La máscara del dios murciélago: Una aventura del detective Damián Diosdado
Por Enrique Escalona
()
Información de este libro electrónico
Pero una petición inusual, vinculada con el robo de una máscara de murciélago, lo conducirá a su caso más importante y arriesgado: resolver la misteriosa muerte de su madre, la arqueóloga María Moctezuma, en un accidente aéreo hace una década.
Lee más de Enrique Escalona
Gran Angular
Relacionado con La máscara del dios murciélago
Títulos en esta serie (100)
Adolescer 2055 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl libro salvaje Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLobo. El Camino de la Venganza Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCamps de maduixes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSiempre será diciembre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Campos de fresas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Si ya está muerto, sonría: Relatos mexicanos de crueldad y humor negro Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El verano en que llegaron los lobos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl festín de la muerte Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La deriva Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa versión de Eric Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl asombroso legado de Daniel Kurka Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCartas a Leonor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesL'aventura de Saïd Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa estrategia del parásito Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mar detrás Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Club de la Salamandra Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Blanco de tigre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Manual de instrucciones para el fin del mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Biografía de un cuerpo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos crudos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl nombre de Cuautla Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La hora zulú Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAsí se acaba el mundo: Cuentos mexicanos apocalípticos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Como caracol... Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La tienda de los sueños: Un siglo de cuento fantástico mexicano Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sense retorn Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPeter y Wendy rumbo a Nunca Jamás Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl cofre de Nadie Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTinta y ceniza Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Libros electrónicos relacionados
La historia de Sputnik y David Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Una extraña seta en el jardín Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fantasmas, espectros y otros trapos sucios Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La Barranca Del Cadejo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMar negro Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Leyendas de la tierra grande Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hermanos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El grial oculto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Zebraland Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa noche en la zona M Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El ataque de los zombis: (Parte mil quinientos) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Famosas últimas palabras Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los mejores cuentos de Vampiros: Leyendas de vampiros Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa habitación secreta Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Megaloceros: Libros del ciervo 1 y 2 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Canasta De Cuentos Michoacanos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDoce maneras de afilarse los colmillos: Doce maneras de afilarse los colmillos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSomos héroes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Sara Cho y los cinco elementos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSepultura 13 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa tienda de los sueños: Un siglo de cuento fantástico mexicano Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Escalera al cielo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los niños del agua Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa casa de los tres perros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El alma de las cosas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo nos extrañará el sistema Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDrácula y otros relatos de terror Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa bestia de Gévaudan Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlicia a través del espejo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Mundo Perdido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Cómics y novelas gráficas para niños para usted
El talón de Aquiles y otros mitos griegos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos Para Niñas en Español: Good Kids, #1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDon Quijote Calificación: 5 de 5 estrellas5/5María, la Ratoncita Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa piedra verde: Txano y Óscar 1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Ilíada y la Odisea. Según Homero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos Para Bebés de 0 a 12 Meses: Good Kids, #1 Calificación: 2 de 5 estrellas2/5El Diario de Julia Jones - Mi Abusona Secreta Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Garfield: Hambre de Diversion Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Niño Volador 2 (Libro Ilustrado) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5INCREÍBLE AUSTEN. Orgullo y prejuicio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Niño Volador 5 (Libro ilustrado) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La reina de Sara Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos en Español Para Niños de 6 Años: Good Kids, #1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¿M de Mandrágora? Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Niño Volador 3 (Libro Ilustrado) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Micro Cuentos De Terror Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentan que en el reino de los animales Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVideojuegos (Video Games): Una historia gráfica (A Graphic History) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La guitarra eléctrica (The Electric Guitar): Una historia gráfica (A Graphic History) Calificación: 1 de 5 estrellas1/5La gota gorda Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMartín Fierro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl libro gordo de 31 minutos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Diario de un chico no del todo guay Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¡Encogí a mi mejor amigo! - Libro 1 - ¡Ups!: Encogí a mi mejor amigo, #1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¡Vamos a pensar con cuentos! Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSomos héroes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El zoológico de monstruos de Juan Mostro NIño Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Comentarios para La máscara del dios murciélago
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
La máscara del dios murciélago - Enrique Escalona
Escalona, Enrique.
La máscara del dios murciélago / Enrique Escalona. – México : SM, 2021
Primera edición digital – Gran Angular
ISBN: 978-607-24-4316-7
1. Novela mexicana 2. Misterio – Novela juvenil 3. Detectives – Literatura juvenil
Dewey 863 E83
Para las murciélagas
que amamantan a sus bebés,
siempre amorosas en reinos tenebrosos
Llevaba su vara en las manos, vara hermosa, dorada, que aduerme a los hombres los ojos si él lo quiere o los saca del sueño. Despiertas por ella se llevaba sus almas, que daban agudos chillidos detrás de él, cual murciélagos dentro de un antro asombroso.
