Los zapatos de fierro
5/5
()
Información de este libro electrónico
Lee más de Emilio Carballido
La historia de Sputnik y David Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Loros en emergencias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relacionado con Los zapatos de fierro
Libros electrónicos relacionados
Eres la herida que aún sangra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFragmentos de una niña decapitadita Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDiario de H Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Lunática Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mil Razones Para No Amarte Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El grial oculto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El bondadoso rey Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una extraña seta en el jardín Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El ratón forzudo y el resorte Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBuenas noches, Laika Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El arca del Zodiaco: crónicas de Libra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTodos los osos son zurdos Calificación: 2 de 5 estrellas2/5No nos extrañará el sistema Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAprovéchate de mí Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ojos llenos de sombra Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Lucas afuera, Lucas adentro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCaídos del Mapa 13: Generación Z. Parecidos, nunca iguales Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tren fantasma Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa luna de Juancho y otros cuentos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa sirena voladora y otros relatos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos carcomidos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las mejores alas: Las mejores alas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEscucha las sombras bajo el palmar: Escucha las sombras bajo el palmar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSólo para Jannis: #4YEO Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Hoy no es mi día Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Jirafa: Cuento zapotlense contemporáneo Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Un viejo gato gris mirando por la ventana Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El zoológico de monstruos de Juan Mostro NIño Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El nombre de Cuautla Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Camposanto Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Fantasía y magia para niños para usted
Donde los árboles cantan Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La silla de plata: The Silver Chair (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El leon, la bruja y el ropero: The Lion, the Witch and the Wardrobe (Spanish edition) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos de Miedo para Niños Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La ultima batalla: The Last Battle (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Perdidos en Nunca Jamás Calificación: 4 de 5 estrellas4/5De brujas caprichosas y hadas desencantadas Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Cuentos Para Niñas: Good Kids, #1 Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Miranda la Sirena y Algo Mágico: Libro de Cuentos Para Niños Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl sobrino del mago: The Magician's Nephew (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un Mar De Armaduras (Libro #10 De El Anillo Del Hechicero) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Historias infantiles para Dormir: Good Kids, #12 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Peso del Honor (Reyes y Hechiceros—Libro 3) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El principe Caspian: Prince Caspian (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Despertar de los Dragones (Reyes y Hechiceros—Libro 1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Brothersong. La canción de los hermanos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una Forja de Valor (Reyes y Hechiceros—Libro 4) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La travesia del Viajero del Alba: The Voyage of the Dawn Treader (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El beso del infierno (Los Elementos Oscuros 1) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El caballo y el muchacho: The Horse and His Boy (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Soñar con la superficie Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los chicos del cementerio: (Cemetery Boys) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La llave del Alquimista Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCrónicas de la Torre I. El Valle de los Lobos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La piedra verde: Txano y Óscar 1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Destino De Los Dragones (Libro #3 de El Anillo del Hechicero) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Senda De Los Héroes (Libro #1 de El Anillo del Hechicero) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Instrucciones para convertirse en pirata Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Despertar Del Valiente (Reyes Y Hechiceros—Libro 2) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Los zapatos de fierro
1 clasificación1 comentario
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Me llevo a imaginarme cada cosa por la cual Maria pasaba por amor a su príncipe y me enseñó q si algo quiero debo esforzarme todo lo más q pueda
Vista previa del libro
Los zapatos de fierro - Emilio Carballido
1998
Capítulo 1
Había una vez un matrimonio muy pobre, que vivía en un pueblo pequeño, a la orilla de un río. Río ancho, río denso, río lleno de mariposas, que propiciaba una existencia ondulante y muy llena de sorpresas.
No era raro que se acercara flotando, bamboléandose, una barca pintada con vívidos letreros, llena de banderolas, y que al tocar la orilla saltaran gentes ondeando trapos y panderetas, a cantar y a bailar, a dar función de títeres o a pararse de manos sobre un tapete rojo.
