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Ridorkulous
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Libro electrónico285 páginas3 horas

Ridorkulous

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Ella es una nerd un poco extraña. Él es un atleta popular. Tienen una cosa en común: no tienen dónde vivir, hasta el momento en que descubren que queda una habitación disponible en todo el campus. ¿Qué podría salir mal?

Torpelandia. Es donde vivo. Y soy la presidente, alcaldesa y la única ciudadana. 

Reese Jackson está viviendo su vida de la forma menos arriesgada posible. Esta erudita está cansada de tratar de encajar en un pequeño pueblo que nunca sabe qué hacer con ella. Su familia ausente puede haberla forzado a vivir la vida de dormitorio por su propio bien, pero ella va de sus clases a su habitación y vuelve, sin fiestas, sin citas y sin llamar la atención. 

Hasta que una noche ruidosa, Reese es expulsada de su dormitorio. 

Fitz Moreland tampoco se la está pasando fenomenal. No tiene ayuda para pagar la universidad, pero se las arregla con una beca deportiva y un alquiler gratis con un amigo. Si puede mantener las cosas como van, podría graduarse con un título que le sea útil para su futuro, especialmente ahora que finalmente se ha despedido de su ex-novia amante del drama.

Hasta que una noche, ella hace que lo echen de su casa. 

¿Qué pasa cuando queda una sola habitación para alquilar en toda la ciudad y dos personas la necesitan desesperadamente? Un arrendador alegre en búsqueda de algo de dinero extra los somete a una serie de ridículos desafíos para competir por la habitación, por supuesto. Una competencia entre el patito feo y el popular de la universidad. 

El ganador obtendrá un lugar para vivir, pero el perdedor puede perder su corazón.

IdiomaEspañol
EditorialMary Frame
Fecha de lanzamiento21 jul 2020
ISBN9781071554630
Ridorkulous
Autor

Mary Frame

To sign up for the newsletter and have the opportunity to receive advance copies of new releases, go here! www.authormaryframe.comMary Frame is a full time mother and wife with a full time job. She has no idea how she manages to write novels, except that it involves copious amounts of wine. She doesn't enjoy writing about herself in third person, but she does enjoy reading, writing, dancing, and damaging the ear drums of her co-workers when she randomly decides to sing to them.She lives in Reno, Nevada with her husband, two children and a border collie named Stella.She LOVES hearing from readers and will not only respond but likely begin stalking them while tossing out hearts and flowers and rainbows! If that doesn't creep you out, e-mail her at: maryframeauthor@gmail.comFollow her on twitter: @marewulfLike her Facebook Author page: www.facebook.com/AuthorMaryFrame

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    Ridorkulous - Mary Frame

    Torpelandia. Es donde vivo. Soy la presidente, alcaldesa y única habitante.

    Reese Jackson está viviendo su vida de la forma más protegida y segura posible. Esta erudita está cansada de tratar de encajar en un pequeño pueblo que nunca sabe qué hacer con ella. Su familia ausente puede que la haya forzado a la vida universitaria de dormitorio por su propio bien, pero ella va de sus clases a su habitación y vuelve, sin fiestas, sin citas y sin llamar la atención.

    Hasta que una noche ruidosa, Reese es expulsada de su dormitorio.

    Fitz Moreland está viviendo su mejor vida. Debe pagar la universidad por sí solo, pero se las arregla con una beca deportiva y un alquiler gratis con un amigo. Si puede lograr el status quo, está en camino de graduarse con un título útil, especialmente ahora que finalmente se ha despedido de su exnovia amante del drama.

    Hasta que una noche, ella hace que lo echen de su dormitorio.

    ¿Qué pasa cuando queda una sola habitación para alquilar en toda la ciudad y dos personas la necesitan desesperadamente? Un arrendador alegre buscando dinero llega y los lanza a una serie de ridículos desafíos para competir por ella, por supuesto. Es el patito nerd contra el líder y más popular de la universidad.

    El ganador obtendrá un lugar para vivir, pero el perdedor puede perder su corazón.

    Capítulo Uno

    Es difícil ser extraña.

    —Felicia Day

    ––––––––

    Reese

    Pum. Pum. Pum.

    Es normal que las payasadas de mi compañera de cuarto me despierten en plena noche.

    Pum. Pum. Pum.

    Siempre es ruidosa. Hablando. Chillando con sus amigos. Tocando música muy fuerte. Tonteando con una variedad de deportistas y chicos de fraternidad. Es como si nunca durmiera. Desde que nos convertimos en compañeras de dormitorio el año pasado, me he adaptado al ruido.