HOMERO, La Odisea, Canto XXIV
1
UN CRIMEN DE LA EDAD DE PIEDRA
—Llamémosla Ixtli. Su nombre significa rostro
, ojos
, mirada
; es perfecto, porque a través de ella miraremos el pasado. Hace trece mil años, Ixtli era una cazadora que vivía en una cueva por los rumbos de Tultepec, al norte de la actual Ciudad de México. Una tarde, afilaba su pedernal; tallaba roca contra roca para obtener el filo suficiente como para atravesar el caparazón de un gliptodonte. Esta vez no deseaba cazar a uno de esos armadillos gigantes de carne dura y correosa. Quería comer algo más sabroso y, sobre todo, blando, porque había perdido la mitad de sus dientes en una pelea con otra tribu y, desde entonces, su comida preferida era la suave lengua de mamut.
"Mammuthus columbi, ése era el nombre científico del paquidermo de cuatro metros de alto y diez toneladas de peso que recorría América de cabo a rabo. Ixtli ya había cazado varios, uno por cada piedra engastada en el pectoral que usaba como adorno. Ella misma lo había confeccionado con las rocas más hermosas que había encontrado o conseguido en trueque. Piedrecillas de río, piedras pómez ligeras, trocitos de jade verde, ópalos con varios tonos de azul y obsidianas negras lustrosas. Ixtli sonrió al imaginar que ya cargaba entre sus brazos la enorme, escurridiza y viscosa lengua de mamut. Se alejaría para hacer una fogata y la comería despacio, trozo por trozo. Enmangó bien el pedernal en su lanza y la levantó. Estaba lista.
"El sol se ocultó detrás de las montañas que rodeaban el valle y la tribu se reunió. Eran una veintena y habían pasado varios días cavando una trampa que cubrieron con palos y hojas. A Ixtli le tocó unirse al grupo que marchó a buscar la presa. Encontraron una manada de mamuts a orillas del lago. Los más grandes rodearon a las crías en cuanto cayó la noche. Se echaron a correr alrededor de las bestias, azuzándolas con gritos y agitando sus lanzas. Un macho joven de colmillos retorcidos barritó, amenazante, y comenzó a perseguir a esos molestos humanos. Ixtli sintió que la alcanzaba, que la tierra retumbaba demasiado cerca, y temió caer y acabar pisoteada. Apenas consiguió brincar para salvar la trampa. El mamut intentó frenar, pero era demasiado tarde. Demasiado tarde. El peso le ganó y se fue de trompa. Quedó cabeza abajo y le saltaron encima. Ixtli comprobó que su lanza tenía un filo excepcional y la enterró varias veces en el mamut atrapado hasta que dejó de moverse.
"Los cazadores dejaron pasar al chamán de la tribu. Antes de destazar y repartir la presa, había que agradecerle. Emplearon un idioma desaparecido para disculparse con el animal y explicarle que lo necesitaban para sobrevivir. Ya había rituales entre los primeros humanos y una conciencia de sus actos, pero también existía la traición. Debajo de la banda lechosa de estrellas de la Vía Láctea, aparecieron las siluetas de los cazadores de otra tribu. Estaban ahí para robar el mamut. Ixtli se defendió y persiguió a un cazador enemigo hasta una ciénaga lodosa. Estaba por ganar la pelea y enterrarle su lanza cuando un mazazo la golpeó en la nuca. Una cazadora de la tribu contraria la atacó. Ixtli quedó hincada, moribunda; la remataron con un macanazo en la barbilla que le rompió la quijada y los dientes que le quedaban. Los asesinos se miraron, complacidos, y robaron el pectoral a su víctima.
"Ixtli ya no tendría su lengua de mamut. Quedó tendida de espaldas, con la boca y los ojos abiertos. Unas nubes mudas ocultaron el brillo del cielo. Por un momento, no se oyó ni un ruido. Silencio casi absoluto. Los aleteos lejanos de unas bestias voladoras se escucharon y cientos de murciélagos oscurecieron más la noche. Eran de la especie Desmodus draculae, el murciélago vampiro más grande que haya existido sobre la Tierra.
"Imaginen la escena. Las nubes se abren, reaparece la luna llena y los murciélagos vampiro extienden sus alas de medio metro, aguzan sus ojillos, lanzan chillidos, asoman sus colmillos y sobrevuelan sobre Ixtli, quien parece mirarlos con sus ojos sin vida. El cielo truena; una lluvia o, mejor dicho, un diluvio, comienza a caer y...
Un carraspeo interrumpe mi narración.
—Damián Diosdado, ¿puedes venir un momento?
A mi jefe, el señor Ordóñez, no le gusta cómo doy la visita guiada y ya se molestó.
