Legión: Alfa (Crónicas de los Caídos)
Por Alex S. Dumani
4.5/5
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Legión: Alfa narra la historia de los miembros de la Legión de los Caídos, después de ser desterrados del cíelo e infierno, quienes deambulan sin un plan en la Tierra, pagando un exilio eterno.
Emmanuel, líder renuente de la Legión y el ángel primario antes de su caída, trata de evitar la llegada del Armagedón: El fin de todas las cosas.
Complicando todo están los vampiros, creados originalmente por los demonios, ahora rebeldes, buscan no sólo su libertad sino también su dominación sobre los humanos, quienes no tienen conocimiento sobre estos eventos que se desarrollan a su alrededor.
Alex S. Dumani
Alex S. Dumani, writer, creative consultant and audiovisual director, works in media companies, especially on the area of television. Movie critic and fond of technological innovations, his stories taps on the fields of fantasy, science fiction and terror. They also usually unfolds within self-created universes, which are: Chronicles of the Fallen, Vendetta, Rebellion and Anathema.
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Comentarios para Legión
4 clasificaciones1 comentario
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Tiene potencial, pero no está omega, la segunda parte!! Alguien??
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Legión - Alex S. Dumani
1.- Dioses y generales
"Las veces que abro los ojos estoy en el mismo sueño... imágenes confusas de alas plateadas y doradas, distinguiendo rangos y privilegios de un ejército que se lanza a un negro vacío. Espadas más blancas que el sol y armaduras más brillantes que una supernova gritando visualmente al nacer, me ciegan por breves momentos, mientras trato de distinguir lo que sucede. Gritos de batalla, tan fuertes que romperían hasta el alma, proferidos por voces tan atrayentes y majestuosas al punto en que yo en momentos me olvido de que solamente observo, y que no soy nadie ante tan magníficos seres.
Todo es confuso, tan claro y a la vez tan incierto... era una gran guerra, algo que solamente pudo haber ocurrido una sola vez, porque el todo luchaba por mantenerse, y la nada luchaba por existir también. Rostros perfectos me rodeaban en una gran cima, todos con sus increíbles miradas puestas hacia abajo, hacia la base de aquella empinada colina. Por supuesto, yo no podía ver lo que ellos veían, ya que para mí, aquello simplemente descendía hasta perderse en un negro absoluto.
Un espantoso y ensordecedor estruendo hizo temblar hasta la agitada respiración que tenía. Un ruido ensordecedor que vino desde ese negro absoluto desde donde nacía esta colina.
Allí fue la primera vez que te vi. Eras la perfección frente a mis ojos, la majestuosidad de la que solamente EL es posible. Con alas de un dorado diferente, mucho mayores a las de los demás, y armadura totalmente imponente y celestial. Estabas al frente de todos, listo para todo. Miraste brevemente hacia atrás y sonreíste, e infundiste una tranquilidad y confianza a cuantos te vimos, que los estruendos que se oían cada vez más cerca eran solamente una brisa que arrulla al dormir. Pero, antes de que desaparezcamos en ensoñaciones, el brillo de aquella gran espada, la única nos trajo de vuelta a esta realidad. Eras tal cual las leyendas y cantos te describían, aunque pocos en realidad habían visto frente a frente al Metatrón.
Un rayo saltó desde lo bajo de la colina, e impactó a Gabriel, a tu izquierda de ti, el Metatrón. El cayó hacia un lado, pero su armadura pudo resistirlo. Arriba de nosotros se alistaba otro grupo con sus trompetas, para anunciar el inicio del todo contra la nada. Otro rayo impactó a uno de ellos, y luego lo arrastró hasta aquel agujero, tan rápidamente que apenas pude verlo.
Subiste tu espada para que todos pudiéramos verla, como símbolo de la firmeza, de la resolución de la decisión tomada. Te quedaste allí, esperando la señal de EL para iniciar el Armagedón, tan tranquilo, tan sereno, pero a la vez tan firme.
Miguel, a tu derecha, trató de lanzarse hacia ellos, pero lo detuviste rápidamente con tu puño sobre su armadura a nivel del pecho. Era tu más leal aprendiz, pero aún tenía mucho que aprender, más aún en ésta, su primera gran batalla, la madre de todas las batallas. Sacó su espada y la alzó como tú, y trató de permanecer quieto, aunque la ansiedad se le notaba en el rostro, mirándote a ratos, tratando de adivinar tu siguiente movida y seguirla, o percibir tu aprobación sobre sus acciones. Tanto que aprender aún.
Finalmente, unos rayos de luz aparecieron detrás de nosotros, señalándonos el inicio. Nos iluminaron y llenaron de energía de una manera indescriptible. Un rayo de repente cayó en tu espada, que nos sorprendió a todos, especialmente el retumbante rugido instantáneo al partir el aire. Y tú tan firme, sin parpadear, mirando al vacío.