Las lavanderas y las familias, y sobre todo los niños, venían a la carrera, para luego aplaudir y tirarles dinero. Poco dinero, porque eran pobres. Luego se iba la barca, dando ligeros tumbos, banderolas al aire, y toda la compañía de titiriteros y saltimbanquis cantaba cosas memorables y agitaba las manos, mientras que se perdían en la cercana curva verdosa.
No era raro ver hombres rasurándose con machetes, después de haber dormido a la sombra de un árbol de la ribera, guiados por un espejo tosco, de plata o de estaño, colgado de una rama.
O mujeres extrañas, que viajaban solitas, en barquitas de vela; descendían por las noches y ahí esperaban, bajo los árboles, sin chistar; un enjambre de jóvenes venía a visitarlas, tal vez a consultarles sus problemas o a platicar con ellas, no se sabe bien; tomaban a veces a uno o dos de estos jóvenes, los llevaban en la barca, para largos paseos, de los cuales volvían al cabo de los días, flacos y con ojos soñadores y una sonrisa vaga y persistente, de oreja a oreja.
Aunque hubo vez que volvieran flotando, bocabajo en el agua, y entonces había duelo en el pueblo y las familias gritaban y maldecían a las viajeras y pedían que ya nunca se las dejara acercarse.
Había barquitas de buhoneros, muy cargadas de cosas: quinqués; telas de seda y de algodón; hilos multicolores para bordar blusas y manteles; cacerolas y cintas; bacinicas de porcelana o peltre; tijeras, lentejuelas; sombreros y sombrillas de encajes; muchas muy tentadoras menudencias.
Había barcos más grandes, con grandes ruedas, que llegaban dando silbidos furibundos, tendían planchas muy fuertes para el ir y venir de cargadores con grandes bultos, cajas de fruta, pacas de algodón, sacos de azúcar y café. Traían también algunos pasajeros, señoritas vaporosas y hombres jóvenes con la ropa muy bien planchada, que veían con curiosidad al pueblo y, al señalar alguna casa, les chispeaban diamantes en los dedos, o mostraban, ellas, al moverse graciosamente, chisporroteos azules en cuello y orejas; traían en la cabeza unos sombreros de grandes alas donde a veces anidaban plumas etéreas y aun pájaros enteros.
Ése era el río. La otra orilla, visible a la distancia, era idéntica a ésta, salvo que en ésta estaba el pueblo. Pero a veces podía cruzarse en lancha, para un paseo dominical, o para un trato de comercio con los de enfrente, o para cuidar o visitar algunas tierras. Y en las grandes balsas iban las familias enteras, acompañadas de una vaca y un perro y algunos gatos.
Volvían al atardecer, contentos, cantando romanzas en que alababan la belleza de todo, o de algo, o la tristeza de ver pasar los días sin saber adónde se marchaban.
La familia muy pobre de que hablábamos al principio vivía en una casita con el techo de palmas, con el suelo de tierra sequecita, muy bien barrida. Eran el padre, la madre y las tres hermanas, hijas de ambos: la mayor, la de en medio y la menor. La menor se llamaba María.
Dormían en sendas hamacas de hilos de colores: roja una, azul otra, amarilla la otra, entretramadas las demás. Las colgaban al oscurecer. La hermana mayor cantaba con guitarra; el papá y la mamá contaban sus recuerdos en voz alta y las muchachas los oían, y hacían recuento de los suyos, escasos, para que así ninguno se perdiera y tuvieran muchos que entregarle a sus hijos.
Por la mañana barrían la casa, buscaban yerbas alimenticias para hacer sopa, recogían huevos silvestres y esto requería gran cuidado, pues bien podían hallarse no sólo huevos de gallina y de pavo, sino también de zopilotes (que algunos llaman nopos), o de garzas, o de lagartos, de tortuga, de iguana, de reptiles malignos, de faisán, o de ranas y sapos. Así, mientras algunos eran especialmente sabrosos, otros eran ponzoñosos y otros prohibidos, por ser de especie rara, o respetable o