La república de las letras
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La república de las letras - Elio Ortega Candelaria
Edición base y para e-book: Diley Milián López
Diseño de colección: Enrique Mayol Amador
Diseño y composición: Nydia Fernández Pérez
Diseño y composición para e-book: Roberto A. Moroño Vena
Ilustración de cubierta: Adán Iglesias Toledo
Primera edición: 2013
© Elio Ortega Candelaria, 2014
© Ediciones Liber, 2014
ISBN: 978-959-09-0657-7
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¿Sabes una cosa? A nosotros nos gustaría
que todos en Cuba fueran escritores.
Fidel Castro
El Bogotazo y Hemingway
La Habana, 1984
Del Diccionario de la literatura cubana
DESTARRO, Eluterio (1948-2047). Procreado en la estepa agramontina, de la que heredó su carencia de límites, Eluterio hizo sus primeros estudios en docta simbiosis con la flora y la fauna circundantes. A los seis años cantaba a dúo con su perro Caruso, y a los nueve tradujo al español las memorias de una ceiba milenaria. En 1961, durante la Campaña de Alfabetización, volvió a revelar su don para los idiomas al enseñarles griego y latín a sus cinco alumnos. Al año siguiente le enseñó alemán a su potro Pensativo, para discutir con él la filosofía clásica alemana, y después a Marx, que por entonces hacía furor en Cuba.
Con nostalgia hoy evoca Eluterio aquellos coloquios que tenían por testigos la inacabable llanura y el cielo infinito. Pensativo lo enseñó a polemizar, esto es: razonar donde quepa razonar, y repartir coces en los restantes casos. El potro le reprochaba a Marx el no incluir a las bestias de carga, superexplotadas, en la lucha de clases. Pero al mismo tiempo lo disculpaba, pues aunque Marx era teutón solo tenía dos patas. Por eso cada vez que Eluterio tiene que pensar de veras, relincha y trota un buen rato.
Por esa época practicó las artes marciales y los deportes más rudos, porque presentía que su vida iba a ser una batalla campal contra la ignorancia, la estupidez, las ideas retrógradas y las falacias. En su ideario pedagógico ha expuesto que con los niños se puede ser paciente y amable... hasta cierto punto, pero que con los adultos la didáctica de la persuasión deja pocos dividendos, si de cuando en cuando no se rompe algún cráneo. Al igual que en la vida social, los progresos teóricos se logran dando y recibiendo porrazos.
Como polemista alcanzó la celebridad cuando derrotó en un duelo verbal a un jerarca religioso que sutilmente difundía las pruebas de la no existencia de Dios. Parecía un sinsentido que la Fe apoyase a la Razón, pero en realidad era un plan diabólico para crear la angustia y el caos, y por consiguiente un retorno al fanatismo. Porque si se hace público que la Ciencia ha deshecho el Mito, se deja al hombre, de golpe, toda la responsabilidad por el desastre que es.
Llegó a La Habana con la misión expresa de hacer tábula rasa de la crítica literaria al uso, escindida entre las aleluyas y las diatribas. Para sus promotores organizó un curso vespertino sobre la novísima teoría literaria que, con métodos que ahora envidian la física y la matemática, da cuenta rigurosa del texto, cotexto, epitexto, subtexto y postexto. Mas para los que practicaban el nepotismo fue quizás abusivo: les dio veinticuatro horas para que hicieran mutis, pasaje y dieta incluidos. Y a los que se resistieron los citó a duelo, permitiéndoles escoger el arma, la hora y las circunstancias. Hubo uno que creyendo pasarse de listo pidió batirse a pellizcos a las 6:00 p.m. en un concurrido parque de la capital. Abreviaremos diciendo que el infeliz está lamentando aún su mal paso.
Superado el Tiempo de la Higienización, advino el de la Fundación. En 1980 Eluterio puso la primera piedra del Instituto de Investigaciones Literarias, para aprehender, en un solo sistema, el hecho escritural que hoy sigue siendo tierra de muchos, pero a menudo del peor postor. En breves años el Instituto ha pasado a los planos estelares por haber realizado las excavaciones que hallaron los restos del Homo litteratus, un aborigen cubano. Otro asombro a su haber es el lazo que mantiene con una civilización extraterrestre de IV Tipo, o sea, donde rige la literocracia.
Eluterio es presidente de la Unión de Prosistas y Poetas, diputado y secretario de la Sociedad Cubana de Amigos del Perro y del Caballo. Como legislador inunda el Parlamento con proyectos de leyes, de las que últimamente dos han recibido el aplauso unánime. La primera prohíbe morirse los domingos, sobre todo en primavera. Y con la segunda se logrará la tan esperada organización racional de la Administración del Estado. Pues en lugar del número astronómico de ministerios y sindicatos que hay, los trabajadores se agruparán según si producen bienes materiales, como los campesinos y obreros; o si destilan emociones, como los clérigos y los deportistas; o si generan saberes, como los científicos y los filósofos; o si velan por la limpieza, como los críticos y los barrenderos.
Si algo lo encabrita todavía es la idea paleolítica de que no se adelante culturalmente a los niños, porque de todas formas los niños se adelantan, mas para ser como los adultos, con lo brutos que somos. Por eso continúa perfeccionando su método de enseñar idiomas a las gestantes a partir del segundo mes de embarazo, con la finalidad de estimular las neuronas del feto, de modo que, al nacer, el bebé aprenda con rapidez otras trece lenguas, además del español que los cubanos reservamos para las grandes ocasiones.
Concluye esta semblanza con una aclaración sobre la fecha de fallecimiento que