—¿Qué son esas historias de cazadoras prehistóricas que les cuentas a los visitantes? Limítate a leer las fichas y a repetir las fechas. Nada de asesinatos entre cavernícolas o murciélagos gigantes.
—Pero, señor Ordóñez, lo que cuento pudo ser posible. ¿Ha examinado el esqueleto en exhibición? Perteneció a una mujer que fue encontrada en Tultepec junto a su lanza, muy cerca de una trampa para cazar mamuts. Perdió los dientes a una edad muy temprana y falleció por dos golpes consecutivos, uno en la frente y otro en la barbilla. Nadie puede pegarse de esa forma por accidente: fue asesinada con dos armas distintas.
—No me importa. Ésta es la sala del Poblamiento de América del Museo Nacional de Antropología, no una clase de ciencia forense. Además, las mujeres no cazaban.
—Claro que sí: las investigaciones más recientes demuestran que ellas también salían a cazar.
—Observa las maquetas. ¿Dónde ves a mujeres cazando? Las figuritas femeninas cuidan a los niños y cocinan. Las de hombres son las que cazan.
—Sí, pero esas maquetas son de los años setenta y ya deben actualizarse, justo porque ahora conocemos más...
—Cállate y deja de contradecirme. No sé quién pensó que podías ser guía de museos. Limítate a repetir fichas y fechas. ¿Quién te crees para contar esas historias?
No insisto. El señor Ordóñez se ve más enojado que la escultura de Xipe Tótec, el desollado, y no quiero perder mi único empleo.
—Termina de dar tu visita guiada y recuerda: fichas y fechas, fichas y fechas. Los estudiantes se conforman con apuntar cualquier cosa en sus cuadernos.
Regreso. Los visitantes me preguntan qué pasó con Ixtli y si esos murciélagos gigantes realmente existieron. No puedo continuar con eso; el señor Ordóñez me vigila.
—Les suplico que se olviden de Ixtli. Esos murciélagos vampiro gigantes sí existieron, pero ya están extintos. Pasemos a esta vitrina. Se trata de un esqueleto femenino paleoamericano de trece mil años de antigüedad. Y ésa de allá es una colección de puntas de proyectil de distintos calibres. Éstos son los restos óseos de un mamut del Paleolítico superior y esto ha sido todo por mi parte.
Dejo atrás el mundo prehistórico y salgo de la sala. Hace calor. Es una tarde de sábado de mediados de mayo y me dejo salpicar por la brisa de la fuente monumental que adorna la explanada. Antes de irme, visito la sala de las Culturas de Oaxaca para saludar al dios murciélago. Es una famosa máscara de jade, descubierta en una tumba zapoteca. Mi mamá me explicó que fue hecha como decoración para un pectoral y que no se sabe a ciencia cierta si representa a un dios o a las fuerzas de la noche. Como sea, es mi pieza prehispánica preferida. Me deslumbran su expresividad y la calidad de su manufactura. Además, es muy especial para mí porque me recuerda a mi mamá... Ella fue la arqueóloga encargada de restaurarla y de ensamblar las ochenta y un piezas de jade, pizarra y conchas marinas que la conforman. Siempre me da gusto verla, observar sus ojos de caracol marino y contemplar la boca apretada, que parece a punto de sonreír.
—Aquí estoy de nuevo, dios murciélago. ¿Algún día revelarás quién eres?
La máscara me lanza una mirada que guarda dos mil años de silencio. Al otro lado de la vitrina, veo pasar al señor Ordóñez. Finge que no me ve. Es un viejo alto, fuerte, cuyo corte de pelo lo hace ver como un anticuado príncipe valiente. Siempre va vestido con un traje negro; lleva un radio en las manos y un llavero en la cintura. Su trabajo es supervisar el buen funcionamiento del museo.
—El señor Ordóñez piensa que no sirvo como guía —me quejo con la máscara como si pudiera escucharme—. Sin embargo, tú sí que me conoces. Sabes que en realidad soy un detective de tesoros capaz de recuperar obras de arte perdidas, arqueología saqueada y cualquier otro objeto valioso. Sí, lo sé; hace tiempo que no tengo ningún caso, pero sigo siendo el detective Damián Diosdado.
Veo mi rostro reflejado en la vitrina que protege al dios murciélago y me muevo para que ambos coincidan. Me encantaría probarme esa máscara algún día.
2
EL MONTE DE PIEDAD
La gente camina por la calle de Donceles y, aunque seguimos siendo muchos, tengo la impresión de que antes éramos más. Antes
: así se suele llamar a esos tiempos previos a la pandemia que nos azotó, cuando era bien visto darnos la mano, abrazarnos y hasta saludarnos de beso. Antes, cuando podíamos perdernos entre la multitud sin otra preocupación que proteger la cartera y el celular.
Cuando yo pienso en el mundo de antes,