    Pum. Pum. Pum.

    Casi siempre.

    El ruido en medio de la noche... es normal. Lo que no es normal es que mi cama tiemble con un patrón rítmico inconfundible.

    La gruesa manta sobre mi cabeza y los auriculares con cancelación de sonido no serán suficientes esta noche, no cuando me despiertan a empujones.

    Pum. Pum. Pum.

    Ni siquiera yo puedo pretender ignorar esto. Lentamente, miro por encima de mi edredón.

    La lámpara de Abby en su mesita de noche está encendida, iluminando la mitad superior de la habitación, pero no puedo ver ningún signo de vida desde esta perspectiva. Su cama está vacía.

    Y aún así mi cama sigue temblando.

    Levantando mi cabeza una micro-pulgada, busco el resto de la habitación.

    Allí. En el suelo. Los movimientos espasmódicos pertenecen a un gran par de zapatos Converses empujando contra el marco de mi cama.

    Debe ser Abby y ... alguien.

    No reconozco al tipo de arriba.

    Todo lo que puedo ver es la parte de atrás de una cabeza oscura. Está sin camisa y sus pantalones están a la mitad de sus piernas, con la parte inferior descubierta. Y peludo.

    Guácala.

    Bajo la manta un poco más, la curiosidad sobrepasa la irritación y los nervios revolotean compitiendo por mi atención.

    ¿Todos los chicos son tan peludos? ¿Todos se dejan los pantalones y zapatos puestos cuando hacen el coito nocturno en el dormitorio?

    Más importante aún, ¿por qué Abby no puede hacer estas cosas en su propia cama? O mejor aún, en algún lugar muy, muy lejano.

    Muevo uno de los auriculares con cancelación de ruido e inmediatamente me arrepiento.

    Los fuertes gemidos emanan de la pareja en el suelo.

    Son las dos de la mañana. Un martes. Tengo clase en seis horas.

    La indecisión y la ansiedad luchan en mi cabeza. No puedo acostarme aquí y mirar, y definitivamente no puedo dormir.

    Si digo algo...Abby no estará feliz al respecto. De hecho, ya me odia. Ama hacer mi vida miserable y a pesar de que trato de ignorarla, no es tarea sencilla.

    Si les interrumpo...lo que sea que estén haciendo, lo más seguro es que intensificará su campaña en hacerme sentir como la forma de vida más pequeña posible jamás descubierta, un nanobio de la menor categoría.

    La confrontación no es lo mío. La gente en general no es lo mío. Especialmente cuando la gente con la que necesito hablar está desnuda y fornicando.

    Pero, de todas formas, antes de que pueda tomar una decisión, hay un golpe en la puerta.

    ¡Abby!, grita una voz masculina.

    Oh, mierda, susurra. ¡Vístete!

    Las figuras en el suelo se revuelven y tiran de la ropa hacia arriba, pero es demasiado tarde.

    La puerta se abre de golpe contra la pared.

    Me estremezco bajo la manta, pero la mantengo lo suficientemente baja para seguir mirando.

    No puedo apartar la vista.

    Esto es peor que un choque de trenes.

    Es una película para televisión donde el tren ha sido recogido por un tornado, arrojado con un tiburón y destruido por un actor de la lista B que lleva una bomba.

    Abby coloca su sostén rojo satinado en su lugar, y el Hombre del Trasero Peludo finalmente se sube los pantalones sobre el trasero.

    ¿Estás bromeando? El hombre de la puerta apoya un brazo contra el marco, apoyando su largo cuerpo, como si pudiera derrumbarse al suelo en cualquier momento y este edificio es la única cosa que lo sostiene. Su cara está flácida de incredulidad.

    Yo lo conozco.

    Quiero decir, sé de su existencia.

    Fitz Moreland.

    El novio de Abby desde hace mucho tiempo.

    Han estado juntos desde que nacieron o algo así.

    Y es el mejor novio de la historia y hará cualquier cosa y creerá cualquier cosa según Abby, que se jacta de su relación con cualquiera que le escuche mientras lo engaña sin parar.

    Nunca he hablado con Fitz Moreland o lo he visto tan de cerca, a pesar de que estamos en nuestro segundo año de universidad en el mismo campus en la misma ciudad a menos de una milla de donde fuimos todos juntos a la escuela.

