CAMINAR CON MIGRANTES CAMINAR CON
UN MUNDO EN MOVIMIENTO
DURANTE CASI SIETE AÑOS he caminado con migrantes. ¶ En el invierno de 2013 partí de un antiguo sitio de fósiles de Homo sapiens llamado Herto Bouri, al norte de Etiopía, y empecé a seguir a pie el rastro del viaje que definió a la humanidad: nuestra primera colonización de la Tierra durante la Edad de Piedra. ¶ Mi larga caminata es sobre narrativa. Reporto lo que veo a lo largo de los caminos de nuestro descubrimiento original del planeta. Desde el principio supe que mi ruta sería vaga. Los antropólogos sugieren que nuestra especie salió de África por primera vez hace 600 siglos y con el tiempo vagó, más o menos sin rumbo, hasta el extremo sur de América, la línea de llegada de mi propio viaje. Éramos cazadores y recolectores nómadas, no teníamos escritura, rueda, animales domesticados ni agricultura. Avanzábamos a lo largo de playas vacías y probábamos crustáceos. Nos orientábamos con el vuelo de las grullas migratorias. Los lugares de llegada estaban por inventarse. Hasta el momento, he rastreado a estos aventureros olvidados por más de 16000 kilómetros.
Hoy viajo por India.
Nuestras vidas modernas, tan hogareñas, han cambiado hasta quedar irreconocibles desde aquella época de oro de la exploración libre.
¿O no?
La Organización de las Naciones Unidas calcula que más de 1000 millones de personas –uno de cada siete humanos vivos hoy–migran dentro de sus países o por fronteras internacionales. Millones huyen de la violencia: guerra, persecución, crimen, caos político. Muchos más, sofocados por la pobreza, buscan alivio económico. Las raíces de este nuevo éxodo colosal incluyen un sistema de mercado globalizado que destroza las redes sociales de protección, un clima deformado por los contaminantes
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