Luego casi tan rápido como ese rayo moviste tu espada, y le señalaste a Miguel que te siga por la derecha, junto con Gabriel. Las trompetas empezaron a sonar nuevamente, mientras que Lucifer aparecía en el fondo de la colina con sus alas negras extendidas en todo el horizonte..."
Y en ese momento despierto. Y solamente llego hasta allí, no sé por qué. Pero siempre que sueño esto te veo allí haciendo lo mismo
- Dijo Alba mientras seguía acostada en la cama de su habitación. Había una luz tenue que los alumbraba desde la mesa de noche que estaba al lado de la
pequeña cama en que se encontraba.
Era una habitación acogedora. Pequeña en espacio, con solamente un pequeño closet, muy ordenado y clasificado por Alba; una mesa de noche con una radio y al lado de la cama una silla,, en la que se encontraba sentado Emmanuel,sin televisor en ningún lado, lo que daba la ilusión de mayor espacio del que realmente había, pero se respiraba tranquilidad y sobre todo, cariño.
-Mucho mejor, ahora que mi angel está aquí. - contestó mientras una leve sonrisa se dibujaba en su rostro. Emmanuel sonrió al verla así.
-Qué hora es? - preguntó Alba.
-Creo que ya es hora de que me vaya, está anocheciendo.
-Quédate.
-Sabes que no puedo... no de noche - contestó con preocupación genuina en su voz.
-Sólo un poco más, por favor. No me gusta la oscuridad.
-Estás segura?
-Lo sé. No puedo ver, pero puedo sentir cuando anochecer y amanece, y te prefiero a mi lado. Tu presencia siempre me reconforta. Quédate un momento más, por favor...
-Es... difícil para mí. La noche... la noche nos cambia un poco, te lo he dicho.
-Está bien. Emmanuel?
-Dime...
El se acercó y le acarició el rostro, confortándola de manera automática, ya que su mirada estaba perdida en sus pensamientos.
-Creo... creo que sí. Fue hace mucho tiempo, ya te lo he dicho.
-No creo que hayan existido angeles ciegos - dijo burlonamente Alba.
-No se necesitan ojos para ver las cosas importantes, y no tienes nada que envidiarles tampoco. Las cosas más hermosas no se ven con ellos. Trata de no pensar en todo eso.
-Emmanuel?
-Dime?
-Ganaron, verdad? Ustedes ganaron.
Emmanuel brevemente pensó las cosas, mientras recordaba lo sucedido como si hubiera sido hace unos minutos.
-Si...ellos... si, ganamos - contestó casi susurrando, casi contestando algo que él mismo se hubiera preguntado.
-Qué pasó con Lucifer? y las rebeliones? No fue una sola?
- En su momento te diré el resto. Pero no te preocupes por él. El sólo influye en algunas cosas desde donde se esconde, y no sé dónde aún, pero muchas cosas las han hecho y hacen ustedes mismos y luego tratan de echarle la culpa a él, o lo que sea, para justificar sus acciones. Ustedes deciden por sí mismos siempre, ese es el pacto.
-Tú... lo viste?
-Luché contra él. Sonrió levemente, un poco orgulloso.
-Y... cómo es?
-El... bueno, no lo entenderías. Era lo más odioso y repugnante que jamás haya existido, pero al mismo tiempo conserva ese aire de infinita belleza, ya que fue uno de los más luminosos ángeles jamás creados. Era perfecto, un guía e ideal para todos nosotros. Y ese fue el gran dolor de El cuando Lucifer, el portador de la Luz le dio la espalda...
Como yo...
-Por qué estás aquí? Tú eres importante, y sin embargo cuidas a una chica ciega como yo. Hay... hay algo malo conmigo? Es... algo que me he preguntado siempre, desde que estás conmigo.
Emmanuel le tomó de la mano brevemente, con el mayor cariño posible, pensativo.
-En absoluto. Eres... eres especial, no pienses más. Descansa y mejórate.
Emmanuel se alejó de ella. Y se quedó estático, mientras desaparecía en una leve neblina negra que se disipó rápidamente.
-Adiós. - Dijo sonriendo Alba.
Apareció en la cima de un edificio cercano. Su mirada estaba pensativa en dirección al departamento de Alba, el cual podía ver desde allí. El ruido de la ciudad , con sus automóviles, gritos, música era un poco más de lo habitual, pero Emmanuel no prestó atención en ese momento.
El sol se empezaba a ocultar tras de él. De pronto sintió otra presencia que se acercó a él: Angela. Él sintió su presencia de inmediato. Ella lo sabía y sonrió levemente para sí, de manera burlona. Tenía un traje de cuero rojizo a manera de sobretodo con una hilera de grandes botones hasta casi