    Siempre lo he considerado atractivo desde lejos, pero de cerca es aún más obvio lo llamativo que es. Es el tipo de guapo que te da una patada en el estómago. Su pelo es desordenado, largo y desaliñado alrededor de las orejas. Pero es la forma en que se sostiene a sí mismo. Seguro. Seguro de sí mismo. A pesar de que su cuerpo es actualmente un cable tenso, los ojos rojos, y los labios apretados en una delgada línea de ira.

    Abby balbucea algunas palabras, las frases se repiten, las manos se retuercen en su cintura. Bebé, ¿qué estás haciendo aquí? Esto no es nada. Era sólo un grupo de estudio, pero luego todos se fueron y estuvimos bebiendo y pasando el rato y sólo pasó y no quisimos hacerlo y fue un accidente y nunca volverá a pasar. No significa nada."

    ¿Nada? El sonido de la cremallera del Hombre Peludo deslizándose hacia arriba marca su palabra.

    El silencio se extiende por unos segundos.

    ¿Kevin? Fitz dice, como si se acabara de dar cuenta de quién es la otra persona en la habitación. Una mano se mueve en dirección a Trasero Peludo. ¿Te estás tirando a Kevin?

    Bebé

    No me llames bebé. Las dos manos de Fitz suben a su pelo, acariciando las mechas desordenadas antes de soltarlas. Terminamos hace un mes, y me enviaste ese mensaje de texto antes...  ¿Querías que viniera aquí y encontrara esto?

    Sujétense a sus caballos y a otros animales equinos. ¿Terminaron hace un mes?

    Esperen, ¿terminaron? Kevin dice, mirando de Abby a Fitz, y luego de nuevo a Abby.

    Ella se muerde el labio, viendo al piso.

    ¿Tú me estás hablando en serio? Pregunta Fitz. ¿Te excita saber que estabas con la chica de alguien más?

    Kevin se encoge de hombros. Todos pensamos que se pasa un buen rato con ella. ¿Crees que soy el primero en llegar? Como el perfil de Kevin está de cara a mí, tengo una vista de la comisura de su boca mientras se levanta con una sonrisa. "¿Crees que fuiste el primero en llegar?"

    También tengo la vista perfecta para ver la expresión estruendosa de Fitz transformarse en territorio de tornado.

    Hay un golpe y luego una explosión de movimiento.

    Fitz ataca a Kevin y ambos se dirigen hacia mí, un revoltijo de extremidades que gruñen y caen en la cama cerca de mis pies.

    Esquivándolos, salto lejos del tumulto, pero mis pies se envuelven en el edredón. Me derrumbo en Abby.

    Ella está gritando y llorando y yo por poco no veo uno de sus puños en dirección hacia mi cara.

    Tirando hacia atrás, trabajo para desenredar mi brazo entre las piernas de Abby y mi pesada manta mientras intento evitar la golpiza que se produce en mi cama.

    Sólo lleva sujetador y bragas. Nunca he estado tan cerca de alguien tan desnudo en mi vida.

    No puedo escaparme lo suficientemente rápido, no puedo llevar aire a mis pulmones. La proximidad es demasiada. La lucha es demasiado cercana en el espacio pequeño.

    Las bofetadas y los gruñidos a pocos metros de distancia acompañan mis frenéticos movimientos. La opresión en mi pecho aumenta. No puedo respirar. No puedo liberarme. Mi cabello se engancha en la tira del sostén de Abby y el pánico que ya me asfixia se convierte en un infierno.

    Una pierna finalmente se libera de la manta y la apoyo contra el suelo y me tiro hacia atrás con fuerza, sin importarme el dolor de cabeza por la pérdida de un trozo de pelo a manos de Victoria's Secret.

    Finalmente, algo se suelta y el impulso me hace retroceder. Mis brazos se mueven en el aire, pero no puedo detener la trayectoria.

    Me preparo para el impacto, pero en eso mi cabeza choca contra algo, no, alguien. Hay un fuerte chasquido y un chillido y luego me golpeo el trasero en el piso duro, el impacto hace que mis dientes rechinen.

    Alguien está gritando, y toma unos largos segundos para darse cuenta de que no soy yo.

    Es la Residente Encargada, Cynthia. Se está cubriendo la nariz con una mano, pero eso no impide que la sangre fluya libremente por su cara.

    Hay una multitud de pie fuera de nuestra puerta abierta, compañeros de dormitorio en pijama con el pelo desarreglado y teléfonos celulares listos.

