DOLORES Fonzi
Dolores Fonzi podría haber sido una de las musas de Tamara Tenenbaum para su hit editorial El fin del amor. Entre otras cosas, la filósofa le quita el maquillaje al mandato de la chica cool, esa que parece la mujer ideal, que no levanta la voz, que festeja cada chiste ajeno. En cambio, les da permiso a las que se animan a ser ellas mismas, a las que tejen muchas redes de afecto más allá de la clásica pirámide familiar, se mueven por el deseo (y a veces por la angustia), deletrean la palabra “consentimiento” hasta hacerla propia, viven con intensidad o nada y no disimulan cuando se sienten unas diosas ni cuando el ánimo bucea en el sentido contrario.
Dolores Fonzi es así: tan real y tan diva. Tan distante y tan cercana. Tan parecida a, la novela de Samanta Schweblin que estuvo en manos del mismo productor de (Mark Johnson).
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