a través de conocidos y estudiosos del tema, que el dolor tiene cura, que no hay cuerpo que lo resista por mucho tiempo, no lo creo. Pienso que aprendemos a vivir con el dolor, y lo hacemos parte de nosotros. El verdadero amor perdura para siempre.

    Las experiencias que vivimos ya sean buenas o malas se quedan ancladas en nuestro puerto para siempre y son esas experiencias precisamente las que determinan nuestro futuro. Muchas personas las superan y aprenden a vivir con ellas, otras no.

    Capítulo I

    El mar se ha convertido hoy en mi amigo y confidente. El vaivén de sus olas me recuerda mi recorrido por la vida, sus cristalinas aguas parecen el cristal que al reflejarnos en él nos dice que no somos iguales, que la vida nos ha dejado huellas profundas, físicas y emocionales. El viento, a su vez, se hace cómplice del mar… y yo, sentada aquí, con lagrimas en mi rostro y con el amargo dolor de un futuro incierto con el que he contraído una gran deuda.

    A la vez, siento que estoy dando la oportunidad a cada mujer que lea esta historia de meditar, analizar y asumir una postura firme ante sus experiencias sentimentales presentes y futuras, en una perspectiva individual. Estoy segura que en estos momentos históricos que nos ha tocado vivir experiencias como la mía trazan rutas a los que aún no han podido sufrir o disfrutar de lo que es el verdadero amor. Muchas son las historias clásicas que leemos sobre seres que han sido víctimas del amor: Romeo y Julieta, Calixto y Melibea, María, Marianela y hasta Don Quijote y Dulcinea… , historias con más o menos elementos fantásticos han dejado en nuestro ser experiencias para ser aplicadas en la vida. ¡Cuánto quisiéramos ser amadas como lo fue Dulcinea del Toboso por su gran Don Quijote a quien nunca pudo corresponder! ¡Cuánto quisiéramos ser Julieta cuyo amante estuvo dispuesto a todo por conseguir su amor! Y pensando en todas esas experiencias, cada día nos lanzamos a la calle pensando encontrar un Quijote, un Calixto, un Romeo… y pensamos que lo hemos encontrado al toparnos con el primer hombre que nos juró su amor eterno… luego, vamos descubriendo que nuestro amor se despertó, pero el del ser que deseamos tener a nuestro lado hasta el final de nuestras vidas se nos va de nuestro lado o sencillamente no nos corresponde de la misma forma. El amor, pienso es indeleble, puedes encontrar en tu vida muchas personas a las cuales crees poder amar igual que amaste a ese primer amor, pero no, por más que lo intentes la sombra del primero permanecerá allí hasta la muerte y marcará tu vida para siempre. Nada puede detener los efectos del amor verdadero. Es como un caballo desenfrenado que destruye todo a su paso hasta llegar a su meta o como la luz del sol, es inevitable que queme o quizás como la vejez, llega aunque no te guste.

    Todo esto lo expreso para que se entienda de lo que trata esta historia. Historia que transformará la vida de quienes la lean. Sé que a ti también te sucederá lo mismo. Reirás, llorarás, rabiarás, pero sobre todo: aprenderás.

    Capítulo II

    Este lugar donde me encuentro hoy, mi isla, con su hermoso mar de olas veloces que viajan hasta la orilla desde el horizonte misterioso donde se encuentran el mar y el cielo formando un matrimonio perfecto con la fina arena apadrinado por el brillante sol del Atlántico. Es el lugar que muchas veces visité durante mi infancia con mi familia y amigos, y desde luego, con mi hermana.

    En mis años de adolescencia y de juventud fue mi lugar predilecto para desahogar mis penas, dudas, mis incertidumbres, y dar rienda suelta a mis ilusiones. También fue el lugar predilecto del hombre que cambió mi vida. De verdad que el mar es el confidente ideal, es el que se lleva tus secretos, pero a la vez es el que trae las respuestas a tus interrogantes. Es el que enjuga tus lágrimas y te arropa en los momentos de dolor, limpiando de tu cuerpo y de tu espíritu todas las preocupaciones.

    El sol, por su parte, tiende su luz brillante, para hacerte ver con claridad la realidad de la vida que a veces no puedes percibir. Este es el mismo sol que quemó mi piel y la del hombre que amé durante mis años de juventud. Bajo su protección ocurrieron muchas cosas que él ha sabido mantener como buen confidente. Mi gran señor sol qué bueno estar hoy aquí, en el mismo lugar de siempre y con tu compañía. Todo ha cambiado: mi pueblo ya no es igual, sus calles ya no son las mismas, sus árboles se han transformado en su mayoría y muchos de ellos ya desaparecieron, yo no soy la misma, líneas algo profundas surcan mi rostro a pesar de los años, tú, sigues siendo el mismo; brillante y claro. Tengo que confesar que estás algo más caliente. Así te siento. No sé si mi piel ya no es tan resistente a tu calor, pero tú continúas calentando…Las nubes van y vienen, se forman y se transforman, se mudan y vuelven a mudarse, cambian de color y continúan siendo las mismas. Los seres humanos, también. Cambiamos de forma, de color, de posición y seguimos siendo los mismos. Hay una gran diferencia, las nubes son inmortales. Hoy he llegado hasta este lugar para recordar los mejores momentos de mi vida… .

    Mi madre siempre fue una mujer laboriosa. Su compromiso de echar hacia adelante a sus ocho retoños era muy serio. Compartía sus tareas entre educarnos a mis tres hermanas y mis cuatro hermanos, y la crianza de diferentes animales: conejos, cabros, gallinas y cerdos. Ese era su pasatiempo predilecto. Mi madre era de esas mujeres de época: hacendosa, laboriosa y sometida a los antojos de su marido.

    Vivíamos con un padrastro que se dedicaba a trabajar la tierra. El trabajar la tierra no era tan admirable para mí como el educar a siete hijos como mi madre lo hizo. No sé cómo podía compartir las labores domésticas, nuestra educación y la crianza de animales. Su amor era su aliciente, amor a los animales; nunca he conocido a alguien que haya

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