La historia de Sputnik y David

Por Emilio Carballido y María Figueroa Flores

¿Sputnik? Fue entonces cuando el maestro lo vio, avanzando aprisa hacia él, dando colazos coléricos. "Vamos a ver quién diseca a quién", murmuraba entre sus muchísimos dientes. El maestro se subió al escritorio. "Si te lo llevas, te pongo diez en el examen final", propuso. Sputnik daba colazos que hacían cimbrar la tarima y el escritorio.

• Idioma: Español
• Editorial: Fondo de Cultura Económica
• Fecha de lanzamiento: 16 jun 2017
• ISBN: 9786071649508

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mecánico

La historia de Sputnik y David

Ésta es la historia de un caimán, que también se les dice yacaré, lagarto y hasta cocodrilo. Se trata en realidad de diversas especies, pero quitando las diferencias que los conocedores señalan, ésta es, decíamos, la historia de un caimán.

Ésta es la historia, que me contó mi sobrino Juan, del caimán Sputnik y su amigo David.

Pues muy recién salido del cascarón, y tan pequeño que cabía aun en la palma de la mano, le regalaron este caimán a David, que también era un niño muy pequeño. Él le puso ese nombre, tan sonoro, que al caimán le gustó bastante.

Sputnik, pensó, es un buen nombre de caimán.

Los dos crecieron, Sputnik y David. Su familia educaba a David. David educaba a Sputnik.

David aprendió a comer con cuchara, tenedor y cuchillo, a multiplicar, sumar y restar. A escribir. ¡Hasta a dividir aprendió! También supo muchas cosas del padre Hidalgo y de los campanazos y el grito de Dolores, nada más no estaba claro si deveras algo le dolía o nada más así se llamaba el pueblo.

Sputnik aprendió a beber sidral deteniendo la botella en la boca. Fue varias veces a jugar futbol y daba colazos al balón y hacía gol; corría muy aprisa en línea recta, pero tardaba mucho en dar la vuelta y se tragó el balón dos veces; así ya

Comentarios para La historia de Sputnik y David

[Ucelay Nicolas · Calificación: 2 de 5 estrellas]

Tal vez nos demos que a sinceridad prodigio podemos alterar algunos aspectos de la sociedad. Pero no obstante a eso nos suponemos como gran caimán y nos alborotados como luces feroces debajo de los árboles más feroces y seducidos sis frutas al rededor de cada sentimiento de altibajos residentes que aterciora su suave lentitud. El viento dio final a la reseña