    Miro desde Cynthia y Abby hasta Fitz y Kevin, que ya no están peleando. Fitz tiene la garganta de Kevin en una mano, la otra está preparada para los golpes, pero su cara está llena de conmoción. Kevin usa la distracción para alejar a Fitz de él. Fitz inmediatamente lo empuja hacia atrás pero luego los lamentos hacen que ambos se detengan. Fitz tiene un corte abierto en el labio y el ojo de Kevin ya se está hinchando.

    Todos los ojos están en Cynthia sosteniendo su nariz. Tanta sangre fluyendo entre sus dedos, golpeando el duro suelo.

    Hay un gran número de vasos sanguíneos en la nariz. Nunca es tan malo como parece, digo. Pero nadie está escuchando.

    Abby es la primera en moverse, encogiéndose de hombros en una bata de seda roja y corriendo hacia Cynthia.

    ¿Te ha pegado? Déjame ayudarte. Me lanza una mirada de rabia, como si fuera mi culpa, antes de salir corriendo por la puerta, prácticamente cargando a la Residente Encargada mientras se abalanza sobre la multitud reunida. ¡Alguien haga algo! ¡Llama a alguien!

    Fitz y Kevin salen corriendo por la puerta tras ella.

    Por la descarga de adrenalina en mis oídos y el golpeteo de los dedos en los teléfonos móviles, alguien dice: ¿Quién es ella?

    Los policías de Blue Falls son probablemente como la mayoría de los policías de los pueblos somnolientos de Texas: no acostumbrados a hacer ejercicio y demasiado familiarizados con las hamburguesas gratis del Frostee Freeze de la calle principal.

    El último gran crimen en la ciudad fue cuando alguien robó tres de los pollos del Sr. Johnson y los dejó sueltos en la oficina del director de la escuela secundaria. Eso fue antes de que yo estudiara allí.

    Los policías no saben qué hacer con un montón de estudiantes llorones y las repeticiones demasiado dramáticas del motín que estalló en Juniper Hall en esta húmeda noche de otoño.

    Nadie se va, a pesar de que los oficiales siguen pidiendo que la gente vuelva a sus habitaciones.

    Un paramédico aparece y revisa la nariz de Cynthia. No está rota, sólo magullada. No la llevan al hospital, sino que la vendan y le dan algunos analgésicos.

    Sólo hay un puñado de rasguños y moretones entre el resto de nosotros.

    No es sorprendente que la mayoría de la gente me culpe.

    ¿Por qué le pegó a Cynthia? pregunta alguien entre la multitud de espectadores.

    ¿Ella vive aquí?

    Suspiro, pero no digo nada mientras los policías nos llevan a Abby, Fitz, Kevin y a mí abajo a la oficina principal en el primer piso.

    Una vez que nos tienen en la pequeña habitación, nos hacen sentar en sillas de plástico duro uno frente al otro, Fitz y Abby a un lado, Kevin y yo al otro.

    La oficina tiene ventanas frontales donde los visitantes se registran. También es donde los residentes de los dormitorios van a presentar quejas o hablar con alguien cuando necesitan bombillas o reparaciones simples.

    Los policías se quedan fuera de la puerta, hablando. No puedo entender las palabras, sólo su cadencia de calma, pero sin duda están llamando al decano.

    Nos sentamos en silencio excepto por una ocasional inhalación de nariz y murmullo de Abby, todavía tratando de que Fitz hable con ella.

    Estoy aletargada y agotada. Y se siente mucho el frío en la oficina por el aire acondicionado, incluso a pesar de mis pantalones de pijama galácticos y mi camiseta holgada de color rosa brillante. A pesar del frío, empiezo a quedarme dormida, casi me quedo dormida cuando la voz de Abby se intensifica y me despierta.

    Tienes que perdonarme, solloza. Nunca la había visto así. Su rímel le corre por la cara, y su pelo es un desastre rubio desordenado.

    Es una de esas personas que siempre están perfectas, como si fuera a un club, no a una clase de las ocho de la mañana. Pasa una hora cada mañana secándose el pelo rubio a la perfección, y otra hora más trabajando en los ojos de gato y labios carnosos. Nunca sale de la habitación de otra manera. Es sorprendente verla destrozada.

    No tengo que hacer nada. La mandíbula de Fitz está apretada, sus brazos cruzados sobre su pecho. Se inclina lo más lejos posible de Abby en el espacio reducido.

    Tengo tantas preguntas. Fitz dijo que habían terminado. No me lo imaginaba. Pero Abby nunca dijo nada de que se habían separado. En todo caso, su alarde de tener a Fitz en su bolsillo había aumentado en el último mes. ¿Por qué rompieron? Y si lo hicieron, ¿por qué apareció aquí esta noche y la defendió cuando Kevin lanzó sus insultos?

