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En la búsqeda de un tesoro perdido
En la búsqeda de un tesoro perdido
En la búsqeda de un tesoro perdido
Libro electrónico103 páginas1 hora

En la búsqeda de un tesoro perdido

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Información de este libro electrónico

La vida de Toby había tomado un giro de 180°; él no era más el juguete rompible de Koko y había dejado de ser el león solitario de la reserva. Desde la llegada de Sasá, él encontró una salida a sus problemas para volver a ser feliz como antes.
Él estaba a punto de jugar el juego más importante de la Escuela de Cazadores, se había preparado para la competencia y estaba dispuesto a vencer al resto de los competidores, incluyendo a su némesis. Pero sin saberlo estaba a punto de jugar el juego de su vida. No era consciente que sus expectativas iban a desaparecer en la realidad, que la felicidad que tanto añoraban ya era parte de su pasado y que la vida iba a enseñarle más de lo que estaba dispuesto a aprender.
¿Podrá Toby ver el panorama completo y superar los retos de su vida para recuperar el tesoro que había perdido?

IdiomaEspañol
EditorialAstrid Orozco
Fecha de lanzamiento25 dic 2018
ISBN9780463224137
En la búsqeda de un tesoro perdido
Autor

Astrid Orozco

Astrid Orozco comenzó a escribir novelas desde el 2012. Publicó su primer libro El Gran Pequeño León en el 2018.Ella tiene una página web donde abarca temas de superación personal, frases y reseñas de libros, poemas y artículos relacionados con la Salud Mental.Para más información visita: www.astridorozco.com

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    En la búsqeda de un tesoro perdido - Astrid Orozco

    ¡Y que el juego, comience!

    A veces los sueños, son solo sueños.

    Cosas que deseamos pero que nunca logramos.

    Y a veces los sueños, son nuestro futuro. Son por lo que luchamos,

    a pesar de las tormentas que nublan nuestros días.

    Son nuestra realidad.

    Faltaban quince minutos para que el Vigésimo Juego Garras y Colmillos Zekúm iniciara, pero con ese paso del tiempo los nervios de Toby, que había llegado quince minutos antes, aumentaban.

    En repetidas ocasiones miraba nerviosamente al público que se hacía grande, buscando frenéticamente a esas tres figuras que compartían su misma sangre; pero esa familiaridad no se hallaba en esa búsqueda y su corazón sentía de nuevo una punzada de dolor.

    —No es el momento para estar triste—le dijo Sasá con mucha seriedad y reprimenda, interrumpiendo sin previo aviso su ensimismamiento.

    Él levantó su cabeza y la miró con sus ojos llenos de emoción. Sabía que a pesar de las circunstancias contaba con su apoyo, su compañía y, sobre todo, su amistad.

    —Lo siento. Es inevitable—le dijo Toby avergonzado.

    —Entiendo. Quieres que vengan, pero es posible que no lo hagan ¿verdad?

    —Sí. Por más que se los pedí, no quisieron ¿Qué sentido tiene?, me dijo mi papá—contestó con tristeza y añadió más animado—Mi hermano me dijo que sí, antes de irse la semana pasada al trabajo. Aunque…no ha llegado.

    —Vengan o no, depende de ellos ¿entiendes?—él asintió y ella añade rápidamente para aligerar el ambiente— ¿Estás listo?

    —Y nervioso—contestó frenéticamente.

    — ¿Por qué?

    —No sé…solo tengo miedo.

    —Bueno…que eso sea una razón suficiente para jugar—murmuró—Mejor vámonos; están esperándote.

    — ¿Ya es hora?—se alarmó.

    —No, pero debes estar esperando junto a los demás. Vamos.

    Mientras tanto ambos caminaban hacia la multitud con pasos galantes. Cuanto más se aproximaban, los demás animales percibían su semblante. Los susurros y murmullos estallaron y las miradas desaprobatorias y burlonas, se fijaron intensamente en el pequeño Toby que trataba de ignorarlos.

    —Deséame suerte—le pidió Toby, al llegar.

    —No la necesitas—le respondió con dulzura—Ni siquiera un poco. Te entrenaste muy bien durante estos meses.

    — ¿Y si no gano?

    —Valorarás tu esfuerzo, aprenderás del fracaso y ganarás experiencia.

    —Ganaré de todas formas—susurró él, concluyendo las palabras de Sasá y con una simple mirada de despedida, ella le dio fuerza.

    Después de enfrentar los comentarios desagradables y sarcásticos de los otros competidores, Toby esperó los últimos minutos antes del inicio (que le parecieron eternos), en silencio.

    Él imaginaba lo maravilloso que sería superar todas las pruebas del juego. Sonrió ante aquella idea. Sería un ganador inesperado, todos se sorprenderían ante ello, no tendrían argumentos para burlarse de él y recuperaría lo más valioso que ha perdido. Pero al dar una breve mirada a su alrededor, supo que no sería fácil. Sus contrincantes eran fuertes.

    En esos estaban sus compañeros de clases. Los nueve leones tenían una musculatura majestuosa. Se les notaba el peso y la presión que podrían ejercer con él. Especialmente Koko, por ser el grandulón y Titán, que se aprovechaba de su condición de hijo del director para molestar a los demás; ya que nunca los disciplinaban por su mala conducta. Los dos guepardos, Ley y Tony, eran los más veloces de todos, porque corrían muchos kilómetros en tan poco tiempo. Ni el más grande león de la selva los superaba. El único leopardo, Riko y las dos panteras negras, Teto y Fonso, eran más conocidos por ser recursivos. Eso sería ventajoso porque sin importarles la prueba o el entorno, sabrían cómo arreglárselas. El jaguar, Yaco y los dos tigres, Tiago y Rino, eran buenos nadadores, musculosos y robustos; aunque había diferencias entre ellos, tenían habilidades similares. Y por último, El Puma Silencioso, que su nombre en La Reserva, era un

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