    ¿Qué estás mirando? Fitz me está mirando ahora, la atención áspera e inesperada que hace que mis mejillas se calienten y mi corazón se acelere. ¿Por qué estás aquí de todos modos? ¿Qué estabas haciendo ahí? ¿Viendo el espectáculo?

    Mi boca se abre de golpe, pero no sale ningún sonido. Sus ojos brillan con ira y está dirigida a mí y no sé cómo responder. La gente no me habla a menos que sea un rápido perdón o lo siento cuando chocamos, porque soy pequeña y fácilmente olvidable. No hay nada especial en mi pelo castaño liso y mis ojos azules lisos y mis rasgos lisos.

    No estoy acostumbrada a la confrontación, no desde mi primera semana en Blue Falls High hace cuatro años, antes de aprender a ser invisible.

    De seguro que nadie me ha cuestionado nunca por atreverme a intentar dormir en mi propia habitación durante una pelea que no pedí ni instigué.

    Quiero decir, imagina mi audacia, intentando dormir en mi propia cama un lunes por la noche.

    Todos estos pensamientos vuelan por mi cabeza a Match 3, seguidos de un escenario imaginario en el que le digo que es un imbécil Neanderthal con una novia que tiene más inseguridades que la población total de China.

    Pero estoy congelada. Un iceberg. El Titanic podría golpearme y aún así, me quedaría quieta. Mi boca se abre, pero no sale ningún sonido.

    Sorprendentemente, Abby viene a rescatarme. Es mi compañera de cuarto.

    Todos me están mirando ahora. Y aún así, no puedo hablar. Sólo un bloque de hielo.

    ¿Está sorda? Kevin dice en tono de cantos lánguidos.

    Déjala en paz, dice Abby, y por un segundo, el calor se enciende en mi pecho. ¿Alguien me está defendiendo? ¿Abby? ¿De todas las personas?

    Pero entonces ella continúa hablando. Tiene necesidades especiales.

    El calor en mi pecho se desvanece y muere. No tengo... Las palabras son una ignición rota en mis labios, no son muy contagiosas. No hay tiempo para hablar, de todos modos.

    La puerta se abre. El decano está aquí en pijama de franela, con el pelo desarreglado y los ojos enfadados.

    Puedo explicarlo todo, dice Abby, con las pestañas mojadas con lágrimas sin derramar.

    La expresión del decano no se ilumina con su tono suplicante. En todo caso, se oscurece cuando entra en la habitación.

    Capítulo Dos

    Ninguna persona que diga ser tu amigo exige tu silencio, o niega tu derecho a crecer.

    —Alice Walker

    ––––––––

    Fitz

    ––––––––

    ¿Tienen algún otro lugar donde estar o quieren quedarse y obtener citaciones? El decano nos mira a Kevin y a mí lo suficiente como para sacarnos de nuestras sillas, luchando por la salida.

    Nos deja ir.

    Tenemos suerte. Dudo que Abby y ... quienquiera que sea la otra persona sea tan afortunada.

    Una vez fuera de la oficina, la puerta se cierra detrás de nosotros y yo me quedo fuera, las emociones no resueltas persisten en mis entrañas.

    Quiero huir lo más lejos posible de Abby, pero tampoco he terminado de descargar mi frustración en alguien.

    En nadie.

    Los policías se han ido, el piso inferior de los dormitorios está vacío y oscuro. Saco mi teléfono. Son las cuatro de la mañana.

    ¿Necesitas que te lleven a casa? Kevin pregunta.

    Vivimos en la misma casa. Voy a tener que mirar su estúpida cara de engreído el resto del semestre. Tiene que haber una forma de evitarlo.

    La voz estruendosa del decano hace eco desde dentro de la oficina.

    Algo sobre órdenes de expulsión y derechos de apelación.

    No me molesto en responder a Kevin, en lugar de eso me voy.

    Corre para alcanzarme, me sigue por las puertas delanteras y sale al oscuro estacionamiento. ¿Por qué terminaron Abby y tú?

    No es asunto tuyo.

    ¿Por qué no me dijiste que se había acabado?

    Sacudo la cabeza y sigo caminando.

    Sabes, todavía le dice a todo el mundo que están juntos.

    No debería pelear, pero todavía estoy demasiado agitado para permanecer en silencio. ¿Y por eso pensaste que era una buena idea enredarte con ella? ¿Porque pensaste que te estabas pasando de la raya conmigo? Me detengo lo suficiente para reírme en

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